Capítulo 1

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Aún sigo aquí, de pie, mirando cabizbaja la lápida de mi madre. Ya no me acuerdo si quiera cuando terminó el funeral, el tiempo corre pero yo no me muevo. Me siento tan sola, mis hermanos se fueron a Estados Unidos para consolarse pero...¿y yo qué? ¿no merezco acaso compasión? Dejan a su hermana pequeña sola después de toda esta tragedia, no lo entiendo.
En el cementerio donde me encuentro no hay nadie, ningún alma que quiera consolarme, nada. Parece que todos se han puesto de acuerdo para dejarme sola.

Siento un escalofrío al notar la mano caliente de alguien sobre mi hombro, me giro con la esperanza de encontrarme a Juuzou, pero no es así.

- Seidou. -digo con un hilo de voz.
- Saeko, ya llevas aquí horas vete a casa.
- ¿Horas? -pregunto con voz ronca.

Él me mira con pena durante unos segundos pero después sonríe.
De repente la imagen de Juuzou sonriendo inunda mi mente.
Las lágrimas aparecen incontrolablemente.

- Saeko. -dice envolviéndome en un cálido abrazo.

Sollozo aún con el recuerdo del albino rondando por mi cabeza.

- Venga te llevo a casa.

Seidou coge mi mano y me obliga a caminar, solo unos pasos después mis rodillas se doblan y caigo.

- Se me han dormido las piernas. -digo fría.

Él me mira confundido, como si yo fuese una Saeko distinta a la que conoció. Mi vista está fija en un punto imaginario donde solo yo, puedo imaginar a mis seres queridos vivos, caminando sin rumbo.

Las manos de Seidou me cargan mientras veo que comienza a correr en dirección a...mi casa, ese lugar lleno de recuerdos del ángel que veía todos los días, ese ángel que me hacía feliz de maneras diferentes, ese ángel que se enamoró de mí de entre todas las personas.

El chico de cabello marrón se para de golpe.

- Ya lle-ga-mos. -dice con la respiración entrecortada.

Me deja en el suelo con delicadeza, meto mi mano en el bolsillo y, como pensaba, encuentro las llaves enredadas en una cuerda roja. Rojas...como sus costuras. Cabizbaja introduzco las llaves, y mientras empujo se abre la puerta. Está todo como lo dejé, los regalos de boda apilados al lado de la pared, la tarta que sobró encima de la mesa...
Al entrar a mi habitación la brisa primaveral mueve mi cabello, la ventana está abierta aunque cubierta un poco por la cortina. Paso la mirada por toda la habitación, hasta que unas letras, escritas al parecer con sangre, me llaman la atención.
Lo que hay escrito hace que las lágrimas no paren de deslizarse por mis mejillas.

Soy tu ángel de la guarda mi Saeko.

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© Te temo pero te quiero: Segunda Parte- Juuzou SuzuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora