Algunas veces hasta los monstruos de historias de terror tienen más conciencia y valores que simples humanos.
Recuerda que los verdaderos monstruos no están a la vista de todos.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
❝ El monstruo ❞ bajo la cama
❝ Intenta habla con eso; tal vez quiere ser tu amigo❞ Esas fueron las palabras que salvaron su vida, en una calurosa noche de agosto cuando tenía cinco años y medio. Esas palabras salieron de la boca de un niño del colegio quien dio su idea a la tímida niña que pregunto que hacer con el monstruo bajo la cama.
El reloj digital en su mesilla de noche brillaba marcando las 1:04 AM en letras rojas. Había esperado días para poder hablar con el monstruo bajo su cama. Desde hace una semana que la despierta pero nunca sale de su escondite.
Paso noches evitando mirar bajo su cama por si se la llevaba a quien sabe donde, pero peor lugar que su propia casa no había.
—Intenta hablar con eso; tal vez quiere ser tu amigo —Murmuró tomando su cobija. Había fingido dormir rato atrás cuando su padre entro a su habitación y nuevamente la toco, solo que esta vez no llego a más. Estaba muy ebrio para hacer algo.
Igualmente el miedo se apoderó de su cuerpo y apretó sus manos contra el edredón mientras respiraba lentamente fingiendo un sueño. Había escuchado a una maestra hablar de bloquear los malos pensamientos pero difícilmente lo creía.
El miedo la consumía día a día, hasta que se volvió rutinario y ver perros enormes que ladraban no le causaban escalofríos, tampoco ruidos extraños como el crujir del suelo, y otras cosas que causarían estragos y miedo en alguien de su edad. Su miedo era vivir otro día, atrapada en esta rutina infernal.
No fue hasta que lo escucho y mucha de su atención se dirigió a ello. No lo había pensado de ese modo, el hecho de que hubiera algo debajo de su cama no significaba que quisiera lastimarla, ya lo habría hecho. Quizás estaba con miedo como ella y no quería que le hicieran daño.
Si ella fuera un monstruo y supiera o presintiera que cosas malas pasaran, no saldría de su escondite. Tal vez fue simplemente tímido y esperaba a que ella se le acercará y lo invitará.
Su inocente y joven cerebro entendió lo que significa ser tímido. Ella casi no hablaba en el colegio o en el jardín mucho menos desde que su madre se fue de viaje, como se lo informó su padre desde hace tres meses, fecha desde que su padre la tocaba en sus partes de niña. El miedo y el no hablar a causa de ello se hizo frecuente. La maestra lo había notado pero no hizo comentaron alguno más que el que era poco sociable con niños.
¿Como siendo tan pequeña y sin que nadie la cuidara, iba a gritar lo que estaba viviendo? Debía guardarlo, reprimirlo.
Había reprimido tanto ya.
Así que se levanto con cuidado, con los pies descalzos, e intentando no hacer ruido alguno sobre la madera del suelo que siempre rechinaba. Su pijama blanco con turquesa cubría sus hematomas.
Se arrodillo junto a su cama y tiro del borde del edredón como una cortina en un teatro.
—¿Monstruo? —Susurro a la oscuridad que había. Intentó el enfocar algo más allá pero la oscuridad le ganaba.