12. Dracule Mihawk & Akagami Kaoru.

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Pasaron tres días desde que Doflamingo contactó con la Marina, y ésta con la localización del otro Shichibukai, conocido como "Ojo de Halcón. " y también considerado "El mejor espadachín del mundo" algo que me traía sin cuidado. Solamente quería tenerle ya enfrente y revelarle mi identidad.

Mientras esparaba noticias siempre estaba divagando por la ciudad, yendo hacia restaurantes o a tiendas de objetos y ropa. Me entretenía. Dellinger se interesó en mí, llegando a atacarme varias veces por sorpresa cuando estaba distraída, pero con el Haki premonitorio los esquivé tantas veces que se lanzaba, hasta que un día le di una pequeña lección para que dejase de molestarme.

Ahora paseaba por el puerto, sin rumbo, pero algo a lo lejos me llamó la atención. Una pequeña barquichuela venía hacia Dressrosa. No se podía decir ni siquiera que era un barco muy pequeño, era, simplemente, una base de madera de color negro, bastante ancha y con una vela de cera en cada borde. Su vela negra estaba sujetada por un palo muy parecido a la empuñadura de una espada, una parecida a la de cierto espadachín. Encima, un asiento, un trono donde se sentaba el Shichibukai Dracule Mihawk, que me estaba observando con aquellos ojos amarillos hipnotizadores.

- Parece que ya ha llegado. -Un tono de voz burlón apareció a mi lado, llegando a asustarme un poco, ya que toda mi atención estaba en el nuevo invitado.

- Gracias, Doflamingo. -Le dije llevando mi mano al pecho, notando como el pulso de mi corazón se iba relajando.

El espadachín llegó a la orilla de la playa, desembarcando. Se levantó de su trono, imponiendo con su 1'98 de altura. Era un hombre con una barba corta y patillas negras. Vestía ropas adornadas de negro y rojo, con un colgante en forma de crucifijo. Su vestimenta consistía en un sombrero de ala ancha, adornado con una gran pluma. Un abrigo largo y negro, abierto, con mangas de color rojo que cubría todo su cuerpo, dejando ver su torso. Abajo llevaba pantalones morados sostenidos por un cinturón y, finalmente, calzaba unas botas negras.

- ¿Qué quieres, Doflamingo? -Enfrentó a su compañero Shichibukai, observándose mutuamente. Él serio, y el otro con su sonrisa macabra.- ¿Para qué me mandaste llamar?

- Lo hizo por mí, quería conocerte Mihawk. -Salí de la espalda del rubio, poniéndome enfrente del susodicho, separándonos una increíble diferencia de altura.

Sus ojos estaban fijos en mí, podía casi notar como me petrificaba el alma. Este hombre no era normal.

- Doflamingo, no sabía que te habías vuelto tan débil para que una niña te utilizara. -Echó en cara sin remordimientos.

- No vayas tan rápido. -Rió Donquixote.

- Eres Kaoru, la chica que teme la Marina. -Dijo más para sí mismo que para nosotros, aclarando sus ideas en voz alta.- Te escucharé.

Por fin accedió, era lo que quería oír desde que pisó la arena de la playa.

Amablemente pedí que cambiásemos de paisaje para entablar una conversación más seria. Un lugar perfecto y bonito, mi lugar favorito de Dressrosa. El Campo de Flores. En nada de tiempo ya nos encontrábamos en él, yo sentada sobre una roca, observando los girasoles. Mihawk en frente y, a su lado, Doflamingo.

- ¿Eres la hija de Akagami Shanks? -Se apresuró él. Haciendo que me sorprendiera de que supiera tal información.

- ¿Te lo ha contado? -Intenté satisfacer mi curiosidad.

- No, es más, no sabía que tenía una hija. -Me confundió aún más. - Es por la espada que portas en tu cintura... -Aclaró esbozando una sonrisa que apenas se veía. - Esa era una de las principales espadas con la que nos batíamos Shanks y yo. -Explicó.

- Por eso me obligó a llevarme esta espada conmigo... Tsk. -Puse morritos, recreando una imagen de mi padre en la mente. Salía sacando la lengua, sonriente y con la cara de estúpido que sólo él tenía.- ¡Te reto!

Señalé con mi dedo índice a Mihawk, mostrándose interesado en mi propuesta. Llevó su mano derecha hacia atrás, agarrando la empuñadura de su espada, una de las 12 más poderosas del mundo. A simple vista se podía ver que llegaba a superar a su proveedor en altura.

- Acepto. -Mostró una sonrisa de honor.- Hacía tiempo que no disfrutaba de un duelo de verdad.

Sus palabras llegaron a sonrojarme, ocultando parte de mi rostro con mi verde cabello. Esto Doflamingo lo notó, expresándose con su risa.
Al desviar mi mirada hacia el lado del castillo observé a la mayoría de la Familia Donquixote asomados por la ventana, estaban al tanto de lo que iba a suceder, pero no bajaron a recibir al otro Shichibukai. Algo descortés por su parte.

Dejando eso de lado, tenía al frente al mejor espadachín del mundo, desenvainando su arma. Una espada de hoja negra curvada con la forma de un crucifijo, al igual del collar de su cuello.

- ¡No te perdonaré, Mihawk! -Comenzó a hervir me la sangre, algo cabreada.- ¡Consideraste a mi padre inferior a ti por perder un brazo! -El acusado no dijo nada, se mantenía en una calma total.

Me desplacé hasta él con la espada de mi padre a punto de darle una estocada, pero él me bloqueó con su otra arma. Solamente el choque provocó una humareda, y que las flores que estaban cerca se quedaran dobladas, inservibles. Con mi pequeño cuerpo empujé con fuerza el filo de mi espada, esperando ganar el concurso que se había formado.
Me comenzaban a temblar los brazos de la presión que ejercían, pero esto obtuvo unos grandes resultados. Los pasos del Shichibukai comenzaban a retroceder... O no. Era simplemente que nos desplazábamos, cambiando la imagen de fondo.

Harta de seguir con lo mismo, cambié la estrategia. En un rápido movimiento me separé, dando una voltereta hacia atrás, dejando un hueco libre para atacar, algo que no desaprovechó el espadachín. Movió de izquierda a derecha la espada, creando un tajo aéreo en horizontal dirigiéndose hacia mí. Estaba emocionada, ¡era el mismo ataque que partió buques y grandes barcos por la mitad sin esfuerzo! ¡El tajo más fuerte del mundo!

- ¡Dracule Mihawk! ¡Observa cómo detengo tu ataque! -Grité mientras todavía estaba en el aire, en la voltereta.

Utilicé mi Akuma No Mi en el filo de mi espada, rodeándola en una barrera de viento. Esperé hasta que lo tuve bastante cerca, dando a conocer mi siguiente movimiento. Hice chocar el filo de viento contra el tajo, formando alrededor un poder semejante al Haki del Rey, ya que cualquier persona débil podría perder el conocimiento al estar cerca.

La barrera del viento cedió y se rompió. Pero gracias al poder ejercido el ataque del Shichibukai se partió en dos, quedando inservible y desapareciendo segundos después de haber sido rota.

La siguiente ronda fue estocadas, golpes y choques utilizando solo las armas, sin ataques físicos. Comenzaba a cansarme, mi profesión de espadachina no era buena, pero se hacía lo que se podía. A estas alturas no me importaba que él obtuviera la victoria, el haber aguantado un duelo casi entero contra el mejor espadachín era ya todo un honor, y, sobre todo, por ser rival y amigo de mi padre. Dejé un hueco libre, y de un espadazo me arrebató la espada, tirándola lejos de mí, clavada en el suelo.

- ¿Por qué has dejado que ganase? -Preguntó, apuntando a mi garganta.

- No puedo ganarte Mihawk, lo sé... -Reconocí con un suspiro.- No soy buena con la espada, mi padre me entrenó más para pelear cuerpo a cuerpo.

- Akagami Shanks... -Nombró a mi padre con su faceta seria, pero con cierto toque de cariño.- No lo consideré inferior a mí, jamás haría eso. -En ese momento sentí como un muro en mi interior se derrumbaba, el del rencor hacia Dracule Mihawk.- Tu padre es fuerte, incluso con un brazo se muestra más intimidante que cuando tenía dos... Pero yo sabía que él podía dar más de sí, podía mostrar su poder al completo en nuestros duelos, por eso dejé de pelear contra él. -En todo su discurso se veía concentrado, como si en su cabeza rodara un mar de recuerdos de su antiguo yo.- Él no podría mostrar todo su poder con un solo brazo, pero aún así puede enfrentarme, incluso ganarme, pero no sería lo mismo. -Remató.

- Entiendo. -Sonreí. Mi rival guardó su espada, y yo la mía, teniendo en mente un plan que llevaría a cabo.- Mihawk, navegaré contigo y cuando encuentre algo de mi interés te dejaré en paz. -Le guiñé un ojo confiada.

- Haz lo que gustes. -Contestó él, indiferente.

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