Silencio. Capítulo 8.

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Dyla

—¡Una película! —exclamo, sin creérmelo aún—. ¡Qué locura! Enhorabuena, hermanito —le digo, revolviéndole el pelo.

—Pensé que solo yo podía hacer eso —Se cruza de brazos e intenta parecer enfadado, aunque acto seguido sonríe y me devuelve el gesto—. Muchas gracias, va a ser genial.

La verdad es que me alegro bastante por él, va a hacer una película sobre su vida y parece emocionado. Aunque la desventaja es que en las próximas semanas nuestra casa se llenará de cámaras que grabarán nuestro día a día y les tendremos que dar vídeos antiguos y fotos. Además, estarán Candy y Natalie por casa, ya que Dymon quiere que ellas también aparezcan. Genial, tendré que fingir que nos llevamos como uña y carne. Menos mal que voy a clases de teatro, me van a hacer mucha falta.


Ya ha pasado un mes desde que conocí a Andy y no sé muy bien cómo sentirme con él. Pero sobre todo tengo miedo. Me aterra hacer algo mal y que acabe distanciándose de mí. Y es que, en estos días, es el único que me escucha y aconseja.

Estoy dibujando el pensamiento que me regaló ayer. No sé cómo pudo saberlo, pero es una de mis flores preferidas. De repente, suena el timbre y sé que Candy y Natalie han llegado. Guardo mi libreta en un cajón y bajo las escaleras.

Me siento en el sofá con ellos, mientras esperamos a que vengan las cámaras. Miro lo ilusionado que está mi hermano mientras habla con Candy, me fijo en cómo la observa, en los puntos del rostro de ella donde se detiene su mirada. Ahora presto atención a los gestos que hace Candy, cómo entrelaza sus manos por los nervios, cómo se colorean sus mejillas, cómo mira a otros lados de vez en cuando porque la vergüenza puede con ella. Los miro a ellos dos y parece no haber nadie más en la sala, o esa es la sensación que a mí me provoca. Supongo que son las ventajas de sentirme últimamente una mera espectadora de la vida de los demás.

La verdad es que no puedo odiar a Candy, ni a mi hermano por sentirse feliz cuando está con ella, como ahora mismo. Es ella, y sé que haga lo que haga, la voy a perdonar, porque la sigo queriendo, aunque puede que yo ya no sea tan importante en su vida como antes y seguramente me haya sustituido por Natalie. Aun así, estaré aquí para Candy, hasta que me canse de esperar, supongo.

Paseo la vista por el salón y me detengo en Natalie, está sentada a mi izquierda, justo detrás de mi hermano. Y los está mirando de esa forma en la que miras cuando crees que nadie te está observando. Pero se equivoca, porque yo sí lo estoy haciendo, y me estoy dando cuenta de la envidia que la está inundando. Dirijo la vista de nuevo a Candy, a mi hermano, y después a Natalie. Dándome cuenta de algo en lo que nunca había caído. Encuentro los lazos que unen a unos y a otros, sabiendo que algunos fueron creados por interés cuando otros son de afecto. Y siento que debería recuperar a Candy, porque Natalie no la merece, pero puede que ya sea demasiado tarde para eso, porque ella es demasiado influenciable como para darse cuenta de lo que ocurre, y aunque se lo contara, no me creería, porque no se me da bien convencer a las personas, mientras que Natalie es demasiado elocuente.

Así que decido cerrar los ojos, porque me estoy empezando a encontrar mal. Quiero borrar todos mis pensamientos por unos minutos y sentir un vacío, un silencio en mi cabeza, para callar todo aquello que me atormenta. Pero es imposible, porque las voces de ellos tres se cuelan por mis oídos y no puedo evitarlas. No puedo eludir la realidad.

Finalmente, decido subir a mi cuarto con la excusa de encontrarme mal. Me tumbo en la cama y respiro hondo intentando calmarme, tratando de no pensar en nada. Pasados cinco minutos decido que lo mejor es mantenerme ocupada, así que enciendo el ordenador y busco el blog de Andy.

Hace poco leí algunos de sus poemas y me parecieron maravillosos, también tiene textos cortos que hablan sobre sus sentimientos y me sentí muy identificada con la mayoría. Realmente me parece una persona fascinante.

Me doy cuenta de que ha subido hace unos minutos una nueva entrada, así que la leo.

Un pensamiento

Eso eres tú, un pensamiento.

Un estallido en mi cabeza que me deja sin aliento.

Una luz que intenta colarse por mis grietas y devorar mi oscuridad.

Un temblor que inunda mi corazón para devolverlo a la vida.

Eso eres tú, un pensamiento.

Una flor de colores sempiternos, colocada en la ventana de mi mente.

Un etéreo rubor dibujado en tus mejillas, sobre un manto de constelaciones.

Un aleteo vaporoso que eriza mi piel con tu contacto.

¿Qué soy yo?

Un corazón escondido bajo tierra.

Una voz callada por miedo al rechazo.

Una poesía enterrada en tu pensamiento.

Lo releo varias veces para captar cada detalle y saborear cada palabra. Es en la cuarta vez cuando me detengo en las últimas frases, pensativa.

"¿Qué soy yo?

Un corazón escondido bajo tierra.

Una voz callada por miedo al rechazo.

Una poesía enterrada en tu pensamiento"

Son más sencillas que el resto, y por eso mismo creo que intentan decirme algo. El texto habla sobre una persona todo el tiempo hasta el final, donde el autor se describe a sí mismo. Casi involuntariamente, dirijo la vista al pensamiento que me regaló Andy.

"Un corazón escondido bajo tierra"

Tomo la maceta y observo a la solitaria flor.

"Una voz callada por miedo al rechazo"

Hundo el dedo en la tierra mojada y comienzo a escarbar.

"Una poesía enterrada en tu pensamiento"

Retiro la tierra superficial con cuidado y es entonces cuando me encuentro con una caja muy pequeña, como las que uso para guardar los colgantes. La abro, expectante, sin saber muy bien lo que voy a encontrarme. Un papel doblado cuidadosamente reposa en su interior. Con una mezcla de nerviosismo y emoción, leo lo que está escrito.

"Tú justificas mi existencia:

si no te conozco, no he vivido;

si muero sin conocerte, no muero porque no he vivido".

Luis Cernuda

El tiempo parece detenerse a mi alrededor, cierro los ojos y puedo oír el silencio, aunque mi cabeza se ha convertido en un completo caos.

Releo la nota una y otra vez, llena de confusión. "¿Una declaración de amor? No puede ser. Es imposible", repito en mi cabeza sin parar. No dejo de temblar y el corazón me va tan rápido que puedo sentirlo en las sienes. Me va a explotar la cabeza. No sé qué hacer, porque, si no logro comprender mis sentimientos, ¿cómo puedo pretender explicarle lo que siento? Es cierto que me parece una persona fascinante, y que ha sido mi único apoyo durante el último mes, pero de ahí a querer a alguien más allá de la amistad creo que hay un gran paso. Nunca he salido con nadie y bueno, tampoco me voy a engañar, alguna vez he pensado que no estaría nada mal que él fuera el primero. Pero ahora que me doy cuenta de que eso puede cumplirse, de lo que es la realidad, el miedo me inunda.

Cojo el móvil y abro el chat de conversaciones, su nombre aparece el primero. Escribo varios mensajes intentando expresar cómo me siento, pero acabo borrándolos. Ojalá tuviera su facilidad para transmitir sentimientos.

Me tumbo en la cama y me pongo los cascos, decidida a olvidarme de todo durante unas horas. Silencio es la primera canción en reproducirse. Noto cómo reaparecen mis antiguos miedos, y siento cómo se suman a unos nuevos temores, creados por la misma persona que había hecho desaparecer los anteriores, o eso era lo que yo pensaba. Supongo que estaba equivocada.

SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora