Regalos

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"La amistad es como el mar, se ve el principio pero no el final." -Anónimo.

Harry no quería problemas con sus tíos y menos en aquellos momentos, porque estaban enfadados con él, y todo porque cuando llevaba una semana de vacaciones había recibido una llamada telefónica de un compañero mago. Ron. Que nunca había utilizado el teléfono. Por desgracia, fue tío Vernon quien respondió:

-¿Diga?

Harry, que estaba en ese momento en la habitación, se quedó de piedra al oír que era Ron quien respondía.

-¿HOLA? ¿HOLA? ¿ME OYE? ¡QUISIERA HABLAR CON HARRY POTTER!

Ron daba tales gritos que tío Vernon dio un salto y alejó el teléfono de su oído por lo menos medio metro, mirándolo con furia y sorpresa.

-¿QUIÉN ES? -voceó en dirección al auricular- ¿QUIÉN ES?

-¡RON WEASLEY! -gritó Ron a su vez, como si el tío Vernon y él estuvieran comunicándose desde los extremos de un campo de fútbol- SOY UN AMIGO DE HARRY, DEL COLEGIO.

Los minúsculos ojos de tío Vernon se volvieron hacia Harry; que estaba inmovilizado.

-¡AQUÍ NO VIVE NINGÚN HARRY POTTER! -gritó tío Vernon, manteniendo el brazo estirado, como si temiera que el teléfono pudiera estallar- ¡NO SÉ DE QUÉ COLEGIO ME HABLA! ¡NO VUELVA A LLAMAR AQUÍ! ¡NO SE ACERQUE A MI FAMILIA!

Colgó el teléfono como quien se desprende de una araña venenosa. La bronca que siguió fue una de las peores que le habían echado.

-¡CÓMO TE ATREVES A DARLE ESTE NÚMERO A GENTE COMO... COMO TÚ!-le gritó tío Vernon, salpicándolo de saliva.

Ron, obviamente, comprendió que había puesto a Harry en un apuro, porque no volvió a llamar. Hermione y ___, tampoco lo llamaron. Harry se imaginaba que Ron le había dicho a ambas que no lo llamara, lo cual era una pena, porque los padres de Hermione, eran muggles, y ella sabía muy bien cómo utilizar el teléfono, y probablemente habría tenido tacto suficiente para no revelar que estudiaba en Hogwarts. Y Harry esperaba hablar con ____. De manera que Harry había permanecido cinco largas semanas sin tener noticia de sus amigos, y aquel verano estaba resultando casi tan desagradable como el anterior. Sólo había una pequeña mejora: después de jurar que no la usaría para enviar mensajes a ninguno de sus amigos, a Harry le habían permitido sacar de la jaula por las noches a su lechuza Hedwig. Tío Vernon había transigido debido al escándalo que armaba Hedwig cuando permanecía todo el tiempo encerrada.

Era la una de la mañana. Harry se sobresaltó: hacía una hora que había cumplido trece años y no se había dado cuenta.

Harry aún era un muchacho diferente en otro aspecto: en el escaso entusiasmo con que aguardaba sus cumpleaños. Nunca había recibido una tarjeta de felicitación. Los Dursley habían pasado por alto sus dos últimos cumpleaños y no tenía ningún motivo para suponer que fueran a acordarse del siguiente.

Harry atravesó a oscuras la habitación, pasando junto a la gran jaula vacía de Hedwig, y llegó hasta la ventana, que estaba abierta. Se apoyó en el alféizar y notó con agrado en la cara, después del largo rato pasado bajo las mantas, el frescor de la noche. Hacía dos noches que Hedwig se había ido. Harry no estaba preocupado por ella (en otras ocasiones se había ausentado durante períodos equivalentes), pero esperaba que no tardara en volver. Era el único ser vivo en aquella casa que no se asustaba al verlo.

Aunque Harry seguía siendo demasiado pequeño y esmirriado para su edad, había crecido varios centímetros durante el último año. Sin embargo, su cabello negro azabache seguía como siempre: sin dejarse peinar. No importaba lo que hiciera con él, el pelo no se sometía. Miró el cielo estrellado, por si veía a Hedwig, que quizá regresara con un ratón muerto en el pico, esperando sus elogios. Harry miraba distraído por encima de los tejados y pasaron algunos segundos hasta que comprendió lo que veía.

If we knew the future #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora