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Ignorando al humano posesivo que se ha metido en mí camino por mis errores, los cuales no me canso de arrepentirme. Aunque el arrepentimiento es solo el hecho de que ella me trate con afecto frente a Cila.

 Lo demás no importa porque muchas veces estamos ella y yo –y mi error-

Pasar el tiempo con la familia Mirković, ha permitido llenarme el alma y deslumbrarme con todo su encanto. La manera sumisa de tomar el té mirando el bosque que adorna su finca a las afueras de la ciudad, como acopla la taza en sus manos con cicatrices de experiencia y respira el olor de la manzanilla hirviendo.

Su manera única de demostrar afecto, en los campos que yo la he visto ha sido solo su hija, amigos cercanos y animales.

A veces me pregunto de cómo serán sus manos en mis mejillas mientras me sonríe con ternura, que bese con sus labios mi mejilla y no como lo hace solo conmigo de pegar el cachete con cachete sin tener contacto de los belfos en ellos, de que me dé un abrazo y pueda tener su olor penetrante de crema francesa para poder recordarla para siempre.




HUMANOS | Julian BrandtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora