Capitulo II

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Wolf Point, Montana.

Dos días después.

Will Sheridan siempre se había enorgullecido de su tenacidad. Y la repentina desaparición de Samantha, lo había dejado ansioso por encontrarla.

Pero no había tardado mucho en darse cuenta de que no iba a ser tan fácil como esperaba. No había ninguna Samantha Moore en la guía telefónica. Y ninguno de los Moore que aparecían en la guía conocía a nadie que correspondiera a su descripción.

Cuando había llamado a su hermana, ésta estaba preocupada por un concejal que había sido recientemente elegido.

—Está siendo investigado por corrupción, imagínate. Y estuvo en mi fiesta —gritó—. ¿Puedes hacerte una idea? Un delincuente en una de mis fiestas.

—Un presunto delincuente —comentó y le preguntó enseguida por Samantha Moore.

Katherine le aseguró que no había ninguna Samantha Moore que hubiera sido invitada a su fiesta. Su hermana estaba un poco malhumorada porque a Will no le había gustado la mujer que tenía en mente para él. Pero después de Samantha, todas las mujeres habían dejado de interesarlo.

Había, sin embargo, algunas cosas sobre ella que le causaban cierto estupor. Como aquel repentino y sensual beso y el hecho de que, literalmente, hubiera desaparecido después. Si no hubiera sido por el beso, habría pensado que había huido por timidez. O quizá no quería que Katherine la viera, puesto que no era una de las invitadas a la fiesta. Pero ésa era una preocupación más.

Ninguna explicación parecía encajar, pero pretendía averiguarlo. Y así se lo dijo a su hermana.

—Sólo espero que sepas lo que estás haciendo —le contestó su hermana con altivez, antes de colgar.

Dos días después, durante una de las últimas tardes del otoño, se encontró con ella por casualidad. Estaba sentada en un Firebird azul, en Wolf Point, Montana, con la atención fija en algo que estaba en dirección contraria a él.

Estuvo a punto de caerse al verla. Su aspecto era muy diferente al que tenía en la fiesta de Katherine, pero la habría reconocido en cualquier parte.

Su primer impulso fue salir precipitadamente del coche y acercarse hasta donde estaba ella. Samantha tenía la ventanilla bajada y estaba recostada en el asiento, como si estuviera esperando a que apareciera alguien de entre los árboles que bordeaban la calle.

Will aparcó el coche a media manzana de allí y retrocedió caminando hacia el Firebird. El coche tenía la matrícula del condado de Silverbow. Will se preguntó qué podía estar haciendo allí. Y el coche no parecía el más apropiado para la mujer que había conocido en la fiesta. Quizá se lo hubiera prestado una amiga.

Mientras se acercaba, iba creciendo su intriga por aquella mujer. Tenía la sensación de que intentaría huir si lo viera. Al fin y al cabo, se había ido de la fiesta sin decir palabra… y después de haber compartido con él un íntimo beso.

Estaba a punto de llegar al coche cuando oyó que ponía el motor en marcha. Pero no iba a dejarla escapar otra vez. En un impulso, corrió hacia la puerta del coche, la abrió y se metió en su interior.

La sorpresa no era palabra suficiente para describir lo que Samantha experimentó, al ver a Will Sheridan sentado en el Firebird. Samantha tenía ya la mano debajo del asiento y estaba a punto de sacar el arma cuando lo reconoció.

—Hola —la saludó Will, rememorando su primer encuentro. Aunque faltaba el champán.

—¿Will Sheridan? —Samantha lo miró boquiabierta, al tiempo que intentaba hacer que su corazón recuperara la normalidad.

Una novia misteriosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora