Capítulo 3

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Bestiario.

Sé que había escuchado esa palabra, pero no tenía idea de lo que significaba. Y tampoco podía averiguarlo ya que el libro se abría con una llave, como un diario íntimo.

No le di mucha importancia, así que subí las escaleras al primer piso. Y las luces estaban encendidas. Sonreí por mi inteligencia.

Dios, si le cuento esto a mi madre jamás me lo creería.

Necesitaba dinero, pero no creo que aquí haya ni un mínimo centavo. Me recosté en el sofá y sentí como los ojos comenzaron a pesarme tanto que supuse que tenía bastante sueño.

Así que terminé cayendo en un profundo sueño.


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Unos pasos me despertaron de mi sueño, de cuál no recuerdo, y me hicieron brincar del sofá al suelo.

¿Quién entraría aquí? ¿Será que alguien sí vivía en la casa? No, eso era imposible. Simplemente porque los muebles estaban con tierra y si no era eso, estaban con unas sábanas blancas. Además estaba mi retrato sobre el piano.

Me escondí detrás del sillón, y escuché los pasos de una persona en la cocina. La cocina y el salón estaban separados por tan solo una puerta. Pero como si no quisiera hacerlo, mi cuerpo se movió hacia la cocina. Como si mi cuerpo tuviera un imán al peligro.

Tragué saliva y abrí la puerta de un golpe.

Y al mismo instante, una pistola apuntaba a mi cabeza y mis piernas comenzaron a temblar.

Pude observar que aquel hombre estaba vestido de policía. Lo que, claramente significa, que era un oficial. Me relajé por un momento, pero no podía quitar el hecho que estaba apuntando la jodida arma a mi cabeza.

—¿Quién eres tú y qué diablos haces aquí? —El oficial no paraba de mirarme.

Suspiré nerviosa y respondí: —Ésta es la casa de mis abuelos.

—Esta propiedad es privada y hace exactamente ocho años que nadie vive aquí —dice serio, pero aún tenía el arma apuntándome.

—Responderé cada una de sus preguntas si deja de apuntarme con esa cosa —le dije algo asustada.

Él pareció pensarlo pero finalmente la bajó.

—Recibí una llamada de los vecinos diciendo que la casa de los Carver había sido invadida o que estaban robando —dijo seriamente.

—No estoy robando, soy la nieta de Stella y John, ¿por qué robaría?

—Déjeme ver su documento —exigió.

El problema es el siguiente; no tenía mi identificación aquí ni un solo papel que diga quien soy.

—Lo olvidé —miré hacia abajo.

—Entonces tendrá que acompañarme —me tomó rápidamente las muñecas y colocó unas esposas allí. En seguida me quejé. Ésto no podía estar pasando.

En un momento, un celular comienza a sonar. Era el del oficial.

Él se vio algo dudoso si responder o no, pero sin embargo lo hizo. Atendió sin soltarme.

—Sheriff —respondió en oficial que me había esposado.

Recibí la visita del dueño de la casa, dice que su hija estará allí el tiempo que ella necesite —abrí los ojos por eso.

Primero me sorprendí por lo que acaba de escuchar y segundo; ¡¿cómo diablos escuché eso?!

—Pero... —intentó hablar el oficial pero el hombre que estaba al otro lado de la línea  lo interrumpió.

No hay peros, Parrish. El hombre trajo los papeles de la casa y su identificación —explicó—. Aquella niña se quedará.

Parrish gruñó y cortó la llamada. Me liberó de las esposas y suspiró.

—Te puedes quedar, tu padre llenó los papeles —salió por la puerta de atrás pero antes me miró—. Deberías arreglar esto, no vaya a ser que te terminen robando a tí.

Reí irónicamente y me fui al sofá. Noté que había amanecido, por lo cual debía ser ya de mañana.

De repente recordé lo que había dicho el sheriff, mi padre estaba aquí. Y vendría a buscarme.

Pero... ¿cómo sabía que estaba aquí?


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Una semana después.

Habían pasado ya como ciento sesenta y ocho horas desde que llegué a Beacon Hills.

¿Cómo había sobrevivido? Bueno, el oficial Parrish me había ayudado un poco. Al parecer mi padre le había pagado para ayudarme.

Y hablando sobre mi padre, él no había aparecido por aquí. Ni siquiera se había contactado conmigo y eso me decepcionaba.

Ahora tenía gas, agua y luz. Según Parrish comenzaría el instituto pronto.

Nos habíamos vuelto algo cercano, no podía decir amigos ya que la mayoría del tiempo estaba serio y hablando de lo interesante que es su carrera como agente policial. Rodé los ojos con tal de imaginarlo diciendo eso.

Había conseguido trabajo en la comisaría de Beacon Hills, pagaban bien y eso me bastaba para mantenerme día a día. Además del dinero que me dejó mi padre antes de volverse a México.

Sinceramente todo esto era muy extraño, no, extremadamente extraño.

Papá nunca fue así conmigo. Aunque nuestra relación nunca fue la mejor, ya que estábamos distanciados y parecía que no le importaba, él era protector conmigo. O al menos lo era hace más de diez años.

Desde que cumplí los seis años de edad, mi padre y madre comenzaron a tener peleas fuertes. Nunca supe porqué, ya que nunca quisieron decirme. Mamá pidió que nos quedáramos con ella, y que mi padre se vaya lejos.

Desde ese día, todo fue diferente. Sólo hablaba con mi padre en navidad y cumpleaños donde me decía que me extrañaba y me preguntaba si me había gustado su regalo.

Pero no era tonta, siempre observaba como se quedaba como dos horas hablando con mi hermano. Eso siempre me puso celosa. Y más cuando Logan se iba con papá los fin de semana a México.

Le comenté mis celos a mi madre, y aunque ella insistía en que era normal porque eran padre e hijo, quedamos en un acuerdo que un fin de semana al año, iríamos los dos a visitarlo.

E ahí la tradición de volar hasta México.

Ahora que lo pienso, no era nada raro que mi papá se comportara como un extraño conmigo. A veces pensaba que no me quería, pero vamos, de todas formas es mi padre y yo soy su hija, él me ama. ¿Cierto?

Volviendo al tema de cómo sobreviví una semana aquí. Fue muy agotador, trabajé horas extra en la estación de policía y limpiaba como loca la casa.

El lunes empezaría la escuela y el sheriff Stilinski se había ofrecido a llevarme. Acepté.

Conocí a su hijo Stiles, me pareció simpático y algo sarcástico, más con su padre. Había hablado con él unas pocas veces, sólo sabía que íbamos a ir a la misma escuela sólo que él es un año más grande.

También algo realmente extraño me había pasado. En los últimos días, cada vez que despertaba, aparecía en medio del bosque. Pero lo que me cuesta entender, es que estaba desnuda. Siempre despertaba desnuda en medio del bosque.

Y no entendía porqué.

SHE WOLF ¹ | Liam DunbarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora