Dyla
—No puede ser —musito, mientras dirijo la vista al libro y después al pastel de chocolate —. Increíble. No se parece en nada.
—¿Qué habremos hecho mal? —pregunta Candy, algo confusa.
—Ni idea... —Resoplo entre dientes—. Pero nuestro resultado no se parece en nada al de la fotografía.
—¿Será comestible?
—No quiero comprobarlo —Me siento en una silla, agotada—. ¿Nunca te cansas?
—¿De qué? —me dice, algo confundida.
—De todo esto —Cojo el libro y paso las páginas—. Es agotador.
—Tengo que seguir intentándolo —Me quita el libro de las manos—. Ya te lo dije, uno nunca se cansa de hacer algo que le gusta.
Candy comienza a hojear el libro en busca de una nueva receta. Me seco el sudor de la frente, extenuada. La cocina está hecha un desastre, así que me levanto y comienzo a ordenarla un poco.
—No es por desanimarte pero... ¿cuándo te ha salido algo igual que en la fotografía? —le pregunto, mientras echo jabón en el estropajo.
—No me desalienta —responde, mientras se coloca un mechón naranja detrás de la oreja—. Debo seguir intentándolo. Además, la fotografía es orientativa.
—Será eso... —. Resoplo, mientras humedezco los platos.
El silencio se instaura en la habitación, así que me concentro en fregar mientras Candy parece estudiar detenidamente el libro. Cuando finalmente termino, seco mis manos y me siento delante de ella.
—Lo siento... —susurro—. No debería haberte dicho eso. Solo estoy algo cansada —Me disculpo.
—Shhh... —Ella pone su dedo índice sobre sus labios—. No importa. Voy a probar con la tarta de manzana.
—Está bien. —Sonrío.
De repente, mi teléfono vibra. Lo saco y observo el mensaje que hay en la pantalla: "Hora de volver a casa".
—No me puedo creer que aún sigas usando la alarma para no llegar tarde a tu casa —comenta Candy, mientras pela las manzanas.
—Supongo que no quiero reprimendas por parte de mis padres —Me encojo de hombros—. Lo siento.
—No importa, sé apañármelas yo sola —dice mientras se alisa el delantal—. Te mandaré una foto con el resultado.
—Espero que no sea una foto del libro.
Ella se cruza de brazos y se pone muy seria. Por un momento, temo haber herido sus sentimientos con una simple broma, pero acto seguido, se abalanza sobre mí y me rodea con sus delgados brazos.
—Confía en mí —susurra—. Incluso siendo la peor tarta de manzana del mundo, me daría igual, porque estaría haciendo lo que más me gusta en el mundo, cocinar.
Las calles están desiertas a esta hora de la tarde, seguramente sea por el frío, que parece espantar a las personas. Camino con las manos metidas en los bolsillos, tratando de mantenerlas calientes, misión imposible en alguien como yo, cuya circulación de la sangre no es buena.
Observo cómo una hoja de plátano revolotea en el aire y va a parar junto a mis pies. Me agacho a cogerla y la sostengo ante mis ojos. Sé que ya tengo muchos dibujos de este tipo de hoja, pero siento que esta es diferente a las demás, es más grande, más simétrica y perfecta. Siento como si hubiera querido avisarme de algo, así que saco mi libreta de la mochila, donde tengo todos los dibujos y anotaciones sobre plantas, y la guardo.

ESTÁS LEYENDO
Silencio
Fiksi Remaja*Dyla se ha unido* Isa: Ya está. Reb: ¿Tú eres Dyla? Cam: ¿Ya la has metido? Reb: Responde, no seas tímida. Dyla: Hola. Reb: Al fin. Bienvenida. Dyla: ¿Qué es esto? Reb: Tú mayor pesadilla, cariño. Isa: Jajaja eres cruel, R. Reb: ¿Y tú no? La idea d...