25 de Agosto 2001

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Hacía apenas unas horas, el cumpleaños de Luis había terminado. 

Y con él, las noches de desesperación.

Lo había pasado, por primera vez en muchísimo tiempo, en compañía. 

Eran sus últimos pasos como un chico solitario y melancólico. 

A pesar de haber depositado su corazón en sus manos, y su alma para que la guardara, él no estaba arrepentido.

Dejó que entrara en él, siendo él tan difícil de alcanzar. 

No fuimos puestos necesariamente en la mejor posición para tomar las mejores decisiones, y aún así, él sentía que querer tenerla por siempre en su vida, había sido la mejor decisión de su vida. 

Se sentó en su cama, y recordó en silencio todo lo que pasó junto con ella.

Su inteligente boca siempre terminaba atrayéndolo, haciéndolo dar vueltas, batallando por tratar de adivinar que pasaba por su traviesa cabecita.

Ella te incitaba a meter la cabeza al agua. 

Y sólo ella tenía el poder de hacerte respirar bajo de ella. 

A veces se recostaba en sus piernas, y se quedaba profundamente dormida, y él la admiraba. 

Sus pestañas largas, 

sus ojos grandes, 

sus labios sabor cereza.

Sus mejillas coloradas,

 su cabello suelto,

sus conversaciones. 

Jamás dejaba de reír con sus ocurrencias. 

Nada era aburrido si lo hacía con ella. 

Suspiró. Cuánto se había encariñado con esa jovencita. 

Ella siempre terminaba hipnotizando a Luis de cualquier forma.

Jamás la sacaba de su cabeza. Disfrutaba verla, disfrutaba acariciarla. En todo sentido, él disfrutaba de ella. Si alguna vez se perdía, sabía que Yedid sería la indicada para traerlo de vuelta. Ella había dejado una huella enorme en su vida. 

Aún lejos, siempre iba a quererla. 

La luz del día entra arrastrándose, y su piel se ilumina. Ni siquiera hace un esfuerzo por pararse a cerrar su ventana. Él sabe que le hace bien. 

Poco a poco dejó de hundirse en una depresión que había mantenido durante mucho tiempo, y con eso, empezó a buscar explicaciones. Cualquier cosa. Algo que mantuviera ocupada su mente. 

Quizá Yedid en realidad no lo sabía.

O tal vez él lo sabía y no quería aceptarlo.

Tal vez sólo se consumió en un profundo sueño que ninguno de los dos estaba preparado para sentir.

Quizá sólo era su hora.  

A su mente llegó una peculiar frase de Yedid. 

"¿Por qué no solo fingimos que no le tememos a lo que vendrá después?" 

Pensó.

Se preguntó lo mismo. 

¿Por qué no fingir que no tememos a nada?

Él tenía la respuesta.  

De un salto salió de su cama, y sigilosamente fue en camino al espejo. 

Por primera vez sonrió frente a él, y sin soltar una lágrima, susurró mientras observaba su reflejo:

Quizá sólo quería que me protegieras



N/a: Mis amores preciosos hermosos, lo siento por subir un mes después. :(

Los exámenes finales eran horribles, se los juro. Ayer quise subir este capitulo pero era mi cumpleaños y no estuve en mi casa todo el día. En fin, me ha costado muchísimo, espero de verdad que les guste. Me llegó mucho este capítulo porque es el penúltimo. Adiós al tristón de Luis y a la canija de Yedid. Pero bueno,  todo en esta vida tiene su final. ¡De verdad gracias por mantenerse aquí! <3 Por las leídas y los comentarios, los votos, todo. 

Nos leemos prontito. 





YEDIDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora