Capítulo 6

702 60 6
                                    

Espero a Cato nerviosa debajo del chopo. Unas manos se posan en mi cadera e instintivamente me giro y le coloco mi cuchillo en el cuello. La cara de Cato se vuelve blanca como la cera.

-Cariño me encanta cuándo te pones así pero por favor...- me dice con una voz vacilona. Guardo mi cuchillo en su funda y le beso.

-Perdón...- le digo mirando al suelo.

Cato me coge la barbilla y la sube. Nuestros ojos se encuentran, adoro sus ojos azules como el cielo y su preciosa sonrisa. Esa sonrisa que se forma en sus labios cuándo está conmigo. Una pequeña sonrisa asoma de mis labios cuándo me besa.

-Katerina no me pidas perdón por nada...en todo caso te lo tengo que pedir yo por todos los pensamientos sucios que están pasando por mi mente ahora mismo- me dice en un susurro.

Le miro pícaramente antes de ponerme de puntillas y llegar a duras penas a su oído, Cato es demasiado alto o yo soy demasiado bajita. Él me coge en brazos. 

-Te perdono por esos pensamientos sucios...pero también perdóname a mí por tenerlos- le digo en un susurro antes de que Cato me baje al suelo.

Empiezo a andar hacia el edificio de los tributos, que no está muy lejos del jardín del presidente. Me giro para comprobar que Cato viene conmigo pero él está quieto, como una estatua. Cuándo ve que le miro se acerca a mí casi corriendo. En cuánto estamos a dos milímetros el uno del otro me besa con pasión y deseo. Me acerca más a él, Cato está muy excitado al igual que yo. 

Me coge en brazos y me lleva hasta su habitación sin dejar de besarme. Me acuesta en su cama. Cato deja besos húmedos en mi cuello mientras que con una mano me sostiene la otra explora algunas partes de mi cuerpo. Mis manos están enredadas en su cuello y de vez en cuándo suben a acariciar su pelo. Deja un segundo de besarme y me mira.

-¿Quieres...? Ya sabes...- me dice nervioso y a la vez muy excitado.

Asiento muy nerviosa. Cato me vuelve a besar mientras busca la cremallera de mi vestido rojo, al encontrarla la baja lentamente. Una vez bajada él se quita la camiseta y deja ver sus tonificados músculos. Mi mano baja desde su cuello hasta su cintura muy lentamente, de los labios de Cato sale un pequeño gemido. Cato me quita el vestido muy lentamente hasta dejarme en ropa interior. Tuvo unos ligeros problemas con los pantalones, le temblaba tanto el pulso que no era capaz de quitárselos.  Me reí ante la escena.

-¿De qué te ríes?- me dice con una sonrisa infantil mientras me acaricia el pelo.

-Me hace gracia cuándo te pones nervioso.

Me besa, seguramente para callarme y continua con su ritual mientras deja besos húmedos por mi tripa. Cuándo estamos los dos completamente desnudos, Cato me mira inseguro.

-¿Estás segura de que quieres seguir?

- Estoy segura Cato, nunca he estado tan segura.

Me besa una última vez antes de entrar en mí. Al principio fue un poco doloroso pero después...después fue la sensación más placentera del mundo. Acabamos rendidos, abrazados el uno al otro. Cato se gira hacia su mesilla y me abraza.

-Katerina te amo con toda mi alma y quiero...quiero...preguntarte...-está temblando y parece nervioso.

-¿Qué quieres preguntarme?

-Katerina Snow ¿Quieres hacerme el honor de ser mi esposa?

Le miro sorprendida...quiere casarse conmigo...con apenas dieciocho años. Le beso con pasión.

-Sí quiero Cato...me encantaría ser tu esposa.

Pasamos la noche despiertos hablando de nosotros. Cuándo empezó a amanecer los rayos de sol se filtraron en la habitación de Cato. La luz del sol en su cara me recordaba a...un ángel.

-Te quiero mi ángel.

-Te amo mi reina.



La niña del CapitolioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora