CAPÍTULO 3 ☽ Entre El Odio Y El Perdón ☾

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Ha pasado un mes desde que conocí a Damond y debo decir que ha sido una experiencia indiscutiblemente desagradable. Él ha estado atormentándome, molestándome y convirtiendo mi vida en una verdadera pesadilla. Sin embargo, siendo sincera, prefiero esta situación a permitirle hacer algo a mi familia. No permitiré que les haga daño. Tengo la certeza de que incluso si me dejo corromper, de todos modos, él buscará hacerles daño. Por eso, no me dejaré vencer tan fácilmente.

Mi madre me llamó avisándome que se me estaba haciendo tarde para la escuela, le dije que iría enseguida alzando la voz para que me escuchara, cuando termine de peinarme me dirigí hacia mi maleta para terminar de empacar lo poco que faltaba para poder irme a la escuela, cuando estuve a punto de guardar mi agenda algo golpeo la ventana, temerosa me dirigí hacia a ella y me incline un poco para ver hacia abajo. Di un grito ahogado y me sobresalté al ver el rostro de Damond que apareció de golpe al otro lado de la ventana, él la abrió y entró para luego quedar mirando mi rostro atemorizado y a la vez enojado.

— No es para tanto, soy un demonio no un fantasma.

— ¿Cuál es la diferencia? — dije mirándolo mal.

— Olvídalo. — se dirigió a mi cama y comenzó a buscar algo en el costado de ella — ¡Hey tú! — llamó mi atención. — ¿Has visto un amuleto por aquí? — me preguntó frío. Iba a responder, pero mi madre me llamo.

— Tengo que irme. — dije con afán para luego dirigirme a la puerta, cuando estuve a punto de abrirla Damond me detuvo agarrándome fuerte del brazo haciéndome girar.

— Te pregunté algo, responde. — me ordenó.

— Suéltame, estúpido. — Me solté de su agarre y cerré la puerta antes de que pudiera decir algo. 

Bajé las escaleras y al ver que mis hermanas no estaban, decidí preguntarle a mi madre, quien salía del baño en la planta baja. Me dijo que mis hermanas se habían ido sin mí por lo tarde que era, así que sin mencionar una palabra más, tomé una manzana del frutero de la mesa y salí a toda prisa rumbo a la escuela.

Al llegar tomé asiento en mi lugar y me pareció extraña la ausencia de mis amigas en el salón; nunca faltan a clase sin avisarme antes. Les enviaré un mensaje más tarde. 

Lo único que percibía era el tarareo del maestro, mientras mi mente vagaba. Por más que lo intentaba, la concentración me eludía. La noche anterior, Damond irrumpió en mi habitación y no me dejó dormir. Para colmo, mi despertador falló, condenándome a despertar tarde, y ahora el sueño solo agrava mi distracción.

 Tenía clase de historia, una asignatura que nunca ha sido mi fuerte debido a mi pésima memoria, así que ya podrán imaginarse el resultado habitual. Me esforzaba por prestar atención, anotando cada palabra que el profesor decía, aunque en realidad no procesaba nada. Mis pensamientos seguían nublados, y por más que lo intentaba, no lograba concentrarme. La presencia de Damond rondaba insistentemente por mi mente, y aunque trataba de apartarlo, su recuerdo permanecía, inquebrantable.

Alas Negras: Metamorfosis  | Libro Ⅰ |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora