CAPÍTULO 6

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-Erian forma un campo de fuerza, trata de retenerlos, debemos evitar que pasen mientras se lleva a cabo la evacuación.

-Sí majestad, pero no podré detenerlos por mucho tiempo.

-Lo sé, haz lo que puedas, iré con los demás.

-Aldrish. -Le dice la mujer a su rey.
-Ha sido un placer servir a tu mando.

El hombre la mira sabiendo que quizás esa era la despedida. No esperaba ese desenlace, ellos eran La Unión, los más poderosos guerreros y aun así Meliakán se abría paso y perdían la batalla.

Se aleja a paso presuroso mientras que a sus espaldas Erian levanta el gran campo de energía y espera.

Aldrish lucía contrariado, no podía encontrar a su esposa, ni a los demás. Se habían separado, él con Erian, Casmir con Alain y a Helia no la había visto desde que comenzó el ataque a la ciudad.

Un grupo de criaturas le cerró el paso, parecían humanos a diferencia de sus profundas fosas nasales, no tenían labios y unos prominentes y filosos dientes se mostraban amenazantes. Eran un poco más altos, con largos brazos y firmes piernas. Sus ojos negros e inexpresivos. No conocían el miedo, carecían de cualquier emoción o sentimiento. Guerreros fieros hechos para la guerra, asesinos por naturaleza.

Una lanza de cristal se formó en su mano derecha y en la izquierda apareció un escudo.

-Vengan por mí malditos. _Gritó el rey con furia. Pero la verdad estaba cansado, se reflejaba en su rostro manchado de sangre y sudor.

Pronto se vio sitiado mientras que los "Orgas" seres de la dimensión prohibida y bajo el mando de Meliakán se precipitaban sobre él.

Sus fuerzas comenzaron a mermar, debido a los constantes ataques recibidos, mientras que más tropas llegaban. Su mirada se pierde en el portal de luz, aún había gente cruzando, debía resistir. Tomó nuevamente su postura de defensa pero un círculo de fuego lo protegió. Casmir lo había cubierto y formando un látigo de fuego en ambas manos enfrentó él solo a los Orgas. Aunque a su paso caían muchos, se sumaban a cada segundo más, eran interminables. El rey hizo un puente de cristal y atravesó el muro de fuego colocándose hombro a hombro con su segundo al mando.

-¿Te quieres guardar la diversión sólo para ti? -Le indicó Aldrish sonriendo.

-Sólo protejo a mi Señor. -Contestó Carmir, que hace una mueca de dolor.

-¿Qué te sucede?

-No es nada, vete, Alain necesita ayuda cerca del portal.

Aldrish duda al dejar a su amigo solo, pero no tiene otra opción.

Al llegar observa como Alain lucha con el sable, conocía el movimiento de su adversario y esquivaba sus golpes con facilidad, los anticipaba. Pero también estaba agotada, jadeaba y se podía ver en sus facciones el agotamiento que la cubría. Trató de localizar a Helia pero no se veía por ningún lugar. Se unió a su esposa que al verlo suspiró aliviada.

El último hombre cruzó el umbral cerrándose a su paso. Ambos se volvieron a ver y supieron que su tarea estaba hecha. Los letvianos lograron escapar con bien.

Aldrish levanta una alta pared de cristal sobre ellos, hasta convertirlo en un domo. Las criaturas suben por éste como si fueran arañas y comienzan a golpearlo con fuerza, haciendo que diminutas partículas se desprendan y se precipiten como una fina llovizna.

-¿Dónde está Helia? _Inquiere el rey inquieto.

-No lo sé, la última vez que la vi protegía la puerta oeste.

-Alguien nos ha traicionado.-Admite Aldrish.

-Lo sé, y no entiendo por qué no lo vi venir.

-Se ha protegido con magia oscura de seguro.

-Fallamos. -Agrega Alain mientras que sus ojos se humedecen.

-Hicimos lo que pudimos.

-Te amo. -Le confiesa ella acariciando su mejilla, él la aprisiona en sus manos y le da un beso ligero en los labios.

El domo de cristal cae sobre ellos y la oscuridad lo cubre todo.

Aryana despierta alterada, su corazón parece estallar en su pecho, mira a su alrededor y reconoce la habitación. ¿Qué fue eso? ¿Un sueño? En su interior sabía que no, fue algo que sucedió en el pasado. Vio lo que realmente se desarrolló después de la evacuación. ¿Quién traicionó a Aldrish? De repente el nombre Helia resonó en su cabeza. Sería posible ¿Uno de los cinco? Pero si eso fuera cierto, ¿Ámber actuaría de la misma forma que su predecesora?

La cabeza le daba vueltas, tenía que aprender a usar su don y pronto. Aún sentía los labios de su esposo sobre los suyos, el temor que sentía de perderlo. Pensó en Chace, acaso su amor trascendería incluso después de la muerte o ella era la única que se sentía de esa manera.

¿A quién podía contarle sobre su sueño? Quizás no fuera Ámber la traidora, pero ¿Cuál de los tres? Sólo había alguien en quién podía confiar, hablaría con esa persona en la mañana.

Consumida en este pensamiento se vuelve entregar a los brazos de Morfeo.

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