Segundo café

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Camino bajo la nieve que cae del cielo hasta la cafetería que está escondida en lo más profundo de Londres. Sacudo la nieve de mi gorro de lana rojo en cuanto entro y pido un café cargado como cada mañana. Veo a Harry en el fondo del lugar pero decido sentarme junto a la ventana.

Desde pequeña he disfrutado los domingos como este, hasta he salido a caminar más temprano.

Tomo un par de sorbos de mi café y saco de mi bolso mi carpeta de dibujo y un lápiz. Busco algo en qué inspirarme en el exterior, pero no encuentro nada que llame mi atención lo suficiente cómo para impulsarme a dibujarlo. Frunzo los labios y dirijo mi mirada al interior de la cafetería.

Con lo primero con lo que mis ojos hacen contacto es con la mata de rizos de Harry y sus largos dedos alrededor de su taza blanca. Deslizo el lápiz sobre el papel y comienzo a dibujarle por segunda vez este fin de semana.

Ya he terminado mi café y estoy lista para pedir un segundo, ya que voy por la mitad de mi dibujo. Levanto mi mirada del papel nuevamente para memorizar los detalles de la taza que Harry sostiene con sus manos, cuando me encuentro con su mirada sobre mí. Abro mis ojos sorprendida y vuelvo la mirada al papel sonrojada.

¿Cuánto hace que me está mirando? No lo sé, pero espero unos diez minutos para volver a mirarle, y, para mi buena suerte, está concentrado en su libro. Gracias a Dios.

Termino mi dibujo cerca del mediodía y me extraña que Harry aun no se haya marchado. Observo mi obra satisfecha con el resultado y guardo mis cosas. Si por mí fuera, me quedaría aquí dibujando, ya que es lo más divertido que puedo hacer, pero decido ir a casa para hablar con mamá y obtener noticas sobre mi familia.

Me pongo mi abrigo y cojo mi bolso.

- Hasta luego, Harry, que tengas un buen día -Saludo al pasar junto a la mesa del rizado. No obtengo respuesta, ni siquiera levanta la mirada.

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