1. ¿Quién te ha hecho eso?

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Cuando era pequeña, unos 5 años más o menos, siempre jugaba con unos amigos de Papá, ya que los otros niños de un pueblo me consideraban una molestia, yo no sabía el por qué.

No recuerdo el rostro de mi madre. Ella murió a pocos minutos de darme a luz, por lo que sólo sé lo que es tener a una figura paterna, aunque eso no me hace estar triste, siempre he sido y soy muy feliz con lo que tengo.

Mi padre cuidó de mí a todo rato, y sus meteduras de patas me hacían reír, aunque ahora creo que lo hacía a posta para no sentirme mal o decaída. Los compañeros de Papá siempre me enseñaban cosas, y vivíamos aventuras en su barco. Hasta que un día llegó...

- Papá, ¿a dónde vas? -Pregunté casi a punto de llorar, cogiéndole del borde de su camisa.

- Tranquila Kaoru, Papá solo va a viajar por un tiempo, pronto estará aquí para jugar jajaja. -Sonrió mientras me acariciaba la cabeza.

- Toma tu sombrero. -Le extendí un sombrero que él siempre llevaba, como si fueran inseparables.- Ten cuidado. -Le besé la mejilla y me despedí de todos sus compañeros mientras veía el barco alejarse.

Durante el tiempo que estaban fuera me quedé con una mujer de confianza de mi padre, me trataba como si fuera su hija y procuraba que no me faltase de nada, era muy buena. Pero eso es lo que sucedía dentro de casa. Fuera siempre estaban las burlas de los niños, aprovechando, que ahora no estaba mi padre, no dudaban en acorralarme y tirarme piedras, aunque mi cuidadora siempre intervenía para protegerme. Me sentía culpable de que, ahora, ella estuviera cubierta de las heridas que debería tener yo. Muchas veces me ponía en mi habitación a llorar en silencio, rezando por que mi padre regresara cuanto antes.

***

- Kaoru-Chan, ¿a dónde vas? -Preguntó la mujer amable, viendo cómo salía de la casa.

- ¡Creo que mi padre ha vuelto! -Sonreí feliz mientras corría hacia la playa, donde veía un gran barco desembarcar.

Corrí hasta esconderme en una roca, quería darle una sorpresa a mi padre, pero... La bandera de aquel barco no era la de él, me llevé una gran desilusión pero me mantuve escondida. Siempre me decía mi padre: "Kaoru, siempre que veas un barco que no sea el nuestro avísanos, y si no estamos, escóndete y no salgas, no dejes que te vean, son gente mala."

Eso hice, me quedé observando en silencio. Tenían una pinta aterradora y no de buenos amigos, me fijé que uno cargaba un cofre un tanto misterioso, pero pronto me escabullí para dar una voz al pueblo de que habían llegado un barco que no era de mi padre.

Al llegar me encontré que las personas malas habían llegado primero y no paraban de amenazar a mis amigos con armas. El que parecía ser el capitán sostenía a mi cuidadora de un brazo, mientras ella gritaba por su vida.

- ¡Dime! ¿¡Dónde está la hija de ese maldito!? -Insistió el capitán apretando más fuerte el débil brazo de ella, pero no hablaba.

- Y-Yo... No sé nada... ¡Ah!

- ¡¡Mentirosa!! -Gritó más fuerte mientras esbozaba una sonrisa.- ¿Sabes lo que les pasan a los que me mienten? -De su otra mano salió una pistola y apunto a la garganta, con su dedo en el gatillo.

- ¡¡Aquí estoy!! ¡Yo soy Kaoru Ak...

- ¡Cogedla! -Nada más me vio ordenó a sus compañeros que me atraparan, pero yo los esquivé, mi padre me había enseñado lo básico para defenderme.- Eres una niña tan molestosa como su padre, pero tranquila, no quiero matarte, sólo quiero que tu padre se arrodille ante mí.

- ¡Mi padre nunca se arrodillaría ante una basura como tú! -Escupí malhumorada.

El capitán rió y soltó a la mujer, cogiendo en sus brazos el cofre misterioso que llevaba su compañero, abriéndolo. Dentro de él había una fruta en forma de un pequeño tornado.

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