Capítulo 4

913 63 4
                                    

Espero nerviosa a Cato en el jardín de las rosas del presidente. Tarda unos minutos en llegar, al contrario que yo él no lleva el traje del desfile sino que lleva unos vaqueros y una camiseta. En cuánto me ve me besa con pasión y deseo. Acaricia mis brazos mientra que yo apoyo mis manos en su pecho.

-Katerina- susurra mi nombre tiernamente.

Le miro a esos ojos azules que tanto me enloquecen, él me abraza con delicadeza como si temiera que con su fuerza pudiera romperme. 

-Estás preciosa Katy- me dice aún abrazado a mí.

- Cato no quiero que vayas...

-Ya lo se cariño pero ya está hecho. Tengo que ir.

-No lo voy a poder soportar. El verte ahí pensando que en cualquier momento puede ocurrirte algo.

Me separa de él y me besa. Entrelazo mis brazos detrás de su cuello mientras él lo hace en mi cintura. Bajo mis manos por su torso y las acabo manteniendo en su abdomen. Me besa la coronilla.

-Te quiero Katerina.

Nos sentamos en la fría hierba y empezamos a hablar de los Juegos. Le cuento lo de los agentes y él me abraza preocupado y se culpa de no haber estado ahí para protegerme. De una forma u otra acabamos tumbados y abrazados. 

-Me encanta estar así, me recuerda a cuándo nos conocimos- me dice mientras juega con algunos mechones sueltos de mi trenza.

-Buff hace tanto ya, hace cuatro años.

- Es mucho tiempo... ¿te acuerdas cómo nos conocimos?

- <<Eres una chica nunca me podrás ganar>>- le digo intentando imitar su voz haciendo que él se ría.

Nos conocimos en el Hueso, el centro de operaciones de los agentes de la paz y dónde los adolescentes del dos eran entrenados. Cato y yo no nos llevábamos bien que se diga, siempre nos retábamos y siempre acababa ganando yo. Cuándo cumplimos catorce años él me mandó una carta de amor y bueno una cosa llevó a la otra y acabamos juntos...hasta cuatro años después.

-Echo de menos cuándo vivías en el dos- me dice melancólico.

- Yo echo de menos los retos y cuándo me protegías de los otros chicos.

- Porque eres mía y no soportaría perderte.

Me acerco a él y le beso. Sus brazos me atraen más hacia él. Me mira con toda la ternura del mundo y a la vez con toda la tristeza que puede salir de él.

-Deberías irte a dormir Cato.

-me iré solo si me prometes dos cosas.

- vale

-uno: prometerme que nos veremos todos los días.

-eso no necesito prometertelo- le digo justo antes de darle un beso.

-dos: la última noche ¿dormirás conmigo?

-Lo prometo Cato.

Me despierto a las siete de la mañana con el sonido de los pájaros y los rayos de sol entrando por mi ventana. Me ducho y salgo de mi habitación en dirección a la Sala de Control.

Cuando entro todos los Vigilantes dejan de trabajar y se levantan de sus sitios.

-Sentaos

Todos los Vigilantes obecen mi orden y siguen trabajando en la arena. Me acerco a una mujer de piel oscura y pelo casi rapado.

-¿que tal va la arena?

-va perfectamente señorita Snow, solo faltan algunos detalles menores y estará terminada.

La niña del CapitolioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora