Al fin el sol Siriano comenzó a reflejarse entre las montañas, era blanco dando la impresión de una enorme perla.
Por más que Chace intentó persuadir a Thao, éste se quedó con sus mejores guerreros. Se sentía la tensión en el lugar, pero nada pasaba, el sol casi se asomaba por completo.
-Dijiste al amanecer. -Espeta Ámber molesta. -Vinimos aquí y desafiamos al Concilio por nada. _Casi gritaba.
-No le hables así. -Chace sale en su defensa.
-Oh claro, estás a su favor como siempre.
-Ámber....... -No puede terminar de hablar cuando escuchan como la tierra retumba ante cientos de criaturas marchando.
-Ahí vienen. -Dio aviso el vigía desde la torre.
-Todos conmigo. -Ordena Chace.
Los hombres de Thao se colocan a su lado en una línea.
Aryana observa con desconcierto el panorama. Ellos eran tan pocos ante aquel ejército. Chace la miró infundiéndole valor, ella tomó el sable y dijo aquellas palabras "Nazgar" y el escudo se abrió.
-Canne, tenemos el elemento sorpresa. Creo que sé cómo terminar con esta contienda antes de que inicie pero debemos acercarnos. Abril, vienes con nosotros, el resto se queda.
-¿Por qué me tengo que quedar?
-Musitó Ámber furiosa.-Sólo hazlo. -Le espetó Chace con rudeza haciendo que la rubia lo mirara con resentimiento.
Los tres se alejaron y se escondieron detrás de una enorme roca.
-¿Cuál es el plan? - Quiere saber Canne con calma.
-Fácil, lo medité toda la madrugada. Tú los envolverás en un círculo de fuego y tu Abril los encerrarás, luego precipitarás las llamas hacia ellos y se acabó.
Tanto Canne como Abril sonríen.
-Eres brillante. -Deja salir la joven emocionada.
-Primero hay que ver si funciona. Debemos dejar que se acerquen más.
Los soldados de Meliakán corrían lanzando gritos de guerra. Casi entraban en la aldea cuando Chace da la orden: -Ahora Canne. -Éste sale de la roca e inmediatamente el fuego los rodea. Se puede reflejar la confusión en sus malogrados rostros, Abril se abre paso y los cubre con el campo de fuerza y por último el mestizo cierra el círculo. Se podía escuchar los gritos de dolor y sorpresa de aquellos seres. Transcurrieron algunos minutos hasta que los quejidos cesaron fue entonces cuando Abril quitó la protección.
Sonríen, al parecer el plan funcionó, Canne y Abril se sentaron en el suelo recuperando las fuerzas. Chace suspiró aliviado, no se habían perdido vidas. Se reunieron con los demás, pero su sonrisa pronto se borró cuando Aryana advirtió horrorizada: _Vienen más.
No supo en qué momento estaban rodeados. Meliakán siempre enviaba un primer batallón y luego al segundo, eso lo desconocían.
-Chace. _Lo llamó por lo bajo Canne.- Son demasiados. _Afirma su amigo con el semblante de piedra.
-Podemos lograrlo. _Contesta para infundir ánimo, pero en su interior una punzada de temor e incertidumbre lo carcomen.
Las bestias no atacan, sólo observan, haciendo la situación más tensa. Uno de ellos llega al frente y les habla: -Soy Macnú y hoy morirán.
Y al decir esto deja salir una carcajada forzada que resuena como un eco. Da una señal y los Orgas se abalanzan sobre ellos. Chace forma una espada y un escudo, los cinco están listos.
Canne aparece unos largos látigos de fuego y los deja ir sobre el enemigo, cada latigazo elimina al menos tres de ellos. Ámber era una experta luchadora en campo abierto, con un sable pelea con habilidad y haciendo uso de su poder, expulsa a los Orgas sin tocarlos y al caer corta sus gargantas. También los inmovilizaba haciéndole más fácil la tarea de matarlos. Abril formaba lanzas de energía que al entrar en los cuerpos de los enemigos hace que se expandan haciéndolos explotar en pedazos y con un sable al igual que Ámber se defiende y pelea con fiereza.
Chace formaba pequeños cristales que dejaba ir como una lluvia de dagas clavándose en sus adversarios y con la espada decapita y se deshace de cuantos puede.
Aryana por su parte, luchaba con uno de ellos, eran muy fuertes, no comprendía como alguien tan frágil como Abril se defendiera de aquella manera tan ágil, pero tenía algo a su favor, cada movimiento que su oponente hacía ella lo veía en su mente y se anticipaba.
Poco a poco los Orgas fueron disminuyendo, hasta que al final los pocos que quedaron huyeron.
-Debemos ir tras ellos. -Recomendó Ámber. -No hay que dejar sobrevivientes.
-No, al contrario. -Respondió Chace. -Dejen que le digan a Meliakán que La Unión lo está esperando y lo derrocará.
Hacen un conteo de las bajas, varios de los hombres de Thao. Aryana trata de encontrar sobrevivientes y al hacerlo se coloca junto a ellos y los cura. De la veintena de guerreros sólo quedaron nueve, incluyendo al jefe. La Aldea fue complemente destruida.
Chace y compañía mostraban cansancio pero a la vez satisfacción por el trabajo logrado.
-Gracias. -Agradece el Jefe Thao.
-Por salvar a mi pueblo.-Lamento sus pérdidas. -Responde Chace con sinceridad.
-Pudieron ser más.
-Su aldea ha quedado devastada. _El chico mira a su alrededor con pesadumbre.
-La reconstruiremos, ahora sabemos que los Elegidos están de nuestra parte y nosotros estaremos en deuda con ustedes.
Chace se limita a sonreír, luego se dirige a Ámber.
-Puedes apilar los cuerpos de éstas cosas por allá.
-Claro.
Ámber levanta sus manos y de inmediato todos los cuerpos de los Orgas se alzan por los aires y son colocados cerca de un paredón.
-Cane nos haces los honores.
-Será un placer.
El moreno lanza una bola de fuego y una enorme fogata inicia, haciendo notar al poco tiempo el olor a carne quemada.
-Aryana ¿Más sorpresas?
-No, se han ido.
-Regresen a Siris, nosotros nos haremos cargo de nuestra gente.
Chace asiente y mira Abril que entiende sin palabras y abre un portal. Los cinco ingresan y al momento la puerta se cierra tras de ellos.
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LOS ELEGIDOS
FantasyPortada cortesía de Javiera Sepulveda. Aryana es una chica normal de 17 años, o al menos esa es la imagen que proyecta. Sus padres y ella vienen de otra dimensión y habitan en la tierra para protegerla de la profecía. Pero el Concilio desesperado p...