Capítulo 3

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Me espanté al sentir a mi bebé patear muy fuerte, puse la mano en mi vientre y froté suavemente. Salí de la cama y me dirigí a darme una ducha, hoy vería a mis padres después de unos tres años, las ansias de sentir su presencia eran inmensas. Llené mi cuerpo de gel y dejé que el agua acariciara mi piel, lavé mi pelo para relajarme más y me envolví en una toalla blanca, abrí mi maleta y saqué un camisón, necesitaba estar algo cómoda, la fatiga acaba conmigo.

Bajé las escaleras y vi a Sandra con una señora de pelo cobrizo a nivel de sus hombros conversando, supuse que era mi madre, mis ojos se nublaron cual carretera llena de niebla, giró su mirada y nuestras miradas se cruzaron. Se puso de pie y corrió hacía mí y me abrazó fuerte. Empecé a llorar de emoción, la extrañaba mucho, necesitaba tenerla cerca, es mi más preciado tesoro.

—Mi pequeña princesa —tomó mi cara en sus manos y limpió mis lágrimas—. No sabes lo mucho que te eché de menos, estás muy pálida, ¿Qué te hizo ese maldito?

Volvió a abrazarme y lloré aún más, al fin sentía paz, mi madre estaba conmigo y estaba bien.

—Mamá —sollocé—, él me maltrató, abusó de mí, no sabía que iba a convivir con semejante bastardo. Huí de sus garras, ya no aguantaba más. Todo lo hice por ti y gracias a Dios estás bien. Te amo, mamá.

—Yo también te amo, Danielle —besó mi frente—. No quería que te entregaras a ese hombre, yo imaginaba un futuro mejor para ti y ese ogro no estaba en los planes mi cielo. Ya no volverás a verlo, ni él podrá acercarse a ti, primero que me mate.

Le di un breve abrazo y nos sentamos, delante de Sandra le expliqué cómo habían sido los años de prisionera que tenía, mi madre no soportaba escuchar todas esas horribles cosas. Está muy feliz porque será nuevamente abuela, yo era la única de sus tres hijos que no tenía un matrimonio normal y saben cuales eran las razones, mi hermano Rafael no estuvo de acuerdo con mi decisión acerca de unirme a Ashton, pero ya era una pelea que yo hubiese ganado. En cambio Tiffany, mi hermana menor, me comprendía más, ellos también me hacen bastante falta.

-¿Cómo están Rafael y Tiffany, mamá?

—Muy bien, no dejan de preguntar por ti, ellos saben que no tenía ningún tipo de comunicación contigo. Tu hermano tiene una hermosa niña llamada Nayoni de un año, y Tiffany está embarazada de gemelos. Me dijo que tiene mucho que contarte —sonreí de felicidad.

—¿Y papá? ¿Cómo está?

La cara de mi madre se tornó algo pálida, se veía triste y desconcertada.

—¿Qué sucede, mamá? ¿Hay algo que no sé aún?

Se le escapan dos lágrimas de los ojos y me mira.

—Danielle, tu padre murió de un ataque cardíaco —llevé ambas manos a mi boca—, la carga de saber que te vendió lo llevó a la depresión y murió hace un año.

Mis ojos se llenaron de lágrimas. Dios, mi padre estaba muerto y ni siquiera lo pude ver, a pesar de todo lo que nos reclamaba nos hizo chicos de bien. No puedo creer que me haya perdido los últimos años de vida de mi padre, logré salvar uno, pero al final otro tuvo que partir.

—¡Dios! mamá, no lo puedo creer —limpié mis ojos llorosos—. Nada de esto hubiera pasado si ese hijo de puta no hubiese llegado a nuestras vidas.

—No digas eso, Danielle, tu padre los vio crecer y graduarse. Eso le hizo irse feliz a un mejor lugar, estaría orgulloso de saber que sería abuelo. Sus nietos son todo para él.

Recosté la cabeza del hombro de mi madre y la abracé.

—Ya le conté a tu madre lo que tenías pensado hacer de ahora en adelante, la empresa de tu padre quedó a tu cargo. Por ahora Rafael está tomando tu lugar, pero al ser tu la única que se dedicó a lo de las construcciones, pues es toda tuya, ahora tendrás tu propio imperio—dijo Sandra.

Hasta Ayer©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora