CAPÍTULO 2 ☽ Linaje Legítimo ☾

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Iba caminando mientras revisaba mi teléfono en caso de que mi madre me hubiera llamado hasta tropecé con alguien, alce la vista para encontrarme con un chico de cabello castaño, tez clara y con una cicatriz en su brazo izquierdo, la pude ver ya que llevaba puesta una camisa de manga corta. Muy lindo, a decir verdad, pero, lo que tiene de lindo lo tiene de torpe, ya que al chocar hizo que dejara caer mi teléfono.

— ¡Hey! Ten más cuidado. — Hablé molesta.

— ¡Oh! Cómo lo siento, iba distraído. — me dijo apenado mientras levantaba mi teléfono, luego me lo entregó, lo revise y me alivie al ver que encendió y todo en él parecía estar en orden.

— Tienes suerte, si le hubiera pasado a mi teléfono tendrías que haberme comprado uno nuevo.

— En serio, lo siento. — se rascó la nuca.

— Esta bien, me tengo que ir.

— También yo, fue un gusto chocarme contigo. — sonrió.

— Mi teléfono no piensa lo mismo, pero gracias, creo. — sonreí de vuelta.

Seguí mi camino y al cabo de dos minutos aproximadamente ya estaba frente a mi casa, abrí la puerta, entre y luego la cerré, saludé a las chicas para luego subir a mi habitación; me dirigí a mi escritorio y me senté en la silla para ordenar los cuadernos y libros que había recogido de la casa de Alex, y como si se tratase de telepatía mi teléfono sonó y era ella. Contesté.

— Hola Rache, ¿Cómo estás?

— Bien, ¿Y tú?

— Bien, oye, cuando te fuiste de mi casa, ¿no viste nada raro al salir ni en el camino? — sonaba nerviosa.

— ¿Raro como qué? — le pregunté extrañada.

— Pues, ahm, no sé, si tuviste una visión, o te encontraste con alguien o algo. — rio nerviosa.

Pude notar que algo pasaba, su actitud me despertó cierta inquietud.

— No, sólo me topé con un chico. — respondí.

— Ahm, ¿Cómo se veía el chico? — ahora su voz se tornó preocupada.

— Pues, cabello era castaño y tez blanca, súper lindo, pero el torpe me chocó e hizo que tirara mi teléfono.

— ¿Tenía una cicatriz en el brazo izquierdo? — me preguntó alarmada.

— Sí, ¿Cómo lo sabes? — pregunté extrañada y preocupada.

— ¡Por los Dioses! Rachelle, cierra todas la ventanas y puertas con llave, no preguntes por qué, solo hazlo y cuida a tus hermanas. — suspiró. — Ya vamos para allá. ¡David, la encontraron! — esto último se escuchó lejos del teléfono y luego cortó la llamada, en realidad se oía preocupada y yo me quedé unos cinco segundos procesando lo que me había dicho.

Alas Negras: Metamorfosis  | Libro Ⅰ |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora