Capítulo 25

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Después de todo ese ruido que se armó, nos llamaron a todos para juntarnos donde había sido la fogata. Pidieron responsables del acontecimiento, pero ni Jason ni yo nos animábamos a admitir, y se notaba por la mirada que intercambiamos que no había chance de que lo hiciéramos, por lo menos en ese momento. Los profesores –como siempre– dijeron que esto no terminaba ahí, que iban a seguir averiguando, etcétera.

La mañana siguiente nos volvieron a juntar a todos en el mismo lugar, y ésta vez Jason se vino cerca mío para debatir si decirlo o no. La cuestión fue que, tarde o temprano, iban a saber quiénes fueron y así serían peores las consecuencias, por mucha gente que vayamos a perder después de mandarnos al frente (Madison, no hace falta decir).

–Voy a preguntar una vez más, sino el campamento termina acá. ¿Quiénes fueron los responsables de la alarma anoche? –Jason y yo nos miramos una vez mas, decididos antes de levantar la mano. Cuando la empecé a levantar, Jason directamente se paró.

–Fui yo. Tenía hambre y no había más comida en mi cuarto y, bueno... al parecer no soy tan buen ladrón. –¿Qué hacía? ¡Otra vez se mandaba solo al frente! Le pellizqué la pierna y lo reté con la mirada, y me hizo un gesto de "quedáte tranquila."

Pero, ¡obvio que no estaba tranquila! Quería matarlo, pero a la misma vez me parecía un gesto re lindo. De cualquier manera, para que el cargo no fuera tan pesado, me paré yo también y me declaré.

–¡¿Qué hacés, boba?! ¡Tenías todo cubierto!

–Ya lo hiciste antes, no te lo voy a dejar otra vez. ¿Tan egoísta pensás que soy? –le dije riéndome para aliviar la tensión. Madison parecía más quebrada que enojada y, por lo tanto, se paró y se fue antes de que todo el colegio la viera llorando.

Intenté ir a buscarla pero los profesores me frenaron antes y nos llamaron a mí y a Jason para que vayamos a su cabaña; el director Brown estaba ahí. Primero mira a Jason normal pero, al verme a mí, se tapa los ojos con una mano y suspira en decepción.

–Estaba esperando que no fueras vos también, Diamond. –Yo estaba avergonzada, no me había mandado una a propósito, no quería que se decepcionara. Una vez que le contara los hechos lo iba a entender, ¿no?

–Mire, si me deja explicarle cómo fue todo desde mi punto de vista y con Jason afuera va a darse cuenta que no tiene nada de qué decepcionarse. ¿Puede ser? –pregunté inocente. Brown asiente con los ojos cerrados y Jason se da la vuelta y se va.

Le expliqué con detalles a Brown lo ocurrido y lo mal que me sentía al decepcionarlo, porque ambos sabíamos que yo no era así de meterme en líos. Entendió perfectamente y ni siquiera le pidió explicaciones a Jason porque las mías bastaban, ni tampoco nos dio castigo. Pero todavía quedaba un tema pendiente: Madison.

Cuando salimos de su cabaña, con Jason decidimos ir a buscarla. Ella estaba en el lago con Claire y, al vernos juntos, dijo:

–Lo que me faltaba. Que ahora estén juntos también en mi cara.

–Mirá, Madison... –empezó Jason, pero lo frené y lo miré con la cara de "dejámelo a mí, yo sé cómo se hace." Jason se dio la vuelta y se fue a hacer la suya, me hizo un gesto y con los labios me dijo "Avisame cualquiercosa." Asentí y se fue.

Otra vez, repetí la historia de lo que había pasado anoche. Obviamente que no le dije lo que Jason me había dicho sobre ella, pero el resto estaba todo dicho. No sé si lo entendió muy bien, no parecía estar bien conmigo pero tampoco enojada. En fin, era mejor que estuviera neutro conmigo en vez de que me odiara. Pero, aparentemente, me seguía odiando.

A todos lados donde iba, todos me miraban y señalaban. Hasta en una me gritaron un "¡Buitre!" y "¡Roba-pibes!". ¿"Roba-pibes"? No, "¡Trola!" me habían gritado. No me importaba mucho, pero no quería tener una reputación de mala amiga que le saca el novio. Fui a buscar a Jason a plantearle qué había hecho. Lo encontré en el muelle con sus amigos, entre uno de los cuales me dice:

–Debe haber mal olor acá porque llegó el buitre –un par de bobos le chocaron los 5, pero Jason los miró desentendidamente.

–De eso te quería hablar –la cara de Jason ahora era preocupada. No sabía si se estaba haciendo o si era en serio, pero le salía muy bien.

–¿Qué pasó? ¿Ya te lo dijeron durante el mediodía?

–No, ¿a vos qué te parece? ¡Todo el colegio me tiene de trola! –grité, no me controlaba.

–¿Y a vos qué te importa? Si sabés que no sos así.

–Pero, ¿vos dijiste algo? ¿Por qué nadie te dice nada a vos?

–Yo qué sé, será que entre los pibes pasa seguido y no me dicen nada. Si te vuelven a decir algo avisame, ¿sí? –dijo tocándome el hombro, pero lo saqué bruscamente.

–No me toques –dije yéndome. Me estaba cargando, en serio. ¿No se le había ocurrido una excusa mejor? Ahora la que está en quilombos soy yo, y todo por su culpa. Era obvio que iba a pasar, no sé cómo no se me había ocurrido antes.

Me fui a mi cuarto a encerrarme y quedarme sola, pero no iba a llorar. Tampoco me parecía la gran cosa, pero no estaba bueno que todo el colegio te odiara, una vez más. La única que, una vez más, estaba conmigo era Eugenia; ella me conocía y sabía que era incapaz de hacerle algo así a una amiga a propósito, aunque ella me lo hubiera hecho antes a mí. No era resentida y mucho menos con mis amigas, por muy chamuyeras que fueran.

Por suerte, quedaba solo ese día y otro más del campamento, el cual llovió. Ninguno tuvo la oportunidad de bardearme, por suerte. ¿Lo peor de todo? Jason todavía no me decía nada, ni siquiera perdón. No me buscaba para nada, ni siquiera para hacerme compañía. No pedía que me vaya a consolar, (bueno, en realidad sí) pero esperaba que por lo menos me hablara, y ni siquiera. Ya estaba, Jason se había ganado mi odio de por vida. No había cambiado nada, todo lo de la otra vez había sido mentira. ¿Cómo fui tan estúpida?

Within Hate (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora