11. Que mi sonrisa siempre va a ser para ti.

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Dicen que el amor es suficiente,
pero no tengo el valor de hacerle frente
Tú eres quien me hace llorar,
pero solo tú me puedes consolar.
Blanco y negro - Malú

Últimamente ya no eres tú la que me abraza cuando ya no puedo más. Hemos cambiado los papeles. No soy tu madre, ni tú eres mi hija, pero solo te intento dar la misma protección que tú me darías. Porque quizá el dolor no pueda borrarlo, pero seguro que alguna que otra sonrisa te he dibujado. Me gustaría decirte que mañana esto habrá acabado, que no habrá más noches en las que nos cueste dormir, ni más días en los que lo único que queramos sea soñar con algo que no tenga que ver con luchar, una y otra vez.

Ahora es cuando le estoy dando más importancia a los sacrificios que hacemos día a día, porque sin ellos, porque sin ti, sé que esas enfermedades, esas personas que les ha tocado sufrirlas, todavía no habrían ni empezado esa carrera. Y sé que lo han hecho, porque cada vez que no pueden más, cada vez que les fallan las piernas, o se les corta la respiración en medio de esa carrera, tú estás ahí para hacerles ver que la meta no está tan lejos, que pueden, que no están solos, que te tienen a ti. Y es que, al susurrarles esto último, veo como vuelven a levantarse, beben un poco de agua, ya más relajados, y empiezan a correr de nuevo. Lo más bonito, es que lo último que escucho, es un gracias.

Y quizá la gente no entienda cuando les digo que tú eres fortaleza. Que la palabra miedo tiembla en tus ojos pero la palabra fuerza no desaparece ni cuando los cierras. Porque tú me enseñaste a levantarme en las peores caídas, y ahora soy yo la que debe recordarte cómo hacerlo cuando no lo recuerdes. Ojalá pudiera prometerte que no voy a caer nunca más, que mi sonrisa va a ser siempre para ti, porque siempre me van a sobrar motivos para hacerlo, aunque a veces deba mentirte. Será que tú, durante todos estos años, no me habrás regalado la tuya cuando la necesitabas más que nunca. Así que ahora voy a hacer lo mismo, pintarte una sonrisa, regalarte una canción, un poema de los míos para hacerte desconectar. (Ojalá pudiera regalarte un viaje. Lejos. Muy lejos.)

Porque ojalá tuviera todo el dinero del mundo para comprar el olvido, y pudiera dártelo en pequeñas dosis, así sabría que, por unos minutos, habrías sido la mujer más feliz de este planeta.

Te quiero, mamá.



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