Parte 4

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Capitulo Cuatro

Naruto miro los números de la calle y, cuando encontró la modesta casita que estaba buscando, aparco su automóvil.

Mientras atravesaba la pradera de césped, inspecciono la fachada. Había macetas llenas de flores y algunos arbustos por el césped.

El Uzumaki se quito las gafas de sol y llamo al timbre. Era sábado por la tarde y hacia muy buen tiempo, así que Hina podía estar fuera de la casa haciendo algún recado o con alguna amiga.

Volvió a llamar al timbre. Era conciente de que llamarla por teléfono e invitarla a cenar no le iba a funcionar porque ya lo había intentado y ella ya le había dicho que no quería salir con el, así que había decidido presentarse en su casa sin avisarle con la idea de ofrecerse a ayudarla con lo que le quedara de la mudanza y convencerla en el proceso para que cenara con el.

Seguro fuera de la oficina estaría más relajada. Además, sentía mucha curiosidad por lo que estaba ocultando. El rubio estaba convencido de que tenía un gran secreto. Aparecer en su casa de repente era un buen método para descubrir de qué se trataba.

Con ese pensamiento en mente, llama por tercera vez al timbre. Después de esperar un rato y resignado a que no había nadie en casa y a que iba a tener que volver otro día, se giro para irse cuando una risa le hizo detenerse.

Escuchando atentamente, decidió que la risa procedía de la parte trasera de la casa, así que encamino sus pasos hacia allí, cruzo la pradera, dio la vuelta a la esquina y tomo el camino que llevaba a la parte de atrás. Mientras se acercaba, oyó a dos personas hablando.

-El naranja mamá.

-Muy bien. Un momento cariño.

La segunda voz era de Hinata. Mientras intentaba darle sentido a lo que acababa de escuchar, giro la esquina y se encontró con la peliazul de espaldas a el, sentada en una silla de plástico. Enfrente, había una niña. Estaban pintando con las manos.

La niña lo miro fijamente. Naruto la miro y sintió que se quedaba sin aliento. Aquella niña de pelo oscuro tenía unos ojos celestes enormes. La niña debía tener unos tres años, lo que significaba que...

El Uzumaki se quedo helado. La niña sonrío y lo señalo.

-Mamá, ha llegado un hombre.

La Hyuga giro la cabeza hacia el. Cuando lo vio, lo miro con los ojos muy abiertos y palideció al instante.

Naruto se dijo que le debía una gran explicación. Lo cierto era que no necesitaba que le dijera quien era aquella niña. Lo sabía perfectamente. Por la reacción de la ojiperla, era evidente que era su hija.

-Hola, Hinata- la saludo tranquilamente a pesar de que estaba furioso.

-*Delante de la niña, no*- le imploro Hina con los ojos.

-¿Y quien es esta preciosidad?- pregunto el ojiceleste mirando a la pequeña, la niña se río.

-Me llamo Himawari.

En aquel momento, se abrió una puerta.

-Perdón, ya se que llego tarde.

Naruto se giro y se encontró con una chica joven de unos veintitantos años de pelo rubio y largo. La morena se puso de pie.

-No pasa nada Shion. Himawari y yo estábamos pintando un poco mientras esperábamos.

Uzumaki se dio cuenta de que Shion lo miraba como si lo hubiera reconocido, tal vez hubiera visto fotografías suyas en la prensa.

-¡Me llamo Himawari y me gusta el naranja!- a pesar del momento, a Naruto le hizo gracia la salida de la niña. Desde luego, tenía personalidad.

-Vamos a recoger cariño- le dijo Hinata.

La Venganza PerfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora