La cabeza de Luis estaba casi por estallar.
No sólo por el hecho de que su madre se volviera completamente loca por las compras desde hace una semana o que su padre le siguiera el juego. No solo el hecho de que todos sus amigos planearon salir en año nuevo a cualquier lugar al que él habría ido hace muchísimo tiempo sin él para no hacerlo sentir mal, o que faltaban solo unos cuántos minutos para terminar el año y sus vecinos ya estaban hasta la coronilla de ebrios.
No, no era absolutamente nada de eso.
Era el hecho de que la pasaría solo, sin nada más que recuerdos invadiéndolo cada segundo. Sin nada más que un sólo nombre rondando en su cabeza.
El tiempo pasaba rápido, y él lo sabía. Sabía lo mucho que había dejado pasar por el simple hecho de haberse creado una barrera frente a todo. Frente al mundo. Frente a la vida. Había entrado en un estado de ansiedad sin permitir que otros le dijeran lo que él ya sabía y, sin embargo, no quería admitir. Había perdido las ganas de intentar salir de ese encierro mental al que se había metido. Luis se había convertido en un ermitaño.
Y eso le molestaba. No poder superar a Yedid le molestaba. Porque sabía que al hacerse daño, también se lo provocaba a los demás. A sus amigos, a su familia, a todos. Y él no quería eso. No quería continuar así. Ya no quería. Quería recordarla sin que eso le resultara doloroso. Y es que en el momento en el que Yedid se marchó, se vino abajo, trayendo a todos consigo.
Lo llevó a lugares a los que nunca había entrado, y había hecho de ellos un ambiente tenso. Triste.
Había hecho de su voz, una melodía melancólica.
Dios, Yedid lo había golpeado en el punto más débil. Ahora pensar en los buenos momentos se había convertido en una tortura. Y es que estas heridas duran tanto...
Estando con Yedid se olvidaba de los límites.
Ahora el límite para él era la puerta de su habitación.
Los recuerdos empezaban cerrando sus ojos.
Soñando en las noches, rogando que no se fuera.
Él la esperaba en cualquier lugar, lo único que había que hacer era correr.
Tan sólo le pedía que escaparan de todo por un momento.
Todos trataban de decirle cómo debía sentirse.
Como si ellos estuvieran en su lugar. Como si ellos sintieran las siete mil y un navajas en el pecho que él.
Era tan complicado.
"Mientras más largo el camino, más tiempo juntos..."
Ambos quizá tomaron el camino más largo, y Yedid se quedó sin aliento.
Ahora solo faltaban unos pocos minutos.
Y de haber estado ella allí, habría tomado sus manos y le habría dicho que no dejaría de protegerla ni un solo día. Que quizá llegarían a ser felices lo que les durara la existencia. Que los años pasaban lento a su lado.
Pero sin ella, todo le faltaba. Incluso las ganas de mantenerse despierto.
Eran las doce.
Y Luis no hizo nada más que llorar.
Sus padres estaban abajo, esperando a su hijo. Veían las escaleras fijamente, con la esperanza de ver como Luis tomba fuerzas y los abrazaba con una sonrisa.
Jamás pasó.
Luis estaba solo, llorando en el rincón de su cama, deseando no sentirse así.
Luis estaba enamorado de alguien que ya no permanecía a su lado y eso era algo que no podía deshacer de su memoria.
Era algo que aún no podía resolver, algo que no estaba al alcance de sus manos.
Se dedicó a susurrar un buen año para él y para quienes lo rodeaban, y para ella, en donde fuera que se encontrara.
Y quizá escuchar a Luis era doloroso, pero más doloroso que todo, era ver como a él le dolía más decirlo. Como si cada palabra le desgarrara la garganta.
—¿Por qué te conocí justo hoy Yedid?
Y se quedó dormido, como si eso pudiera aliviarle el dolor.
N/a: Me disculpo muchísimo por haber prometido subir un capitulo que hasta una semana o más estoy subiendo. De verdad, estas semanas han sido las peores. Pero eso no me da el derecho de descuidar lo que hago, que es lo que me hace sentir un poco mejor. De verdad me costó muchísimo este capítulo, espero les guste. Una disculpa de nuevo. Recuerden que los quiero mucho ;-; y muchisimas gracias por estar pasandose cada vez a leer.
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YEDID
Novela Juvenil"Yo siempre estaré contigo, Porque soy el ancla de tu dolor. No hay final para lo que haré, porque te quiero, y te quiero hasta morir".