9.

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Es confuso a veces o quizás siempre, porque soy un joven enamorado.

Entonces llega el problema de que pienso que ella también lo está de mi, que ella me mira de la misma manera en la que yo lo hago, que siente revolver su estómago cuando nos vemos, que es feliz al saber que está enamorada de alguien que también le corresponde porque es muy obvio.

Por qué muestro que soy el joven de 19 años que está enamorado de aquellos ojos avellanas, de las arrugas al lado de sus ojos y sus perfectas líneas tristes de su boca, del saber de la mujer, de la experiencia y de su belleza en totalidad.

Que la miro como si no hubiese nada a mi alrededor, que se me olvida del mundo cuando estoy cerca de ella para concentrarme en sus movimientos y la temperatura que emana, que cuando la veo sonrío con las mejillas rosas y mis brazos se expanden pensando que ella va a correr a los míos para refugiarse en ellos.

Que si se profundizará en mi mente varonil, descubrirían tantos deseos sexuales que quiero hacer con ella. Besarle la boca despacio, tiernamente, salvajemente, morder sus labios y estirarlos un poco hasta que pronuncie mi nombre. Recorrer con mi boca su cuerpo. Detallarlo con mis manos y moldearlo. Saborear. Disfrutar.

Que si se quiere llegar a mi corazón no lo van a encontrar, porque ella lo tiene en sus manos y quiero también mantener el suyo en las mías.

Por que ya todo es evidencia de que la amo.


HUMANOS | Julian BrandtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora