¡Hola! Ya tenéis aquí el capítulo 51, he tardado un poco en subirlo, pero no he estado en todo el día en mi casa así que nada, no he tenido tiempo para escribir. Hay un nuevo narrador: Joel, que nos va contando que tal por California. Y también lo narra Amanda.
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CAPÍTULO 51
Joel
La calle estaba atestada de gente, gente que iba a trabajar, al médico, a ver a un amigo, o simplemente a pasear. Mientras caminaba entre la gente, me daba cuenta de que cada persona es un mundo diferente. Ajena a las demás personas que pasan a su lado. A sus pensamientos, sufrimientos o alegrías.
Nunca pensé que pudiera echar tanto de menos a alguien. “Cursiladas” era lo que pensaba al ver las películas donde la gente sufría por no poder ver a su pareja. Ahora los comprendía completamente. Allí en California no tenía nada. Mi vida, mi alma y mi corazón estaban esperándome en Francia con una chica de pelo rizado y ojos azules.
Llegué a mi nueva casa, que aunque sea pequeña es acogedora. Una bola de pelo gris vino a saludarme.
-Hola, India.-dije acariciándole la cabeza, ella ronroneó.
-Joel, estoy en el despacho. ¿Has ido a comprar?-dijo mi padre.
-Sí, ya preparo yo la comida, tú no te levantes por mí, no...-dije con indiferencia. Desde que nos habíamos mudado la relación con mi padre estaba un poco tensa. ¿Qué esperaba? Me acababa de separar de lo que más quería.
Para comer preparé unas simples hamburguesas y sin esperar a que mi padre saliese de su despacho me puse a comer. India estaba en la silla de al lado, mirándome, pidiéndome silenciosamente que le diese un poco de comida. No pude resistirme y le di un trozo de mi hamburguesa.
-¿Ya le estás dando comida a eso?-preguntó mi padre entrando en el comedor.
-Sí, y “eso” tiene nombre.
Es no se dignó a responderme, simplemente se comió su hamburguesa, tuvimos una pequeña charla de cómo había ido el día y se encerró en su despacho nuevamente.
-¿También la echas de menos no, pequeña?-le dije a India mientras recogía los platos y los metía en el lavavajillas. Ella maulló en respuesta.
Me senté en el sofá a mirar un poco la televisión. A los 15 minutos ya me había cansado de telenovelas y ya estaba en la calle otra vez. Decidí ir a explorar un poco el barrio, ya que en dos días que llevaba allí solo había salido para ir a comprar o ir algún sitio cerca de casa.
Empezó a anochecer, sí, ya llevaba más de 3 horas fuera de casa, y se me habían pasado como 5 minutos. Había ido por calles casi desiertas. Pero en una de aquellas había encontrado una librería. Estaba escondida, y sin nada que la señalizara. Si no te fijabas puede que hasta pasaras sin verla. Era un sitio pequeño, pero atestado de libros. Era uno de esos sitios que aunque estén llenos de cosas es encantador. La dependienta era una chica de unos treinta años. Era una chica que me enseñó que las apariencias engañan. Llevaba tatuajes, piercings y vestía de negro. Pero le apasionaba la lectura, me dijo que más de la mitad de los libros que había allí ya se loa había leído. Diciéndole que volvería por allí, salí de la tienda.
Estaba caminando cuando se puso a llover. Era una lluvia leve, pero que solo te preparaba para lo que llegaba después.
Cuando se puso a llover de verdad, yo estaba pasando por una pequeña plaza. Vacía, excepto por un banco. Una chica estaba allí sentada, mirando al cielo mientras las gotas la empapaban. Parecía hechizada, viendo las gotas caer. Me acerqué para saber si estaba bien.
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Tú y yo, juntos...
Teen FictionTres amigas. Tres chicos. Tres historias de amor que cambiarán sus vidas. Amanda, Leire y Amelia, son tres chicas de 16 años,que buscan un chico especial que llene sus vidas, pero para conseguirlo, tendrán que superar varios obstáculos que la vida l...