No di la historia detallada de cómo pasó todo.
Fue un día tranquilo sin alboroto alguno en los campos, a todos nos tocaba gimnasio mientras que los que sufrieron lesiones les tocaba recuperación en las canchas.
Yo los observaba por el ventanal deseando nunca estar en su lugar, que siempre fuera yo la persona que los viera y no una mirándome sintiendo lástima por mí por estar lesionado.
Suspiré y di la vuelta, en ese momento me di cuenta que estaba solo y me pregunté por cuánto tiempo me habré quedado mirando.
Cansado quite mi camisa y escuche una pequeña risa que me hizo darme cuenta que tan solo no estaba.
Mordía su pulgar mirándome con deseo de arriba abajo, escaneándome.
Mi instinto hizo que le devolviera la misma mirada agregando un guiño para luego salir y sentir que me perseguía por el lugar. Reí triunfante sintiendo a mi presa y me detuve para entablar una corta conversación con ella.
Se llama Laurel, pero le gusta que le digan Laureles. Aunque solo le dice a los hombres que la llamen así, porque siente el jugar de la lengua cuando se pronuncia, en su parte intima.
No pasaron cinco minutos de conversación para que Laureles empezará a tocar mi pecho desnudo con un dedo y me pasara corriente por todo el cuerpo ante su sensualidad. Luego pasó lo que mencione anteriormente, me dijo que si quería ir a su casa para pasar el tiempo.
No lo pensé y la tome de las caderas la pegue a mí hasta que me sintiera y luego la bese con éxtasis.
Ambos salimos corriendo del lugar como los adolescentes hormonales que somos a su casa.
Me tomó del cuello, me besó, me permitió, y pasó. (No voy a detallar todo lo que pasó por qué es privada esta parte)
Terminamos tirados en el mueble principal de su casa.
Les digo que lo que me incitó a hacerlo no sólo fue el hecho de la sensualidad con la que me atrajo, también me atrajo el color de sus ojos, sus labios, su piel y sus características similares a Cila, la cual omití en mi mente cuando la mujercita se apareció en mi camino con sus mismos rasgos.
Fui al baño, lave mi rostro y me vestí dispuesto a irme sin mirar atrás.
Entonces salí del lugar y para mi sorpresa ya éramos tres en la casa. Con vergüenza llegue a la sala y la imagen de las dos mujeres hizo que tragara saliva fuertemente.
Sentí mi mundo parar al igual que mi corazón cuando vi a mi hermosa mujer al lado de Laurel.
Martha abrió los ojos y los labios con sorpresa al verme, luego yo la acompañe en el gesto cuando la jovencita dijo:
"Madre, te presento a mi novio Julian."
ESTÁS LEYENDO
HUMANOS | Julian Brandt
RandomSolo quiero que guardes el secreto porque todos somos humanos y tenemos derecho a enamorarnos. ©LiebeReus