Después de despedirse del matrimonio Thompson, Alice regresó a su casa. Durante todo el trayecto, estuvo pensando en lo que había descubierto: era la misma persona, La Sombra, como había oído decir a la policía.
Por la tarde llegó a su casa. Pero no lo podía llamar hogar. No tenía a nadie que hiciera de aquella concha vacía un auténtico hogar. Viendo todo su día en perspectiva, no había solucionado absolutamente nada. Había pensado que lo que descubriera en Portland, la acercaría más a su hijo pero no era verdad. Además, lo de la furgoneta verde no la ayudaba. Estaba como al principio: perdida y sola. ¿Cómo había creído que podría obtener más respuestas que la policía?
Sin ser consciente de sus actos, fue hacia la habitación de Dylan. Abrió la puerta y un olor a niño pequeño le dio la bienvenida. Con la ventana ya cerrada, se respiraba una atmosfera de inquietante silencio que hizo estremecer a Alice. Se sentó en su cama y cogió un peluche que estaba al suelo. Era un perrito con un gorro verde. Aun conservaba una pequeña mancha que no pudo sacar. Dylan lloró y su padre le puso una tirita en el lugar donde se encontraba la mancha.
-Así se recuperará, Dylan- le había dicho. La mancha desapareció un poco pero no había marchado del todo. Aun así, su hijo pareció más contento y le abrazó con sus pequeños brazos. El recuerdo hizo llorar a Alice. Se estiró en la cama y al final, se durmió aun con lágrimas deslizándose por su rostro.
A la mañana siguiente, se despertó sobresaltada. Había tenido otra pesadilla pero en esta ocasión, no era solo su marido que moría sino también su hijo.
Durante los cinco días siguientes, los casos de secuestros siguieron y con ello, la desesperación de los padres. Cada día, Alice iba a la comisaría pero nunca le daban ninguna respuesta. Le dijeron que solo podían confiar en que La Sombra, apodo que se había filtrado después de la desaparición de Dylan, cometiera algún error. No eran buenas noticias para la madre, que día tras día se iba consumiendo. Ella veía sus cambios: pérdida de peso, ojeras, dolor de cabeza... En algún momento de la noche siempre pensaba en la flor que le había regalado Nick para San Valentín. Al verla, Alice se sorprendió que fuera de plástico e hizo que su marido contestara:
-Las flores naturales siempre se acaban consumiendo. Su belleza es efímera y solo se pueden contemplar unos días hasta que muere. Por eso no quiero comprar flores que han sido arrancadas de su tierra. En cambio, esta flor de plástico, se puede contemplar todos los días que se quiera, porque siempre conservará su belleza.
Nick siempre solía decir cosas de ese estilo, que hacía que Alice se enamorara un poquito más de él.
Al sexto día, las cosas cambiaron para Alice. Pero, aunque ella aun no lo supiera, no cambiarían para bien.
Una llamada de la policía a las cinco de la madrugada despertó a la mujer de un sueño inquieto.
-¿Diga?- preguntó Alice.
-Buenos días, señora Morgan. Soy el detective Sanders. Siento llamarla a estas horas. Solo quería comunicarle que la policía de Waterville capturó a La Sombra la pasada noche.
-¿Y los niños?- preguntó la señora Morgan, con un nudo en el estómago.
-No lo sabemos. Pero hay más. Dice que no dirá ningún nombre de los niños que tiene secuestrados hasta que alguno de los padres se presente ahí y hable con ella. El problema es que los que han ido hasta la cárcel donde está no han obtenido ninguna respuesta.
Intercambiaron unas pocas palabras más y colgaron. Alice iría hasta la prisión y hablaría con aquel monstruo. El viaje sería largo pero rezaba para encontrar a su niño.
Llamó a su madre y, en aquella ocasión, respondió. Si todo se solucionaba, nunca perdonaría el comportamiento de Madison. Era su madre y la había abandonado en uno de los momentos más dramáticos de su vida.
-Alice, ¿eres tú?- preguntó la madre.
-Sí, mamá. Han cogido a La Sombra. Ahora voy a...- pero un claxon le hizo callar.- ¿No estás trabajando?
-Voy de camino a tu casa. Tuve que arreglar algunos papeles para irme hasta aquí pero ya está todo solucionado. No quiero que hagas ninguna tontería, ¿me entiendes? Deja que la policía se ocupe de los niños y mantente al margen.
-Pero, ¿se puede saber qué coño te pasa? Uno de esos niños es mi hijo, mamá, tu nieto- le gritó Alice.
Su madre estaba a punto de replicarle cuando colgó. Se iría ella sola. Estaba decepcionada con su madre, parecía como si no le importara en absoluto su nieto. Todo era demasiado extraño.
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Desaparecido
Mystery / ThrillerLa desgracia vuelve a casa de Alice la madrugada del 2 de julio cuando su hijo de cinco años es secuestrado. Después de perder a su marido en un accidente de coche un año y medio antes, no quiere volver a experimentar el sentimiento de pérdida. Por...