"We sorry"

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Sus manos temblaban, un nudo creció en su garganta, las lágrimas cayeron de sus orbes dorados, tenía miedo... Mucho miedo. Apretando la mandíbula su temor se mezcló con la furia ¡¿Por qué tenía que ser tan cobarde?!, ¡¿Por qué no podía terminar con esto y ya?!, Solo lograba demostrar cuánta razón tenía Aomine... Apretó el vidrio en su mano izquierda sin parar su mirada desorbitada de las difuminadas cicatrices en su muñeca.

Su sempai no le amaba... Ni siquiera se molestó en comunicarse para saber cómo estaba. Sus amigos no le querían cerca, no solo la generación, sino, los demás también, tampoco había ningún intento de comunicación por parte de ellos... Estaba solo. Completamente solo. Aguantó la respiración, llenándose repentinamente de valor, ya no sería un cobarde, no más, iba a acabar con esto ahora.

Con la mirada llena de determinación y tristeza acercó el vidrio a su muñeca con la intención de causar daño a la vena más visible en ella, y así, desangrarse. Desaparecería, solo un poco más y...

-¡Kise-kun!- exclamó una voz muy conocida para él desde el otro lado de la puerta, golpeándola con fuerza, desesperación, sobresaltando al rubio y haciendo que este soltara de golpe el trozo de vidrio que estuvo a milisegundos de cortar su muñeca, el cual, rodó lejos de él hasta algún lugar de la habitación.

Había estado tan cerca, tanto. El modelo entró en un fuerte estado de shock, intentando que su cabeza procesara lo que estaba sucediendo, simplemente no podía creerlo. La puerta volvió a ser tocada con fuerza, haciéndole brincar en su sitio por segunda vez y logrando sacarle de sus pensamientos.

-Kise-kun, por favor...-pidió con voz temblorosa, en un tono que nunca antes había escuchado en el de cabellos celestes, uno suplicante- Sé que estás enojado con nosotros y que, tal vez, no quisieras vernos más nunca, pero, por lo que más quieras, solo te pido que me abras la puerta y escuches lo que tengo que decir...-el silencio le siguió a esa petición, el rubio estaba demasiado sorprendido como para formular palabra alguna.

Por otro lado, Kuroko, tomó aquel silencio como un rechazo directo, sus ojos se llenaron de lágrimas sintiendo como sus esperanzas eran apagadas... Solo para re-encenderse. No, no pensaba rendirse, no cuando por fin tenía una pequeña oportunidad. Tomó aire, preparándose para hablar, aunque no obtuviera respuesta por parte del modelo.

-Kise-kun... Está bien, no tienes que abrir si no quieres, yo... Yo puedo hablar desde aquí, te ruego que me escuches-dijo el de cabellos celestes. Ryouta cerró sus ojos fuertemente, te va a decir que te odia... Era cierto... De seguro le iba a decir lo mucho que le- Lo siento- ¿Eh?- Lo siento tanto, Kise-kun- pero... ¿Qué era lo que estaba pasando? ¿Por qué Kuroko...? -de verdad no espero que me perdones después de todo lo que ha sucedido... Desde el principio yo supe lo importantes que éramos todos para ti, yo... Yo te vi ese día-confesó, llamando la atención del modelo.

¿Ver? ¿Ver qué? ¿De qué estaba hablando Kuroko?, Continuaba sin comprender nada de lo que este le decía, pero decidió callar y escuchar al más bajo, capaz y así entendía de lo que hablaba.

-Yo te vi... Llorando en los vestidores aquel día que decidimos separarnos-los orbes dorados se ampliaron ante aquella confesión-... Y... No hice nada porque estaba demasiado ocupado pensando en vencer a todos como para consolar a un amigo... Fui un egoísta... Estuve tan equivocado en aquel entonces... No... No solo en aquel entonces, incluso ahora fui un estúpido-hizo una mueca ente el modo en que el de menor estatura se dirigía hacia sí mismo, no lo era, claro que no...

El rubio se recostó de la puerta, pegando su oreja a esta para escuchar mejor las palabras del jugador fantasma de Seirin, quien con voz cada vez más afligida, temblorosa y cargada de culpa, continuaba hablando sin parar.

Don't Play With Me {Pausada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora