la fuente eterna

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Temblando de orgullo suspirabas,

 levantando la mirada

 sin siquiera decirme nada.

No esperé a que abrieras la boca

 y te planté un beso

 que te dejó desconcertada,

 aunque, feliz y algo asustada.

no tardaste ni un segundo en abrirte

 y enlazar tu lengua a la mía hambrienta,

 mientras nos desnudábamos el uno al otro.

 nuestros cuerpos ardian,

quemaban sofocados de deseo y calentura,

nos pedían a gritos

 que ya no aguantaban más.

 tu misma saltaste sobre mi

y dejaste que mi miembro,

erguido y orgulloso

 entrara en aquel volcán,

 donde la lava ardiente era tu sangre

 y tus entrañas, la fuente eterna.

Duele la memoria (poemas en el aire)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora