Capitulo 7

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Realmente, no estaba ni en mis planes, ni en los de mi mama que papa viajara con todos nosotros. En realidad, nunca creí que mi papa quisiera estar todo un mes en este caos que representa la familia de mi mama. Él siempre me dijo, que una de las mejores decisiones que tomo fue alejarse de aquel loquero donde se había metido con una venda en los ojos. En ese entonces, las vendas eran mi mama, él estaba loco por ella, la amaba ciegamente, pero luego de que yo nací, se dio cuenta de que ese no era un buen lugar para mí, pero aunque me quiera sacar nunca pudo, solamente me podía tener alejada, hasta que mi mama aparecía en escena. Por otro lado, sé que él hace todo esto por mí, y ahora que lo veo sentado junto a mí, me doy cuenta de lo nervioso que esta. Esta mas blanco que nunca y creo que desde acá puedo sentir sus dientes castañeando.


-¿Estás bien?-Pregunte volteando un poco para verlo mejor.

-Si-Contesto de inmediato sin quitar la vista del frente.

-¿Seguro?-Volví a insistir.

-No-Contesto. Una sonrisa apareció en mi rostro.

-¿Le tienes miedo a las alturas?

-Solo un poco-En ese momento note que estaba clavando sus dedos en las braceras del asiento.

-¿Por qué no me lo dijiste? Te hubiera traído en auto-Dije retándolo.

-No es necesario-Contesto entre suspiros. –Estoy bien- Lo mire un momento mas y él me dedico una mirada con una sonrisa forzosa. Reí burlona y mire por la ventanilla del avión.

-¿Quieres que la cierre?-Pregunte.

-Por favor-Respondió suplicando. Sonreí ante su respuesta y cerré la ventana. Me coloque nuevamente los auriculares y trate de distraerme.


El viaje no es muy largo, en realidad me pareció absurdo ir a Córdoba en avión, pero mi mama insistió. Antes de marcharnos, abrace muy fuerte a Marta, voy a extrañar muchísimo a esa mujer. La extraño en este preciso momento, durante estos últimos ocho años ella fue mi nana, mi madre quizás, siempre me dio todo el afecto que mi mama no me daba, es una mujer maravillosa. Pensar que después de este mes, estaré cinco meces mas sin ella hace que los ojos se me llenen de lagrimas. También me despedí de Noa. Las cosas ya no son como antes, pero sentí la necesidad de decirle que no estaré durante este mes y quizás durante cinco más. No le dije la verdadera razón, es muy largo de explicar y quería despedirme con una sonrisa de su parte, asi que lo omití. 

Viajar en primera clase es bastante cómodo, toda la familia llenamos la primera clase de este avión. La azafata va y viene, una y otra vez, pero finalmente, se detuvo en la pequeña puerta cubierta por una cortina negra, y dijo lo que tanto estuvo esperando mi padre desde que subió. "Llegamos a Córdoba, abróchense los cinturones para el descenso" Claro que mi papa no tuvo que ni moverse, ya que nunca se lo desabrocho. Abroche mi cinturón y me acomode en el asiento, abrí la ventanilla y ya no se veía el hermoso blanco que solo las nubes en altura pueden darte, sino que ahora la pista de aterrizaje era lo que se veía. 

Prácticamente, mi papa bajo corriendo del avión, no pude evitar reírme de él. Desabroche mi cinturón y tome una mochila que llevaba a mano. Baje detrás de mi mama, que no paraba de sonreír. Al final de la escalera se encontraba mi papa esperándome. Luego de que todos nos reuniéramos, fuimos a buscar nuestro equipaje y nos dirigimos a la quinta. Todos comenzaron a agruparse de a tres para subir al taxi, finalmente mi papa y yo subimos al último taxi solos.


El paisaje es hermoso, las montañas en el horizonte le da un toque rustico a la pequeña ciudad. Los distintos tonos de verde y marrón abundan en el paisaje, si lo viera en fotos no lo creería, es verdaderamente hermoso. Mi padre está igual de maravillado que yo. El calor es un poco más sofocante que en Buenos Aires, pero no lo cambiaría por nada, esta va a ser una experiencia única.


Llegamos a la quinta y resulta ser, que es de la familia Lopez, mi mama entendió mal y creyó que Nicole la había alquilado o algo así por el estilo. Es muy rustico, muy diferente a lo que todos estamos acostumbrados. La ciudad había quedado en Buenos Aires, ahora lo único que se veía era naturaleza, un cambio verdaderamente radical.


-Hola-Saludo Austín que estaba en la entrada esperándonos. Mientras que mi papa sacaba los bolsos del baúl del taxi, yo me acerque.

-Hola-Dije amablemente con una sonrisa, de inmediato él me regalo una de sus hermosas sonrisas y simplemente nos miramos por un momento.

-Hola-Dijo mi papa interrumpiendo el momento.

-Ho, hola señor Evans-Austin extendió su mano para estrechar la de mi papa tratando de verse respetuoso y formal, mi papa lo observaba intimidantemente y de inmediato se sintió el nerviosismo. Sonreí ante sus reacciones, es tonto que esté pasando esto.

-¿Tu eres Austín?-Pregunto sin rodeos.

-Emm si-Contesto algo nervioso. –Un gusto-Dijo mirando su mano extendida.

-See-Contesto mi papá luego de rodear sus ojos, tomo las maletas con más fuerza y se introdujo en la casa. Austín me miro y sonrió, le correspondí con un gesto alentador y luego seguimos el camino de mi padre, que se había parado junto a la escalera.

–Síganme-Dijo Austín junto con una seña. –Les mostrare sus habitaciones.


Subimos las escaleras y caminamos por el pasillo casi hasta el final, la cuarta puerta a la izquierda, esa era la habitación de mi padre. Luego de que dejo sus bolsos, continuamos caminando hasta el final del pasillo. Mi habitación. Un hermoso decorado en color rosa viejo abundaba en la habitación. La cama estaba ubicada en el medio y era demasiado grande para mi sola. Dos mesitas de luz ubicadas a cada lado de la cama y un escritorio del lado contrario a esta. Junto a el escritorio había dos puertas, una era el baño y la otra el armario, luego de poner mis cosas seguía sobrando espacio, era demasiado grande. Mas tarde cuando cada uno ya se habia acomodado en su habitación, nos reunimos en el comedor para almorzar. Una mujer de unos cuarenta años paso por mi habitación para informarme del almuerzo, mas tarde me di cuenta que había como veinte personas trabajando en aquella casa.


El almuerzo fue algo incomodo, mi papa no dejaba de mirar detenidamente a todos, especialmente a Austín, es demasiado intimidante. De por sí, la familia de mi mama no está del todo bien, súmenle a eso a mi papa, que prácticamente hace ocho años que corto comunicación con todos ellos, salvo por mi mama, que hace unos meces fue a hablar con él por el asunto de su enfermedad. Hubo una que otra conversación iniciada por los padres de Austín, pero fracasaron en el intento, ya que al parecer, nadie quería conversar. Serán unas largas largas vacaciones.

Mi Príncipe Azul [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora