Vigésimo primer café

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-No puedo esperar a que sea mañana.

Mis ansias por visitar las galerías del Vaticano no habían tardado en llegar, y con eso los intentos de Harry para que me concentre en lo que estábamos haciendo. "Estoy concentrada, mi mente puede ocuparse de dos cosas a la vez", respondía cada vez que él me regañaba por mis distracciones.

-No puedes esperar a que sea esta noche -me corrigió él, sacudiendo su pelo con una toalla.

-Ya es esta noche -repliqué-. ¿Qué haremos?

-Te llevaré a un restaurante algo... convencional.

-¿Y eso por qué? -inquirí elevando una de mis cejas.

Harry me sonrió a través del espejo de cuerpo completo de la pared. -Eso es sorpresa, Vi. Ahora ve a ponerte tu mejor vestido, te espero abajo.

(...)

Cuando Harry utilizó la palabra convencional para describir el restaurante, no podría haber buscado una más perfecta. Era el lugar más precioso que había visitado, y me caracterizaba tan bien que asustaba. Había pinturas cubriendo las paredes en su totalidad, una enorme biblioteca con un par de sillones en un rincón (por lo que dijo el rizado, también servían desayuno aquí) y un par de caballetes con lienzos en blanco donde la gente dejaba su marca. Los platos de porcelana con adorables dibujitos en ellos me hizo recordar mi hogar y la calidez de la camarera logró que me sienta nuevamente en la cafetería en que nos conocimos, en Londres.

-Eres increíble.

Harry sonrió, haciendo aparecer sus adorables hoyuelos en las mejillas. -¿Y eso por qué?

-¿Cómo supiste de este lugar? Es decir, es... es perfecto. Nunca habría imaginado que existiera un lugar así en todo el mundo.

-Roma está llena de sorpresas.

Sonreí. -Quién sabe cuántas más hay escondidas por allí.

-Vamos a averiguarlo.

Luego de pagar la cuenta de manera express, Harry tomó mi mano y me arrastró por las frías calles hasta encontrar un parque. Como un niño, corrió y se arrojó al césped, con sus hoyuelos adornando sus mejillas y sus ojos más brillantes que nunca. Le acompañe, mirando las estrellas juntos como aquella vez en la fiesta de compromiso de Gemma.

-Te quiero.

Su confesión me dejó son aliento, aún cuando ya una vez me había dicho cuánto me quería. Giré mi cabeza lentamente, encontrando sus ojos fijos en mí.

-Yo también te quiero, Harry -mi voz salió suave, dulce, melodiosa.

Nos quedamos en silencio nuevamente, disfrutando del silencio de la noche y de la mirada del otro. Cuando volvió a hablar, su voz sonó ronca.

-¿Te gustaría ser mi novia?

Mis labios se entreabren y mi corazón da un vuelco. Mi pulso se acelera, logrando que mis manos comiencen a transpirar sobre mi vestido. ¿Cómo es posible que con sólo cinco palabras mi cuepo reaccione de esta manera?

Siento las lágrimas acumularse detrás de mis ojos. He pensado en este momento muchas veces y lo he imaginado de mil maneras distintas. Pero nada se compara con ésta; nada se compara con todo lo que siento en este momento, todo lo que él me hace sentir. Mi corazón acelerado me da la respuesta: -Por supuesto que sí, Harry.

Y entonces, arrastrándome por el césped que ahora se siente como plumas contra mi piel, me acerco a mi novio, besándolo mientras sus manos rodean mi cintura. Y cuando nos separamos para recuperar el aire perdido, me acurruco en su pecho; y así nos quedamos, sintiéndonos el uno al otro, en el momento más íntimo y especial que hemos compartido.








nota: pensaba subirlo mañana pero es que eS TAN LINDO que no me aguanté

pero osssssea SON NOVIOS QUE LINDA LA VIDA CORAZONES FLORES Y DULCES POR TODOS LADOS ahre

y saben qué? coffee está llegando a su final :( no me quiero despedir de haz y vi (llora)

lots of love, so.

CoffeeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora