Capítulo 5

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Hoy son las sesiones privadas y me toca observar a todos y cada uno de los tributos. Estoy sentada al lado de Seneca que no deja de mirarme.

En el momento en el que le toca a Cato, él empieza a susurrarme en el oído sobre el desarrollo de Cato en los últimos días.

Desde arriba veo como Cato tiembla de la furia. Coge una lanza y la arroja contra un maniquí a medio kilómetro de distancia. Seneca sonríe en cambio Cato resopla de ira. Salgo del estrado, tengo que tranquilizar a Cato. Antes de que sea demasiado tarde.

-Señorita Snow...no debería irse- me dice Seneca de medio lado.

-Señor Crane ¿tengo que pedirle permiso para ir al lavabo?

Salgo sin escuchar su respuesta. No puedo dejar a un novio furioso suelto por un lugar lleno de armas.

No me cuesta encontrarlo. Está sentado bebiendo un licor bastante fuerte. Me acerco a él, me mira y se acerca a mí. Huele mucho a alcohol.

-Hola amiga...¿quieres?- me dice mientras me enseña la botella.

-Cato...no bebo- le digo mientras le cojo y le vuelvo a sentar.

-Bebe conmigo... Si estas aquí es por qué estas triste.-Cato vuelve a beber de la botella- por ejemplo yo estoy triste porque...- dice antes de beber otro trago.

Mira al suelo y veo que una lágrima cae al suelo.

-Porque mi novia ya no me quiere. Yo la amo con todo mi corazón ¿sabes? Ella es lo más bonito que me ha pasado en la vida ¿sabes lo qué es que a la persona con la que necesitas estar no puedas hacerla feliz? ¿sabes que es amar a alguien cuatro años en secreto? Y lo peor es cuando ves a un gilipollas que quiere quitartela. Ella es la única razón por la que estoy en los Juegos. Sé que los odia con todo su corazón pero es la única forma de que tal vez podamos estar juntos...para siempre. Y prefiero arriesgar mi vida por intentarlo que seguir viviendo en lo escondido.

-Lo sé Cato, lo sé.

Cato se encoge en el suelo. Acaricio su pelo rubio. Veo a dos agentes de la paz pasar, les llamo y pido que lleven a Cato a su habitación. Ellos afirman y salen con él en brazos.

Vuelvo al estrado. Van por el distrito once. Los últimos tributos me pasan con rapidez. El resto de los jueces parecen dispersos y artos de tanta exhibición para cuando llega Katniss.

Me quedo mirándola. Es muy buena con el arco. El resto de los jueces están entretenidos mirando el cerdo que están a punto de comer. Seneca coge la manzana de la boca del cerdo. Katniss le mira furiosa, a punta y la manzana da sale volando hasta la pared dónde queda clavada. Todos vuelven a mirarla. Ella hace una reverencia muy exagerada y sale. Seneca parece feliz pero el resto de jueces parecen furiosos.

"Esto es inaceptable" decían unos "no podemos tolerar esta falta de respeto" decían otros. Seneca estaba sentado en unos de los sillones. Parecía muy pensativo. Se levanta del sillón y todos al segundo se quedan callados.

- Señores no se si se han dado cuenta de la presencia de la señorita Snow- dice Seneca señalándome- ella decidirá si castiga a la señorita Everdeen o no.

Me sonríe cariñosamente. Aparto la mirada, me incomoda que alguien me mire así; aparte de Cato. Me levanto y salgo. Necesito hablar con Haymitch.

Llego al edificio en el que viven los tributos y subo hasta la duodécima planta. Llamo a la puerta y abre Effie con su peluca verde y su traje azul. Me mira sorprendida y hace una pequeña inclinación de cabeza.

-Señorita Snow- dice con su voz aguda- un placer tenerla aquí.

Le sonrío, detrás de Effie está Haymitch con un vaso lleno de alcohol. En cuánto me ve abre sus brazos y se acerca a mí. Le abrazo ante la sorpresa de Effie.

-Hey ¿qué le pasa a mi princesa?- me dice mientras me acaricia el pelo.

-Haymitch...no deberías llamar "princesa" a la señorita Snow- dice Effie, suena ofendida.

- ¿Por qué no? Katerina es como mi hija- le dice Haymitch mientras me separa de él y me mira con sus ojos azules- lo hubiera sido si al presidente no se le hubiera antojado quedársela.

- ¡Haymitch! Disculpele señorita Snow, es un maleducado- me dice mientras echa a Haymitch una mirada de odio. Río.

- Tranquila señorita Trinket. Haymitch es como un padre para mí, no se escandalice si me dice esas cosas- le digo dedicándole la mejor de las sonrisas. Cojo a Haymitch del brazo y salgo con él.

Vamos paseando por el barrio comercial. La gente pasea mientras mira los escaparates, algunos se detienen a mirarnos.

-Haymitch uno de tus tributos ha hecho algo que no debería- le digo mientras cojo un tulipan naranja que venden en la calle.

- Katniss... ya me lo ha contado... lo de la manzana- me dice mientras sonríe.- le ha echado huevos.

- Haymitch mantenla vigilada no quiero castigarla- le digo mientras cuelgo el tulipán en su solapa.

Asiente, empieza a sonar el himno de Panem y la voz de Caesar para anunciar que quedan unos minutos para que empiece la última entrevista.

La niña del CapitolioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora