10. Me llaman.

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"mi poesía favorita se baila."
–Pablo Benavente

Y el miedo que golpeó
ya no duele.
Aprendí – Luis Fonsi

Me llaman fuerte,
y yo solo lo llamo resistir.
Aguantar.
Querer sin olvidar,
pero dejando atrás cada mañana,
las palabras de alguien.
Mi madre ha sido el empujón,
el flotador que ha impedido que el agua
me impidiera nadar,
seguir.
Me llaman diferente,
quizá porque escribo,
quizá porque ya no lloro.
Quizá porque esperaban verme mal,
y yo solo les he gritado felicidad.
Una felicidad que, ojalá,
estuviera en boca de todos.
Me llaman invencible,
y yo solo sé que me di por vencida
cuando vi que quién prometió una llamada,
una cena,
un abrazo,
ya no estaba.
Y al final llamé yo.
Compré una cerveza,
-para ti, claro-
una cena en condiciones,
encendí unas velas que tú,
te ocupaste de apagar.
Estaba dormida y no pude verte
en medio de esa oscuridad que tú llamabas amor.
Debería haberlo visto,
hubiera entendido mucho antes
que cuando hablara de ti,
debía inventarme la ilusión,
la sonrisa y el tacto
de tu mano cogida a la mía.
Que tú ya no estabas.
Que tú nunca habías estado.
Y que tu abrazo,
ese que siempre decías que me darías,
se había deshecho de mis brazos
de tanta espera y tantos poemas
que en su día
hablaron de ti.
Me llaman.
Y yo ya ni contesto.
Por si eres tú, y vuelvo a llorar de nuevo.
Ojalá me llamaran salvavidas,
y yo pudiera sonreír
mientras susurro que,
en realidad,
tú eres tu propio salvavidas,
hasta que llega alguien
que lo convierte en poesía,
en un baile que sabes que no vas a olvidar.
Me llaman baile,
y yo,
solo lo llamo felicidad.



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