7. Una persona a la que no odio tanto

23 1 0
                                    

Al abrir mis ojos con pesadez sólo vi a mi almohada junto a mí, Ponpón Grace se escapó como lo hizo en nuestra primera pijamada.
Me incorporé en la cama sobándome la cien como si eso fuera a despertarme del todo.
Debía admitir que se sentía raro despertar sin Yuri o Hano, pero luego de mi crisis supongo que no esperaría que me trataran como antes. Finalmente notaron en el monstruo que me convertí.
Miré el despertador y casi me caigo de la cama al notar cuán tarde estaba llegando a la escuela. Corrí hasta el baño a cepillarme los dientes, la verdad es que no me hubiera venido mal un baño pero ya era demasiado tarde.
Me vestí con lo primero que encontré en el armario y salí a toda velocidad de la habitación. Hano vio como casi me caigo de las escaleras por lo rápido que las bajé, y Yuri fue testigo del gran golpe que me di al abrir la puerta. Este definitivamente no era mi día.
Mientras corría mi maratón hacia la escuela sentí mi estómago gruñir y fue uno de esos momentos en los que me arrepentí de no haberme levantado antes para desayunar o como mínimo haber traído la billetera para comprarme algo.
Si algo bueno salió de todo esto es que llegué un minuto antes de que tocase el timbre de entrada.
Estando ya en mi habitual asiento del salón 5-B, me dispuse a recuperar el aire faltante en mis pulmones.
-Te ves terrible.- Me criticó una voz familiar. Al levantar la vista vi a Tyler junto con la chica de ayer.
-Wow gracias, sé que puedo contar contigo para hacerme sentir mejor.- Respondí sarcástica. Él soltó una corta carcajada para seguidamente acercarse a mi asiento.
-Pues... Me gusta tu... Mochila.- Dijo burlón. Entendí lo que hacía, se supone que era lo único decente en mi atuendo.
Lastimosamente, estaba en lo cierto.
-Creo que me estoy arrepintiendo de haber dejado de llamarte por tu nombre, Niño Porrista.- Argumenté con una sonrisa orgullosa y una ceja levantada.
-Okay, ya entendí. - Se rió con resignación mientras se sentaba a mi lado.
-Melanie, puedes irte ya.- Le dijo en forma de orden a la chica que lo había acompañado.
-Entiendo, te veo luego Ty.- Se despidió con alegría, como si hubiera hecho caso omiso a el acento repudiante de Tyler. Seguidamente se fue por la puerta, dejándonos solos.
-¿Quién es?- Interrogué con las cejas ceñidas.
-¿Celosa?- Respondió insinuante, con una mirada morbosa y una de sus cejas levantadas y moviéndose de arriba a abajo. ¿Se supone que eso se consideraba seductor?
-Ya quisieras.- Contesté casi indignada. Él soltó una fuerte carcajada (creo que el pobre sufría de retraso mental por tantas veces que se reía de palabras tan insignificantes) para seguidamente ponerse serio.
-Es mi novia.- Contestó más serio, pero de igual manera con una media sonrisa.
-¿No te parece que fuiste un poco, no lo sé, "asqueroso" con ella?- Indagué dispuesta a escuchar su argumento.
-Así nos entendemos. Ella hace lo mismo si se encuentra con alguno de sus amigos.- Le restó importancia, ¿Acaso hace tanto que no tengo novio y el significado de "Novio/a" cambió tanto o es que Tyler y su novia están juntos sólo porque sí? Hasta dónde yo sé, los novios besaban a sus novias y las novias celaban con desesperación a sus novios, ¿Desde cuándo las cosas cambiaron tanto?
-¿Se aman?- Pregunté curiosa. No lograba procesar su relación tan... Indiferente.
-Hide, está bien que te guste, no es necesaria esta escena de celos, ¿Sabes?- Volvió a burlarse de mi curiosidad.
-Te digo bastante con sólo decirte que prefiero estar muerta antes que gustar de ti.- Respondí burlona, sabiendo que al menos una pequeña parte de su ego había sido dañada.
-Aouch.- Se quejó risueño.
Finalmente nuestra conversación se vio interrumpida por la profesora acompañada de los demás alumnos que entraron como una manada al salón.
Supuse que no tendría esa respuesta.

-Y bien, como podrán notar, este número entero es divisible debido a que trece es mayor que el exponente de x, sin embargo...- Yo trataba de prestar atención a la clase de matemática pero el hambre estaba matándome, ¡ya no lo soportaba! Y como si fuera poco tuve que saltearme el almuerzo porque el director me mantuvo cautiva en su oficina haciéndome firmar unos papeles (vaya saber para qué) y sus interminables discursos de cuán prestigiosa era su escuela gracias a los talentos tan creativos y desarrollados de cada alumno y... Bueno, más palabras aburridas, el caso es que MUERO DE HAMBRE, y mi estómago me lo recuerda cada dos segundos.
-Pssst.- Llamó mi atención Tyler pasándome una nota.
"¿Qué te sucede? Los ruidos de tu estómago se escuchan de aquí hasta el polo norte, ¿quieres ir al baño?" Decía la descarada nota de Tyler.
"Deja de decir tonterías ¿Quieres? No desayuné esta mañana y muero de hambre, ¿de acuerdo? No molestes." Y para que sienta mi furia agregué un punto final luego de mi última palabra.
Me sentía muy malosa el día de hoy.
Finalmente nuestro chat de notitas acabó allí, quiero creer que se sintió tan afectado por mis crueles y despiadadas palabras que no quiso hablarme más.
Genial.
El resto de las clases fue igual, tareas, explicaciones aburridas y palabrerías, ninguna señal de vida de Tyler.
Al pasar las dos horas restantes, al fin llegó la hora de la salida. Nunca fui más feliz en toda mi vida.
Salí casi corriendo de camino a casa con sólo un objetivo en la mente: comer. Justo antes de pasarme la caja de Ponpón Grace, el gigante pecho de Tyler me obstruyó el paso.
-Déjame pasar, Tyler, muero de hambre.- Le reproché con las mejillas infladas y rojas. Una de las desventajas de ver anime desde tu niñez y ser extremadamente blanca es que adoptas la costumbre de inflar las mejillas y sonrojarte como Tinkerbell (no pongo un ejemplo de anime porque probablemente no vayan a conocerlo).
Tyler se rió y me entregó un vaso de malteada de fresa y una bolsa de papel marrón.
-Se lo compré para Melanie pero se supone que está a dieta o algo así, así que... ¿Lo quieres?- me ofreció. Yo lo miré con desconfianza.
-¿Tyler regalándome comida? Probablemente la envenenaste, ¿cierto?- respondí burlona, no me dejaría engañar tan fácil, ¿Es que el tonto no sabe que ya he tenido a los tsuin's antes? Ellos una vez le pusieron salsa picante a mi pastel de chocolate de mi cumpleaños número diez. Desde entonces, Ikuto fue mi probador personal de bocadillos que me regalaban Mika y Kai.
-Anda, no seas paranoica, no tiene nada. Si le hubiera puesto veneno no se lo hubiera ofrecido a Melanie antes, ¿No crees?- Contestó bastante seguro de que tenía razón. Luego de mirarlo desconfiadamente unos segundos oímos a mi estómago decirme entre gruñidos deja de hacerte la difícil grandísima tonta, moriré desnutrido si no aceptas esa porquería de bocadillo ahora mismo!" a lo que Tyler me miró victorioso.
-Dame esto.- Fanfarruneé arrebatándole bruscamente la bebida y la bolsa de las manos. Sin mucha espera tomé de la pajilla del vaso y debía admitir que la malteada sabía sabrosa, al igual que las galletas de chispas de chocolate que había en la bolsa, aunque, siendo sincera, con el hambre que tenía hasta la comida que cocinaba papá me hubiera parecido deliciosa (y no creo que esté de más mencionar lo mal que cocina papá. Una vez fui a parar al hospital gracias a las tostadas quemadas que comimos en el desayuno ese día, incluso sigo yendo al médico cada seis meses para limpiar los restos de tostada que perduraron pegados a las paredes de mi estómago desde que tengo doce años).
-Eres tan predecible. - se burló, a lo que dejé de masticar quedándome con las mejillas infladas por la malteada que se depositaba en ellas.
-Oh, vaya, sin mencionar lo glotona que eres.- Dijo acercándose a mi rostro, el cual estaba ceñido y mirándolo molesta por sus burlas.
-¿Por qué me trajiste esto? Sí, yo tampoco me creo el cuento de que era para tu novia.- ironicé con la boca llena de comida, como las ardillas.
Él soltó una carcajada.
-Pues eso se supone que hacen las personas que no se odian tanto.- Contestó sin mucha lógica.
-No, en realidad eso hacen los amigos.- respondí algo perdida.
-Pues ahora las personas que no se odian tanto también lo hacen.- Dijo con una media sonrisa, yo me sentí satisfecha con su respuesta.
Sin previo aviso, rozó mis labios con la yema de su pulgar haciéndome poner entre asombrada, nerviosa y confundida.
-Límpiate, ¿Quieres? Estás chorreando malteada por la boca.- Advirtió sin vergüenza alguna.
Instantáneamente obligué a mi garganta a digerir toda la comida estuviera molida o no.
Soltó una risita malévola al verme limpiarme exageradamente con mi brazo los labios, quitando cualquier rastro de comida y de paso tratando de ocultar mis rojas mejillas para no darle motivos a este baka de seguir burlándose.
Él sólo se echó a reír.
-Hey, Ponpón Grace no está aquí.- Dije recordando a mi amiga, la cual no se encontraba en su usual caja.
-Hoy es viernes.- Replicó sin detalles.
-Oh, gracias, no lo había notado hasta que lo dijiste.- contesté sarcástica.
-Me refiero a que Ponpón... -Hizo una pausa, como recordándose su nuevo nombre- Ponpón Grace sale con su pandilla los viernes.- Comentó.
-Woah, ¿hablas en serio? ¡La muy desgraciada se fue de party sin mí! Mañana se las verá conmigo...- Refunfuñé ofendida.
-Vamos, te acompaño hasta casa.- Se ofreció Tyler encaminándose a casa, bueno, más que ofrecerse se invitó solo.
-Apuesto a que soy más rápida que tú...- Argumenté mientras caminábamos sabiendo que eso era el comienzo de una discusión entre Tyler y yo, ¡No puedo negarlo, me encanta pelear con él!
-¿Ah sí? Eso tendrás que demostrármelo, Chica Gokú...- Aceptó -en cierto sentido- mi desafío.
-¡Una carrerita hasta mi casa!- Exclamé antes de salir disparada por la acera seguida por él. Vaya, yo estaba ganándole, eso no me lo vi venir.
Llegamos al edificio a la par, agitados con exasperación y la respiración entrecortada. Mientras él se inclinaba apoyándose en sus rodillas para cesar un poco su cansancio yo traspase la puerta del edificio.
-¡Señorita Hidemi! ¡Qué gusto verla!- Me saludó con entusiasmo Joun Piere con su típico acento francés. Noté que se veía más formal que de costumbre, ¿Tendrá un evento o algo por el estilo?
-Hola Joun Piere, ¿Por qué tan...-
-Hey eso no fue justo.- Me interrumpió Tyler entrando por la puerta de vidrio.
-¿Quién es él?- indagó el recepcionista al ver a Tyler.
-Joun Piere, él es Tyler, un hum... C-Compañero de la escuela, Tyler, él es Joun Piere, mi recepcionista. - Los presenté haciendo ademanes con las manos.
-Un gusto, amigo. - Saludó Tyler acercándose a Joun Piere y extendiéndole su mano.
-Como digas.- Farfulló cruzándose de brazos y rechazando la mano de Tyler, ¿Joun Piere es bipolar o qué?
-Hidemi, sí recordaste que hoy te quedarías conmigo toda la tarde, ¿no?-Se dirigió a mí con más interés.
-Noup, en realidad no lo recordé pero ahora mismo me cambio y bajo contigo, ¿Está bien?- Sugerí restándole toda asombrosidad ultra mega mega súper wow al asunto, es decir, sólo se trataba de estar con mi recepcionista para matar el rato, ¿no?
-Claro, me parece genial.- Contestó animado.
-Vaya, yo pensaba invitarte a ver una película... Supongo que te pondré salsa picante en las palomitas otro día.- Dijo decepcionado Tyler, ¡Otro que piensa en la salsa picante! ¿¡Qué rayos les sucede a todos con la salsa picante?!
-Lástima por ti, Niño Porrista.- contesté burlona.
-¡No mates a Krillin de nuevo, Chica Gokú! ¡Hasta mañana!- Se despidió al instante que se echó a correr, seguramente esperaba que le lanzara algo por la cabeza (y ganas no me hacían falta para hacerlo).
Con una sonrisa me dirigí al ascensor.
-Tu amigo es raro.- Comentó Joun Piere antes de que se cerraran las puertas del ascensor.
-No es mi amigo, es una persona a la que no odio tanto.- Respondí orgullosa de ser la persona a la que Tyler no odiaba tanto.
Finalmente, las puertas se cerraron.

EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora