La niña del Capitolio

Capítulo 8

Estoy en la sala de los vigilantes observando el transcurso de los Juegos. Dentro de poco pondrán las imágenes de los que han muerto en el Baño de Sangre, los primeros minutos después del comienzo de los Juegos.

Cato ha matado a un número considerable de tributos. Peeta Melark ha abandonado a su amada para unirse a los profesionales y Comadreja me ha parecido muy inteligente al coger la mochila e irse sin acercarse a la Cornucopia.

-Lucía activa ya los hologramas de los caídos- digo sin levantar la vista de la pantalla de Cato, este mira discretamente una especie de medallón que porta en el bolsillo de su chaqueta.

Hoy han caído la mitad de los tributos, casi todos a manos de algún profesional. Han caído el tributo femenino del tres, el masculino del cuatro, el masculino del cinco, los dos del seis, los dos del siete, el masculino del ocho, el femenino del nueve y el del diez.

Me duelen las muertes de todos ellos y me duele más por las familias porque han perdido a una de sus pocas posibilidades de sobrevivir un día más y porque al fin y al cabo ellos importaban a alguien...ya fuera un padre, una madre o un primo ellos eran importantes para sus familias.

-Señorita Snow, su padre la espera en mi despacho privado.

Cato sigue mirando el medallón. Aumento el sonido para poder oír lo que dice en susurros.

-Tengo que sobrevivir...por ti Katerina, por ti mi futura esposa.

Me quito el auricular con cuidado y lo dejo sobre la mesa. Seneca está hablando con el presidente, en su despacho. Entro sin llamar a la puerta y me siento junto al presidente, este me mira sonriente y me pasa una copa con un líquido rosa.

-Gracias señor presidente- le digo aceptando la copa. Bebo un sorbo y un dulce sabor a mora llena mi boca.

-Katerina necesitamos que vayas a las arenas- me dice el presidente mientras me entrega una rosa blanca. La acepto furiosa, no quiero hablar de los Juegos.

-De acuerdo.

-Sales dentro de tres horas- me dice el presidente besando mi mano.