CAPITULO 25: CONOCEREMOS A PAPÁ

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Ver correr sangre a mi alrededor hace que me sienta más viva de lo que he estado en años, veo tristes bestias atacándome y solo con un golpe, disparo o siquiera puñal provoco en ellos la muerte inmediata. Ver caer a mis enemigos es lo más excitante que he sentido, pero, cada acción tiene un precio y ese lamentablemente lo tendré que pagar con lo más preciado que hay en mi vida... mi hijo...

Aquel me miraba con una sonrisa irónica en su rostro, y como no, si acabo de apuntar y dispara a mi hijo en frente mía, Anthony por su parte, se acerco a mí para "protegerme", pero, de nada le servirá si no sabe cuán poder tiene su propio hermano y que intenciones o que plan va a ejecutar en este mismo momento.

Unos lobos ayudaron a mi hijo a quitar a bala de su pata y vendarla con algunas hierbas del bosque, y sin esperar a que algo malo ocurra, corrí a la velocidad de la luz, saque una de mis pistolas y comencé a disparar balas de plata en los cráneos de los roges.

Ninguno se dio cuenta después de los dos segundos en que me detuve y en total habían treinta lobos totalmente muertos y sin señales de vida alguna, una loba de color plateado se me abalanzo y sacando de mi capa una espada hecha también con plata, la apuñale en su corazón dándole una muerte instantánea. Otro lobo de color negro me mordió el pie y me hizo caer, pero, siendo más veloz que él, tome nuevamente mi arma y le dispare un uno de sus ojos y lo apuñale en su corazón concediéndole una muerte sin dolor.

Y así comenzó esta guerra, cientos de lobos se me acercaban a atacarme, pero, con la velocidad que caracteriza a un cazador les dispare y los decapite provocándoles muertes instantáneas y sin dolor alguno, otros lobos corrieron con la suerte de ser estallados por mis bombas hechas a base de plata y unos corrieron con tal mala suerte que mis cuchillos mortales los alcanzaban dejándolos ciegos o inválidos para su huida y con eso finalizar su muerte con la pena máxima de decapitación nuevamente.

Ningún alpha presente hacia algo, ya que yo misma me encargaba de hacer brotar la sangre de todos los traidores de su raza, Gordon, con una sonrisa gritó:

-¿Te ayudo hermanita? ¿O me vas a dejar sin diversión?-.

-Si me vas a ayudar-, le dije mientras decapitaba un lobo de color gris y le disparaba a otro en el cráneo-, hazlo de una vez-, aquel se escalo rápidamente los arboles y con la puntería que lo caracteriza comenzó a disparar treinta balas por minuto a los cráneos de los lobos que me estaban rodeando.

Gordon saco sus espadas y saltando a la velocidad de la luz llego a mis espaldas e inicio su tarea de apuñalar, herir y por último asesinar a los lobos que nuevamente nos estaban rodeando, los cuchillos que llevábamos en las manos ya estaban cubiertos de sangre y no tenían efecto sobre los lobos que estábamos aniquilando, y con el ceño fruncido les dije a las bestias espectadoras:

-¿Acaso nos van a dejar el trabajo sucio a los cazadores?-, ellos se dieron cuenta de que más de un treinta por ciento de los lobos enemigos estaban aniquilados, pero aún así, faltaban el setenta por ciento para exterminar a sus enemigos; escuche un aullido al cielo y me di cuenta de que Anthony fue el que dio la orden para atacar.

Lobos contra lobos se herían o se asesinaban entre sí, pero, los alphas de cada manada lograban neutralizar a los roges con una aura de poder, decapitándolos o quitándoles sus extremidades para evitar su próximo movimiento, los mercenario y guerreros de las manadas destruían con una facilidad a los lobos jóvenes e inexpertos.

Por nuestra parte, Gordon tenía a su alrededor nuevamente más de veinte lobos, pero, saltando encima de ellos y lanzándoles unas dos bombas aproximadamente a cada lado del circulo, en menos de tres segundos, partes de lobo comenzaron a volar por encima de nosotros. Mi hijo, a pesar de tener poca experiencia en batallas de semejante magnitud, luchaba y mataba lobos con tal facilidad, que hasta me sorprendió que tuviera en cuenta las técnicas que aprendió con Jacke y James durante sus entrenamientos.

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