1 de Octubre 2000

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"Se forjó la meta de permanecer con ese sueño durante cierto periodo del tiempo, y ahí, justo cuando el plazo venciera, se dedicaría a alcanzarlo. Por que durante ese tiempo, ese era su motivo de ser, y de existir, y de vivir, y de sentir.

-¡Ven, que cientos de cosas se avecinan! -dijo el hombre de las mil y una piezas sin valor en su bolsa-. Tanto tiempo anhelando la esperanza, y hoy por fin la volví a obtener."

Cuántas veces no leyó Luis aquel párrafo. Era el libro que hacía tiempo, había sido el regalo de tantos meses de Yedid. A veces pensaba que ella le había avisado mucho su partida. Le había otorgado señales que él en su enamoramiento tan profundo no había podido observar.

Recordaba cada facción, cada mueca, cada guiño que ella hacía, todo por verlo reír. Yedid siempre decía que una bonita sonrisa ponía débil incluso al más serio. Y tenía razón, ella siempre se sentía así con él. Siempre sentía que el mundo estaba en la palma de sus manos, ella era feliz. Era demasiado feliz.

Pero para él, cada palabra, incluso en los recuerdos más bonitos, desvanecía aquel rayo de alegría que el podía limitarse a sentir. De verdad Luis necesitaba un consuelo.

Le era demasiado difícil dejar atrás todo lo que alguna vez fue, y hoy, lamentablemente, ya no era más.

No era perfecto, había demasiadas cosas que él tenía planeado hacer antes de que ella se marchara. Tanto por decir, tanto por ver... Él había encontrado una razón para seguir adelante. Era fácil que todo le saliera bien junto a ella.

Siempre había sido ella su Continuar hacía adelante. Una meta más allá de todo, que él quería lograr en su compañía.

Siempre repetía que incluso ella era un tesoro para él. Uno enorme. Aún no siendo joyas, para él, era la cosa más brillante y preciosa que había buscado durante largo tiempo. ¿Por qué últimamente estaba más decaído que de costumbre? ¿Por qué se sentía aún más deprimido que de costumbre? Dios, ¿Por qué aún no lograba superarla?

Es que, a pesar de todo, él siempre tuvo clara una cosa desde que la conoció. Cuando uno ve, aprecia. Cuando uno observa, quiere. Y ahí, cuando uno conoce... ama.

-Dios, voy a perder el juicio por ti... -cerraba la puerta con seguro, otra vez.








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