11. Primer golpe

11 0 0
                                        

Luego de jurar nuestro nosotros, no pasamos mucho rato más en el planetario, nos entró el miedo de que apareciera el loco Antoine con un garrote gritando "¡Fuera de aquí, par de vándalos del demonio!" así que al cabo de unos minutos, nos largamos en su auto.
El calor se hizo aún más abrazador.
-Rápido, enciende el aire acondicionado.- Rogué abanicándome con ambas manos.
¡Dios, ¿acaso no estábamos en otoño?!
-Ya la encendí, tranquila.- Respondió arrancando el auto.
Poco a poco el calor fue disminuyendo hasta quedar sumidos en un aire fresco y frío.
El viaje fue callado, pero no fue incómodo, más bien el silencio se sentía como algo que nos unía aún más.
Qué irónica es la vida, hace más de una semana odiaba a Tyler, el Niño Porrista, pero ahora es algo como... Pues... Mi... Dios, ¿Qué somos? ¿Amigos? ¿Mejores amigos? El contrato de nosotros no lo aclara.
-Tyler...- Rompí el silencio.
-Dime.-
-¿Qué somos?- Pregunté directa, bueno, en este punto ya no me sentía cohibida.
Tyler soltó una carcajada bastante exagerada y no respondió, sólo me dejó con la duda, aunque no seguí insistiendo.
Al poco tiempo llegamos a mi edificio, claro, gracias a mis indicaciones porque a pesar de que ya había venido una vez, no recordaba la dirección.
-Hidemi...- Llamó mi atención antes de que me alejara del auto luego de salir y cerrar la puerta del copiloto.
-Dime.- Lo imité.
-Somos dos personas que se aprecian un poco.- Respondió mi pregunta, a lo que me quedé unos segundos procesándolo.
Soltó una risita divertida y arrancó el auto.
-Adiós, Chica Gokú.- se despidió con una mueca de orgullo.
-Adiós, Niño Porrista.- susurré para mí misma mientras lo veía alejarse por la calle a toda velocidad.
Caminé hacia el interior del edificio encontrándose así con la radiante sonrisa de Joun Piere.
Su sonrisa parecía algo torcida y forzada... Tal vez sólo imagino cosas.
-Señorita Hidemi...- Dijo Joun Piere.
-Joun Piere, hola.- lo saludé contenta.
-¿A dónde fue? Tardó mucho.- Cuestionó. Creo que hasta veía sus cejas con un tick.
Si no estuviera tan segura de nuestra amistad podría decir que está celoso.
-Fui a dar un paseo con Tyler.- Contesté poniéndome algo nerviosa por la idea de que pudiera estar celoso. Está bien que esté segura de nuestra amistad pero su expresión en serio era algo que sobrepasaba los límites de toda seguridad.
-Ah, vale, que mono.- Su sonrisa cada vez me asustaba más.
-Bueno... Creo que iré a mi apartamento a cambiarme...- dije tratando de escapar de ese ambiente tan tensionado.
-¡Espera! -me tomó del brazo deteniendo mis pasos hacia el ascensor- ¿Q-Quieres quedarte otro rato aquí? Es que me aburro los sábados, casi nadie viene aquí...- explicó.
Me sentí débil ante su mirada de cachorro abandonado.
-Bien...- cedí.
-¡Genial! Bueno... ¿Quieres jugar a algo detrás del mostrador? Es que no puedo salir de allí durante el trabajo.- Dijo con una sonrisa penosa que causaba algo de lástima.
-Claro.-
Pasamos el resto de la siesta jugando verdad o reto, ta te ti, quién parpadea primero y por supuesto el famoso tutti-frutti.
Fue divertido, a decir verdad, me sentí niña de nuevo por lo que en momentos me ponía nostálgica al recordar los viejos tiempos junto a mis tsuin's.
Sin darme cuenta cayó la noche, así que me dirigí al apartamento para no preocupar a Yuri.
-Buenas noches, señorita Hidemi.- me abrió la puerta Amanda.
Ya casi ni recordaba que teníamos mucama porque siempre faltaba, cosa que sinceramente me hacía pensar menos en mi nueva vida.
Mi nueva horrorosa vida.
No le contesté y pasé de ella.
-¡Al fin llegas! ¿¡En dónde rayos estabas!?- Salió de la cocina gritando como un desquiciado mental.
Y la verdad es que lo era.
-Paseando, ¿No es eso lo que querías? ¿Que me acostumbrara? Pues bien, eso estoy haciendo.- Respondí con indiferencia, lo que sabía que le enojaba aún más.
-¡Una cosa es pasear, otra muy distinta es salir sin siquiera decir a donde vas y para agregar, sales con un muchacho!- Dijo aún más alto.
Yuri y Hano salieron de sus habitaciones a ver la contienda.
Amanda sólo volvió a la cocina incómoda.
-¡Pues claro, porque lo que tú quieres que pase el resto de mi vida encerrada siguiendo tus órdenes como si en vez de ser tu hija fuera tu esclava!- grité poniéndome poco a poco en su nivel de furia.
-¿¡De qué rayos hablas!?- Interrogó alterado, creo que hasta podía ver fuego en sus pupilas.
-¡Siempre tengo que hacer lo que es mejor para ti! ¡tengo que hacerte feliz a ti, ¿Pero qué coño pasa conmigo, eh?!- Me alteré más- ¿¡Mi felicidad no cuenta acaso!?- Indagué de tal manera que creo quedarme muda luego de esto.
-¡Si serás niña insolente!- y una bofetada resonó en mi mejilla, la que me volteó la cara y la misma que ahora me hacía soltar algunas lágrimas. No sabía deducir qué tipo de dolor era, si era dolor físico por la bofetada o dolor emocional por tener este hombre como padre.
-¡Soy tu padre y lo que yo diga se hará sin importar nada!- Gritó.
Aún me mantenía con la cara volteada y una mano en la mejilla adolorida, no podía creerlo sinceramente. Papá nunca me había golpeado, a ninguno de los tres nunca en la vida...
Eso fue la gota que rebalsó el vaso.
Sin decir nada me giré y corrí fuera del apartamento, ignorando los llamados de Yuri y Hano.
"No volveré jamás"
Me dije a mí misma.
"No volveré jamás en la vida"
Me lo repetí.
"No volveré ni aunque mi vida dependa de ello"
Me mentalicé.
Corriendo llegué al vestíbulo, donde Joun Piere hablaba con un hombre. Sólo hice caso omiso y pasé de él con la esperanza de que no me haya visto.
Corrí por la acera, ni siquiera tenía idea de a dónde ir sólo quería perderme para que no me encontrasen jamás.
Corrí mucho, pero no lo noté. No lo noté hasta que llegué a la parada del autobús que llevaba al campo del abuelo Adams.
Cesé mis lágrimas y me acerqué a la banquina de espera.
-Tyler... Me gustaría que estés aquí.- me susurré.
De la nada oí un maullido, ese maullido que conocía bien y el único que me conocía bien a mí.
-Ponpón-Grace...- sollozé.
Me senté en la banquina y ella camino hacia mis pies, pasando su pelaje por mis desnudas pantorrillas.
Ella maulló como respuesta.
Salió disparada hacia detrás mío así que volteé hacia la calle a ver de qué se trataba. El autobús que nos llevó a los tres la primera vez estaba estacionado allí, ¿Habrá llegado sin que lo note?
Ponpón-Grace subió al autobús por lo que la seguí para sacarla de ahí.
Al entrar, pasamos por la puerta de salida en vez de la de entrada (es la que más cerca estaba) así que no vi si estaba el chofer sí o no.
-Ponpón-Grace... ¿Dónde rayos te metiste?- susurré en caso de que hubiera alguien. Sí, ya sé, me hubiera escuchado igual el que estuviera dentro pero el llanto me dejó medio atontada.
Y luego estaba la muy infeliz de Ponpón-Grace que no aparecía por ningún lado.
De la nada oí un estruendo y me giré a ver por la ventana. Estábamos avanzando.
Oh vaya.
-Bien hecho, Ponpón-Grace.- Salió por detrás del asiento de conductor la cabeza inconfundible pero vacía que según parecía ser de Tyler.
-¡¿Acaso estás loco?! ¿Qué haces aquí? - Le regañé con una mano en el corazón tratando de calmar los acelerados latidos que causó el susto que me dio escuchar su voz en el silencio del autobús.
Se echó a reír.
-Sabía que vendrías aquí así que quise llevarte un rato al campo a ver las estrellas.- Explicó.
-¡Cuidado!- advertí al ver que casi se lleva por delante un auto.
-Uf, eso estuvo cerca.- Dijo cuando ya hubo esquivado el auto.
-¿¡Siquiera sabes conducir esto!?- Indagué aterrorizada ante la idea de que por su culpa chocásemos.
-No, pero siempre hay una primera vez para todo, ¿verdad?- dijo como si nada.
-¿¡Qué!?- me exalté aún más.
-¡Sujétate Hidemi, esto será intenso!- advirtió con su típica sonrisa malévola, no podía verla, pero estaba segura de que es la sonrisa que poseía en el rostro.
Dios, ten misericordia...

Cuando ya no sentí movimiento supe que habíamos llegado, al fin, sanos y salvos (por milagro).
Definitivamente sé a quién nunca le pediré que conduzca un autobús por mí. No sé en qué situación podría perdírselo, pero prefiero tener eso en cuenta.
Al bajar del autobús me tiré al suelo y comencé a besar la tierra (una mala idea la verdad) pero estaba feliz de haber sobrevivido.
-Qué melodramática eres.- Se rió orgulloso.
Caminamos hasta el centro del gran espacio verde y allí nos sentamos a observar el iluminado cielo.
-Estabas llorando, ¿Cierto?- indagó de la nada, cosa que me tomó por sorpresa.
-Nah, sudaba por los ojos.- Ironicé.
-¿Acaso te dejó tu novio?- insistió.
-Que no tengo novio, coño.-
-¿Entonces qué?-
-Fue... -suspiré pesadamente- me peleé con papá y él me abofeteó y bueno... Simplemente escapé. - relaté.
-¿De veras? ¿Quieres quedarte a dormir aquí? - Cambió su expresión neutral a una de preocupación.
-No... Creo que sea buena idea. - Argumenté rascándome la nuca.
-Podemos ir a mi casa si quieres.- Sugirió. No parecía una idea tan mala, después de todo no tenía intenciones de volver nunca.
-No quisiera estorbar.- opiné.
-Anda, no seas modesta, tengo un cuarto de invitados aunque no es la gran cosa.- Le restó importancia, cosa que interpreté como una casa normal y para nada ostentosa, justo lo que deseaba.
-Gracias, en serio.- Agradecí con el tono de voz más dulce que emitía mi corazón.
-Hey, nosotros eternamente, ¿Recuerdas?- Sólo le regalé mi sonrisa más honesta.
Tyler tal vez sea un baka, pero es un baka muy gentil, el cual no cambiaría por nada.
Es mi baka.
-Bien, debemos irnos ya si queremos llegar antes de la cena.- Declaró levantándose de un golpe.
-¿Ya? Acabamos de llegar...- Rezongué.
-¿Cenaste?- interrogó.
-No.-
-¿Tienes hambre?- insistió
-... No.- dudé.
-¡Pues bien, andando!- me ignoró, a lo que sólo rodé los ojos y me resigné a seguirlo.
-Un segundo, ahora que recuerdo, ¿En dónde está Ponpón-Grace? Ella subió al autobús junto a mí...- Recordé tardíamente.
-¿No la viste? Se bajó antes de que arrancara el autobús, le marean los medios de transporte.- Contestó encaminándose al vehículo.
-O tal vez aún quería seguir con vida y por eso no se arriesgó a subir a un autobús viejo conducido por ti.- Bromeé.
-Me tienes envidia, niña.-
Me senté atrás de todo y preparada para cualquier desastre nos dirigimos a la ciudad nuevamente.
Luego de un rato en la carretera (y remarquemos que hasta ahora Tyler no hizo amague de arrollar a nadie) comencé a mirar por la ventana derecha. Fugazmente vi a una familia tomando helado, ¿Es que acaso en mundo me restregaba en la cara mi infelicidad?
Viví mi vida tratando de ignorar las partes malas de ésta, y lo único que me hacía olvidar todo eran los tsuin's con sus bromas y tonterías cada día lograban robarme una sonrisa. Sin embargo, ahora mismo ya no puedo mentirme. Mi vida es una basura.
Las lágrimas de nuevos recorrían mis mejillas dejando un camino salado detrás de ellas, trataba de evitarlas, pero creo que no pude porque sólo logré que por cada una que secaba caían cinco más.
Agradecí internamente que Tyler no se enteró de esto.
También agradecí llegar sana y salva a tierra firme.
Al bajar fue incontenible el tragar saliva, era algo que realmente no me imaginaba.
Esto no era para nada lo que imaginaba.

EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora