Estoy en el salón, subido encima de la mesa, colocando los últimos adornos para la fiesta de disfraces que celebraremos en menos de dos horas.
Yo iré de la época de los sesenta. Pantalones campana y esas cosas, aunque he optado por un esmoquin blanco.
Anthony se ha vestido de hippie y Dían de ángel. Tiene la cara llena de purpurina plateada.
-¿Dónde está Dión?-pregunto.
-Se está vistiendo.-responde el batería.
Es entonces cuando Dión sale de su habitación, y gracias a Anthony no me caigo de la mesa.
-¿Pero qué cojones...?
-¿Estoy sexy?
Si alguna vez en mi vida pensé que ya lo había visto todo de mi primo, me equivocaba. Dudo que Dión deje de sorprenderme alguna vez, y es que se ha pintado los ojos y los labios con purpurina líquida, se ha hecho coletitas en la parte superior de la cabeza y se ha vestido con unas mallas blancas de gimnasta y un tutú rosado. Incluso se ha pintado las uñas.
-¿Vas de gay de psiquiátrico?-le pregunta Dían.
-No, yo creo que va más de quinceañera chiflada.-digo.
-Soy una bailarina, idiotas.-nos dice.
Lo miro de arriba abajo.
-Bonitas piernas.
Se pone de lado.
-¿No creéis que el tutú me hace el culo gordo?
Enarco una ceja, pero es Anthony quien le responde.
-Tu siempre has tenido el culo gordo.
En ese momento suena el teléfono de la casa. Lo cojo.
-¿Diga?
-Hola, le llamo del hospital Beth Israel, soy el doctor Bryan. ¿Es usted pariente de la señorita Annie Parker?
Se me hiela la sangre, pero inmediatamente agradezco haber sido yo quien ha respondido al teléfono y no otro. Siempre ha sido el que más ha sabido controlar las emociones.
Trago saliva y miro a Dían por encima del hombro. Está pinchando a Dión con un paraguas para hacerlo bailar.
Intento hablar lo más bajo posible.
-Soy su cuñado.-le digo.
-Era para darle la noticia de que la señorita Parker acaba de ingresar en el hospital. Está de parto.
Se me vidrian los ojos.
-Ahora mismo voy, muchas gracias.
Cuelgo, y me giro hacia los chicos.
Anthony es el primero en mirarme a pesar de no haberle llamado, y él le da un golpe a los otros dos para que me miren.
-¿Quién era, Nathan?-me pregunta mi primo, pero yo miro a Dían.
-Era un doctor del hospital, Dían.-se me dibuja una sonrisa sin quererlo.-Marilyn está de camino.
