Capítulo 14: Contigo o sin ti

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El secreto es que con o sin Mackenna en casa, mi vida apestaba de todos modos. La única diferencia era que cuando Mackenna estaba, tenía que dar explicaciones sobre a dónde iba o qué iba a hacer. Sin Mackenna mi vida era más... Silenciosa.

Para mi breve fortuna Cole tenía reglas con Mackenna que explicaba y reforzaba con todo detalle porqué ella era tan estirada. Luego de su divorcio, Cole y la mamá de Mackenna (una mujer cuyo nombre desconocía) seguían coincidiendo en sólo una cosa; la educación de su hija. Así que Mackenna asistía a una escuela cuyas siglas bien podrían ser PPPP (Preparatoria Privada Pupila para Puritanas). Porque sí, también era sólo de niñas. La preparatoria Cuatri-P estaba a media hora en auto desde mi casa. Así que, dos días antes de que mis clases dieran inicio, veía desde la ventana de mi cuarto cómo Cole y mi madre ayudaban a Mackenna con su maleta y sus porquerías del colegio.

Luego de dos meses de convivencia, las cosas entre Mack y yo estaban mejores. Desde luego no como cuando éramos pequeñas, pero al menos entonces si le decía algo grosero, ella podía asegurar que yo bromeaba. Y en realidad lo hacía.

No podía evitar que una parte de mí tuviera ganas de llorar por verla partir, así que simplemente no estaba súper emocionada con la imagen que estaba detrás del cristal.

Mi madre alzó la cabeza y su mirada me encontró espiando. Sus ojos se entrecerraron, pero no con curiosidad, sino con una orden silenciosa. "Baja ahora mismo, Chloelle". Puse los ojos en blanco como si me molestase cuando en realidad estaba aliviada de tener una buena excusa de por qué estaba despidiéndola. Si Mackenna preguntaba, le diría que mamá me había obligado, sólo para que no viera que de verdad me importaba lo suficiente como para no querer que se fuera. Otra vez.

Si lo admitía en voz alta, si decía que la quería, quizás el dolor en mi pecho aumentaría y descubriría que no sólo era tristeza, sino también miedo. Demasiado familiar.

—Lo que sea, Mack. —Le dije, una vez que estuve junto al auto. Ella se volteó y sus ojos marrones sonrieron al verme—. Cuidado con los chicos mientras no esté para cuidarte.

Ella había reído, aligerando el ambiente y luego dijo algo que no recuerdo completamente porque mi cabeza estaba cargada de muchas otras cosas. Retrocedí unos pasos y Mackenna se subió al asinto trasero de la camioneta, Cole conduciría y mamá serviría de apoyo moral. Por alguna extraña razón, mi madre me lo dejó pasar cuando le hice saber mi decisión sobre no querer acompañar a Mack a su escuela Cuatri-P.

Antes de tomar su lugar an el auto, ella me dedicó algunas amables palabras.

—No tardaré más dos horas en volver —su tono de voz era cuidadosamente bajo—, pero Daria vendrá dentro de unos minutos, para asegurarse que no prendas fuego la casa.

Puse los ojos en blanco, ahorrándome el detalle de que yo no iba a estar ahí dentro de veinte minutos de todos modos así que, si la casa se prendía fuego, no iba a ser por causa mía. Me molestaba de sobremanera cuando mi madre me decía lo que tenía que hacer. Como si supiera lo que me gustaba mejor que yo.

Por eso, cuando vi la camioneta desaparecer en la siguiente manzana, solamente me acerqué a la puerta para cerrarla con llave. No estaba segura si Daria tendría una copia, pero no era como si fuera mi problema. Y, si lo era, no me importaba, porque, luego de mi madre, Daria era la segunda persona más molesta que yo conocía. Quizás incluso estuviera por encima de mi madre, ya que solía ver a Daria más seguido.


Sonreí cuando atravesé el camino hacia la salida. Nadie estaba preguntándome donde iba. 

Amaba la casa vacía. 

El cliché según ChloeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora