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Si alguna vez había sentido el peso de 500 toneladas sobre su cabeza, India no lo recordaba.
Sus parpados pesaban como los mil infiernos, mientras trataba de abrirlos y soltaba gemidos por lo inútil que le estaba pareciendo aquello.
Había tenido sueños, la mayoría relacionados con su madre, el novio de esta, sus hermanos y el resto de su familia a la que poco le llevaba el apunte.
Le parecía en sí, desde la inconsciencia, como era que las pesadillas seguían sin parar, y ella como una imbécil no podía abrir los malditos ojos para espantar todas esas cosas horribles que había vivido de niña y adolescente. Sentía que quería llorar, y lo hacía, pero no sentía que estuviera pasando en realidad.
Espantó otra vez un mal sueño. Apenas terminaba uno, se encontraba con otro todavía peor. Sentía caer en el vacío siempre, y luego terminaba en algún lugar con gente más loca que la del País de las Maravillas, lo que le hacía reconsiderar a India sobre el estado de su salud mental.
Lo único que la castaña recordaba era una competencia con San Potter en la cual terminó más que mal. Ella solía resistir bien al alcohol, pero dudaba que las bebidas de Charlie no tuvieran algún "agregado especial", por lo cual tomó nota de ahorcarlo cuando pudiera.
De repente, estaba parada en un prado verde, y de un momento a otro, un hoyo se abrió succionándola hacia abajo.
"Mierda, aquí vamos de nuevo", pensó India, pero eso no evitó que gritara con todas sus fuerzas.
(...)
El lugar donde fue a parar esa vez, era un castillo. Bufó, pero lágrimas se acumularon en sus ojos. Conocía ese lugar de pies a cabeza, era la casa de su padre en Escocia.
Empezó a caminar.
El sol estaba escondiéndose, por lo cual los árboles parecían casi negros contra el astro rey, el césped más verde. India adoraba allí en las vacaciones de verano antes de volver a la Madriguera, solo iba cinco días al año.
Se fijó en cómo iba vestida, al parecer su cabeza-la parte de su inconsciente-cambiaba su ropa como ella jamás lo haría en la vida real.
Llevaba un vestido de encaje negro largo hasta los pies, que la verdadera India Collingwood jamás en su vida llevaría. Demasiado bonito y delicado, ¿cómo demonios puedes subirte a una escoba con eso? Sería su respuesta, y lo era de hecho, cada vez que su madre trataba de que se vistiera acorde a la situación o al lugar al que debieran ir en cada ocasión que surgía algo del Ministerio.
Realmente, ella solía decir que no era para nada la hija modelo que deseaba. Sus hermanos tampoco se quedaban atrás, excepto Gabriel. El perfecto, el educado, el que obedecía siempre a su madre. ¿Cómo se sentía la castaña con respecto a él? Lo aborrecía. Gabriel era lo último que querría ser en su vida, y todos sus hermanos coincidían.
Siguió caminando por los jardines del castillo que conocía y adoraba para poder tirarse a leer un libro con toda la paz del mundo y el lago que había cerca como compañía. Era el único lugar donde podía estar bien consigo misma. Sin presiones. Sin títulos. Sin nada. Ser una chica de dieciséis años con la vida normal de una.
Lamentablemente su paz nunca duraba demasiado. Su madre siempre le recordaba quién era y qué debía hacer. India se hizo rebelde y la enfrentaba desde los 12 años.
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¿Quién necesita una pelirroja? (PAUSADA)
Hayran KurguIndia Collingwood es una chica diferente al resto. En pocas palabras es un chico más al haberse criado entre cuatro hermanos mayores y uno menor, además de su hermana. Aún así, ninguno de los dos entiende qué es lo que les atrae tanto de ella, que l...