Confesión... ¿o algo más que eso?

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¡Perdón por la tardanza! He estado un pelín liada con lo del insti y también había quedado con mi mejor amiga y no he tenido un hueco libre para escribir, pero ahora sí. Tampoco quería tardar mucho porque hay gente de aquí que quiere rebelarse contra mí y dejaré de existir antes de poder acabar la historia jaja, así que... espero que os guste este capítulo taaan esperado, esta vez no voy a ser tan mala :3 ^^ También va a ser bastante más largo de lo habitual porque he decidido ponerlo todo en una misma parte que en dos, para que no sufrieseis tanto por saber la conti xD Pero bueno, espero haber acertado, aquí va...


Pov Shiho

Hace unas cinco semanas que me habían dado de alta en el hospital y pude volver a instalarme en casa. En este tiempo, todo transcurrió como siempre, como si nunca hubiese pasado todo lo ocurrido, volviendo a nuestra rutina de todos los días. Me levantaba temprano y recogía a Shinichi para ir juntos a la preparatoria y cuando llegábamos, los chicos más salidos nos hacían comentarios sobre nuestra relación, a lo que nos seguíamos sonrojando, pero lo más sorprendente es que Shinichi no lo negaba. Cuando terminábamos el horario de clases, volvíamos a casa de nuevo juntos, aunque alguna vez hemos tenido alguna discusión que otra tonta, pero después lo arreglábamos enseguida porque no soportábamos la idea de estar más separados el uno del otro. Cuando llegaba, tomaba una ducha, preparaba la cena y luego me quedaba viendo la televisión o, simplemente, leyendo una revista de moda. Por último, antes de acostarme, cuando no conciliaba el sueño, abría la ventana y me sentaba en el marco, viendo el cielo nocturno estrellado. Me fijaba en la casa de al lado, o mejor dicho una mansión, en la que vivía mi mejor amigo y mi único amor y me iba a la cama feliz, pensando que mañana sería otro nuevo día junto a él.

Así que, con el paso del tiempo, llegó el día de nuestra graduación. Todos los familiares del alumnado acudían para ver el día más importante de sus hijos: graduarse en la preparatoria para comenzar una nueva etapa, en la que ellos decidirán y marcarán sus propias vidas. Yo me sentía nostálgica por recordar los pocos momentos en los que estuve con mis padres y a la vez triste, por no acompañarme en un día tan importante como este. Es inevitable que ocurran ese tipo de accidentes, tengo que dejar de pensarlo, o estaré durante toda mi vida apenada por ello, y como sé que ellos no querrían verme así,  saqué la mejor de mis sonrisas, pensando a cambio que Shinichi estaría a mi lado y no me abandonaría como ellos tristemente lo hicieron. Fue uno de los mejores días de toda mi vida, inolvidable. Hicimos la presentación y luego, un discurso en el que la presidenta de nuestra clase del consejo escolar se encargaba de leer. Después, uno por uno fuimos a por nuestros diplomas de graduados y nos hicimos todos juntos una foto, la cual guardaré por siempre. Por supuesto, esto no quiere decir el adiós, yo lo interpreto más bien como un hasta luego. Estoy segura de que algún día nos volveremos a reunir en un futuro. Ante tal pensamiento, no pude evitar que se me escapara una lágrima de emoción, porque pese a ser algunos muy irritantes, son muy buenas personas, personas que te han acompañado durante toda tu vida o durante una pequeña etapa.

Pasadas unas semanas, cuando estuve totalmente recuperada, Shinichi me invitó a ir a un restaurante de lujo, ya que me debía la cita que me prometió cuando estuve ingresada en el hospital. Yo al principio me negué. No quería que se gastase tanto dinero por mí, pero pensé que nos lo merecíamos los dos por todo lo que hemos pasado. Esta vez, no habrá nada que se interponga entre nosotros, y por ello, estoy más nerviosa de lo habitual. Realmente deseaba que nada sucediese como aquella vez en su cumpleaños, que todo lo maravilloso se transformó en una tragedia. Me preparé como aquella vez: me compré un vestido de palabra de honor de color rojo escarlata, que me llegaba entre las rodillas y por debajo de los muslos. Me puse unos zapatos de tacón del mismo color, aunque un tono más claro y por último, como me puse ese día, una roja decorando mi pelo rosa-rojizo. Me perfumé con una colonia que huele a cereza y me maquillé más de lo habitual, aparentando tener mayor edad y ser más madura. Desde entonces, he cambiado bastante mi físico, mi personalidad y mi mentalidad. 

Nunca dejaré que te separen de mi ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora