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Lindsey se adelantó a ella en un santiamén y la tomó del brazo mientras le cerraba el cierre del vestido con rapidez. Todos los hombres dieron sonidos de protesta pero, fastidiada, los ignoré. Lentamente, el círculo se disipaba y todos volvían a hacer cualquier otra cosa.

-¡No puedo creer que cada vez que salimos yo tengo que estar detrás de ti como una imbécil!

Megan me miró entristecida, totalmente borracha, claro. Miró hacia abajo con culpa y sus labios se curvaron hacia abajo.

-Perdón Carly -dijo despidiendo una lágrima, en un susurro.

-Es todo, vamos a casa -decido enojada.

-Pero estaba pasándola bien -se quejó.

-No, todos los espectadores la estaban pasando bien, mientras te estabas comportando como una puta -corregí, respirando pesadamente. ¿Por qué siempre es lo mismo?

-Lo siento -repitió.

-Ya... basta -dije tratando de tranquilizarme, dejando salir un suspiro-. Vamos a casa, ¿si?

La tomé de la muñeca y despidiéndome de Lindsey, me fui de la fiesta. El aire estaba frío, sin embargo, yo no tenía frío. Me dirigí al auto y la senté a Megan en el asiento del copiloto con el cinturón de seguridad como corresponde. Di la vuelta hacia la butaca del conductor y me senté en el asiento tomando el volante con cierta inseguridad. Lentamente y con cuidado, maniobré y arranqué el camino a casa, sintiendo que las lecciones de manejo daban sus frutos.

No había mucha gente circulando, los que habían eran jóvenes, la mayoría borrachos, lo que consideraba aún peor. Era todo un desafío y un temor para mi, por lo que tenía que manejar con extra cuidado si quería evitar meterme en problemas. Pero supongo que eso fue en vano, ya que escuché detrás de mi coche la sirena de una policía, y en efecto, por el espejo retrovisor las luces parpadeantes estaban detrás de mí. Me acomodé en mi asiento, mientras Megan, con el pelo despeinado sobre la cara, dormía.

-Perdón señorita, han habido varios casos hoy de conductores ebrios y sin licencia -dijo él policía. Mi corazón se detuvo-, ¿ha ingerido alcohol recientemente?

-No -mentí, si había tomado, pero moderadamente así que decidí no revelarlo-, mi acompañante a bebido por lo que yo manejo.

El policía me miró fijamente, esperando algún indicio de borrachera que delatara alguna mentira. Pero le sonreí con inocencia, así que no insistió en ello.

-Déjeme ver su licencia, por favor.

Mi corazón dejo de latir y mis ojos se mantuvieron abiertos. No esperaba esto. Esto no podía estar pasándome, ¡no tenía licencia de conducir! Pero se me ocurrió una idea brillante que logró sorprenderme a mi misma.

-Seguro, déjeme buscarla -le sonreí con confianza.

Busqué en el bolso de Megan, esperando a que ella haya traído consigo la suya. Sonreí cuándo la encontré. En la foto de parecía a mi, una de las pocas ventajas de tener una gemela.

-Gracias -dijo él tomándola unos segundos, para devolvérmela. Sonreí satisfactoriamente.

-Perdón por interrumpirla.

-No es problema, buenas noches oficial.

Arranqué el auto dando un suspiro, llegando a nuestra casa minutos después.

**

Sábado a punto de darse el mediodía, yo hacía nada mientras mi hermana seguía durmiendo. No me sorprendía, solía ser la que se despertaba más temprano.

Los sábados usualmente no notaban con demasiada productividad en mis actividades. Era día lindo, así que me la pasaba al sol con mi perro mientras que el aire caliente rodeaba mi cuerpo, lo cual se sentía realmente agradable.

-¿Qué hora es? -escuché detrás de mi.

-Son casi las 2 pm -le dije volteándome a ella, notando que ya se había cambiado. Aún así, podía ver su rostro de 'estuve en pedo la noche anterior', y pude percatar de que estaba sufriendo de la adorada resaca.

-Saldré con mis amigas de shopping, ¿quieres venir? -preguntó Megan.

-No, hoy no -respondí-. Cómprame algo lindo.

-Ok -dijo ella retirándose, mientras veía algo en su teléfono.

Somos hermanas de la misma edad, sin embargo nuestras amistades no eran siempre las mismas. Megan tenía sus mejores amigas, yo las mías. Sólo compartíamos buenas amigas. Megan conocía a Lindsey desde largo tiempo atrás, lo mismo con Josh, así que los consideraba hermanos.

Volví a acariciar a mi perro para ingresar a la cocina y tal vez cocinar unos brownies. La casa estaba sola para mi.

Iba a comenzar cuando me di cuenta que no había manteca. ¿Quién no tiene manteca en su casa? Suspiré pesadamente, mientras tomaba mis llaves para ir a un mercado que quedaba cerca. No me tomó mucho tiempo, y Ya con la manteca en mis manos, emprendí mi regreso a casa, creyendo que nada fuera de lo usual podría pasar.

The One I Want (Niall Horan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora