Vigésimo segundo café

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Nuestra habitación se había vuelto un caos. Por la mañana temprano teníamos el vuelo de regreso a Londres y lo que menos habíamos hecho era empacar. Ahora, mirando Un amor para recordar con los brazos de Harry alrededor de mi cintura y un café en mis manos, mis ganas de abandonar Roma son nulas.

—¿Qué harías si yo ahora mismo te dijera que tengo cáncer y que puedo morir en menos de un año?

Hasta los latidos del corazón de Harry se detuvieron. —No irás a decirme que de verdad tienes cáncer, ¿no? Sería muy insensible de tu parte obligarme a ver esta película y encima tirarme esa bomba.

—Respira, Styles, vas a tener que soportarme por un buen rato. Ahora, ¿qué harías?

Sentí sus dedos sobre mi cabello, propinando suaves y dulces caricias. Sus labios dejaron un beso en mi cabeza, quedándose varios segundos allí.

—Te propondría matrimonio.

—Cliché.

—¿Qué más quisieras que ser mía para toda la eternidad?

Reí. Aunque también me volteé sobre mí misma para quedar frente a frente con él. Observé sus brillantes ojos verdes y todo lo que expresaban. Podía ver que él me miraba como algo importantísimo, algo indispensable. Lo que él era para mí.

—Nada. Te quiero —y lo besé con más sentimiento que nunca. Ya habría tiempo para todo lo demás.

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