Silence. Capítulo 9.

23 6 0
                                        

Natalie

—A veces me pregunto por qué nunca vamos a tu casa —me dice Candy, mientras juega distraída con las puntas de su cabello—. Es decir, no quiero parecer maleducada ni nada, pero me gustaría ver tu habitación.

—Oh, tranquila —respondo, intentando inventar una excusa—. Es que estamos de reformas y tal. Cuando terminemos te invito.

—Genial —Me sonríe, ilusionada—. Me alegro de tenerte como amiga.

—Yo también —le digo con sinceridad—. Aunque las amigas se cuentan todo —Hago hincapié en la última palabra—, ¿no crees?

—Bueno... —murmura.

—Es que no quería preguntártelo, pero últimamente te he notado extraña. —Empiezo, organizando las palabras en mi cabeza.

—¿Extraña? —me pregunta, confusa—. No sé, estoy bien.

—Exacto.Te noto demasiado bien, como si estuvieras... —Hago una pausa y sonrío sagazmente— enamorada.

Candy me mira con los ojos muy abiertos y las mejillas cada vez más rojas. Baja la mirada rápidamente para que no pueda verla, pero es demasiado inocente y he podido leer la verdad en sus ojos.

—A ti te gusta Mark, ¿verdad? —le pregunto, ocultando mi molestia.

Sin levantar la cabeza, me dirige la vista fugazmente y comienza a entrelazar sus manos y a morderse el labio.

—Puede... —musita.

—Candy —La llamo, y tomo su rostro entre mis manos—. Somos amigas, puedes contármelo todo, voy a estar aquí para escucharte.

—Gracias —Sonríe débilmente y baja la mirada—. ¿Qué puedo hacer, Natalie? —me pregunta, desesperada—. No quiero que Dyla se enfade conmigo.

—¿Por qué iba a enfadarse ella contigo? —le digo con una ternura fingida.

—Si empiezo a salir con su hermano se molestará —dice con la voz rota—. Había pensado en hablar antes con ella pero no estaba...

—Tranquila —La atraigo hacia mí y la abrazo—. ¿Entonces estás admitiendo que Mark te gusta?

—Sí... —murmura— Y creo que yo también le gusto a él.

Tengo la tentación de empujarla para tirarla fuera de la cama donde estamos sentadas e insultarla hasta que toda esta presión desaparezca de mi pecho, pero opto por actuar con normalidad, no quiero estropearlo todo por la ira del momento.

—Eso es... —digo, mordiéndome el labio y fingiendo una sonrisa— fantástico.

—¿Crees que tengo posibilidades con él? —Se suelta de mi abrazo y me mira expectante.

—Claro —respondo con una alegría sobreactuada.

—Ojalá —Sonríe y se le iluminan los ojos—. Solo espero poder solucionarlo con Dyla, a veces la echo de menos —dice, con tristeza en la voz.

—Seguro que sí —La intento animar, cada vez más llena de odio—. Aun así, aquí me tienes, y me alegro muchísimo de que confíes en mí —digo, usando mi elocuencia—. ¿Sabes? Siempre quise tener una amiga como tú —Aunque esta vez siento que esas palabras sí son verdaderas.

—Oh, yo también estoy aquí para ti —Me estrecha entre sus brazos—. Muchas gracias por todo.

Yo también la rodeo con mis brazos, sintiendo una confusa mezcla de emociones. Frustración, ira, envidia, dolor y miedo a no conseguir lo que quiero. Pero también hay una parte de mí, aunque es muy pequeña, que se ha ido despertando poco a poco y yo solo quiero callarla, porque no quiero sentir cariño por alguien a quien acabaré destruyendo.

SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora