Al despertar no vi a Grace a mi lado, por lo que no me dispuse a buscarla. Ella era un gato, libre de hacer lo que quisiera, y esa era una libertad que le envidiaba demasiado. De repente recordé lo que sucedió ayer, todo lo que viví y sentí, y , sinceramente, es algo que me gustaría repetir. Sí, lo sé, la primera parte en la que lloraba como una condenada no fue algo muy grato, pero lo que vino luego es lo que construyó un poco en mi interior a la antigua Hidemi.
Tal vez Inglaterra no sea tan mala, después de todo, por cada Tyler que existe hay una Grace, ¿No?
Miré el despertador y para mi sorpresa aún tenía algo de tiempo para ir a la escuela, así que me levanté sobándome los ojos.
Hice lo usual, me bañé, me vestí, me cepillé el cabello, y lo más duro, salí de mi habitación.
Desde ayer que no salía de ella y ahora me aterraba dejarla.
Bajé sigilosamente las escaleras y asomé la cabeza tras la pared que dividía el pasillo hacia el cuarto de limpieza, del comedor.
No había nadie, por lo que caminé hasta la mesa y tomé unas tostadas que había sobre esta.
-¿Vas a la escuela?- Indagó repentinamente la voz de Yuri detrás de mí, lo cuál me exasperó.
-Sí.- Respondí cortante para irme tras la puerta.
Bajé los tres tramos de escalera hasta el lovi y Joun Piere, el recepcionista, me saludó animado, algo que parecía no muy falso esta vez.
-Hola.- Saludé sin muchos ánimos.
Caminé hasta la escuela lentamente, hundida en mis pensamientos sobre cuánto daría por volver a ir todas las mañanas a la escuela junto a Ikuto.
Y como si me hubiera tele-transportado, llegué a la escuela. Supongo que cuando tienes la mente en otro lado, el tiempo y la distancia pasan en un segundo.
Vi en la entrada a Tyler hablando con una chica, no tenía ganas de sumar otro problema a mi lista de razones por las cuales quería enterrarme viva así que lo ignoré y me dirigí a mi clase de literatura.
Llegué fácilmente, el abecedario lo tenía dominado al igual que mi horario, así que nunca más llegaría tarde. Creo que hasta este momento en ningún día llegué tarde a clase por esa razón pero quiero sentirme superada en algo, ¿Okay? Déjenme en paz.
Me senté en mi usual lugar y en vez de leer El Honor Del Silencio sólo me crucé de brazos en la mesa del pupitre y escondí mi rostro entre mis brazos.
No tenía ganas de nada, sólo de volver a ver a Grace, y para mi suerte la desgraciada no estaba en las mañanas, sólo en las tardes a la hora de salida.
Creo que si escribiera un libro con el tamaño de una enciclopedia universal la llamaría Las Desventajas De Mi Amiga Grace.
No sé si sería un éxito, pero aseguro de que será enorme, casi dos mil páginas como mínimo, empezando porque la animalaria no estaba en las mañanas, sólo en las tardes.
Pensando en todo esto oí entrar a alguien, aunque no por eso me volteé a ver quién era, simplemente no me interesaba saberlo.
-¿Estás lista para entregarme a Grace, Niña Gokú?- y de la nada reconocí esa voz, la única voz en todo el bendito mundo que no tenía ganas de escuchar.
-Déjame en paz.- Murmuré sin ánimos, y como si hubiera dicho "Hey, ven, aquí hay una conferencia de tontos insuperables" se acercó a mi pupitre.
-Oh, veo que tienes miedo.- Dijo burlón, por lo que mi paciencia se desgastó un poco.
-Supongo que es mejor para mí, Ponpón no volverá a verte jamás y podrá centrarse sólo en mí. Después de todo, a ella no le interesas.-
-¡Ya cállate!- Grité colmada de la paciencia. Su rostro se deformó en una mueca asombrada, mientras que la mía estaba roja de la furia.
- Mira, no estoy de humor para tus tonterías y menos para tus comentarios patéticos, así que si no quieres salir de aquí en ambulancia mejor lárgate de mi vista.- Amenacé apuntándolo con mi dedo índice, casi soltando humo por mis orejas.
-Demuéstralo.- Me desafió. Si antes estaba enojada, pues ahora ni querrían imaginarse cómo estoy.
Salí de mi pupitre lista para golpearlo en el estómago, pero al intentarlo él tomó mi puño con rapidez, deteniéndolo. De pronto empecé a forcejear, intentando hacerlo retroceder hasta que tuviera la oportunidad de golpearlo, pero el muy baka era fuerte, no lo suficiente como para hacerme retroceder pero sí lo necesario para no permitir que lo arrastrara hacia atrás.
Y así, de un momento a otro lo pateé en el estómago, haciendo que se inclinara tomándose el estómago con una mano y sosteniéndose de el pupitre de al lado con la otra.
-Espero que aprendas, Niño Porrista - Me volteé para volver a mi asiento pero de pronto me empujó hasta acorralarme contra la pared, sosteniéndome las muñecas con sus manos y de alguna manera inmovilizando mis piernas con las suyas (yo tampoco entiendo cómo hizo eso).
-¿Y ahora qué me dices, Chica Gokú?- lo fulminé con la mirada, a lo que él me veía victorioso.
-¿Tyler?- Llamó su atención la misma chica que estaba en la entrada mientras procedía al salón.
Entonces noté como el gran tonto del Niño Porrista me mantenía acorralada contra la pared, casi a centímetros de mi rostro. Qué asco.
-¡Suéltame, tonto! - Demandé alterada.
-Sólo si dices que soy más fuerte que tú.- Condicionó, y de pronto, no sé porqué, vi en sus ojos a mi papá, mirándome con desagrado y vergüenza.
Entonces, ante esa visión tan... Tan abrumadora sucedió lo que no quería, me rompí. Comencé a llorar como cuando estaba con Grace, casi sin control.
Noté como Tyler me observaba atónito y espantado, al igual que la chica, pero no me importó, me dolía mucho toda esta situación y cuando la recordaba no había vuelta atrás hacia sus consecuencias.
-O-Oye, no era para que lloraras...- Murmuró Tyler, pero no lo escuché y seguí llorando.
-¿Te sientes bien?- Interrogó, a lo que negué con la cabeza sollozando y sacándome las lágrimas, aunque por cada una que secaba, caían otras cinco de mis ojos.
-Te dije que no estaba de humor... ¿Ves lo que lograste?... Tú, gran tonto...- Hablé casi como susurro, a lo que él me soltó.
Poco a poco mi llanto fue cesando, pero lo que no cesaba era la mirada de susto en Tyler que, desgraciadamente, se dirigía a mí.
-¿Qué miras?- Ladré molesta, sí, soy una chica tonta que llora, ¿Okay? ¿Qué acaso nunca viste una, grandísimo hijo de pan?
-Lo siento, no creí que... Hablaras en serio con... Eso de tu humor.- Se disculpó desviando la mirada algo entristecido, a lo que no pide evitar mirarlo, ¿Hablaba en serio o sólo quería burlarse? De todos modos no me arriesgué y decidí no contestarle para volver a sentarme y posicionarme como lo estaba hace diez minutos, justo antes de que el Niño Porrista me molestara.
Luego de aquello las personas comenzaron a entrar al salón hablando entre ellas animadas, quizá sin imaginarse que aquí hay un monstruo que antes fue una Hidemi Takahashi, llorando, con la vista roja y crisálida.
El día no transcurrió tan normal, luego de verme llorar, Tyler no me quitaba la vista de encima, y lo peor es que todas nuestras clases coincidían; Matemática, química, biología, arte y español. La suerte definitivamente tenía algo en contra mío.
Al terminar el día en la escuela me dirigí a la salida, encontrándome con la caja de Grace que sorpresivamente esta vez no contenía a Grace, aunque sí tenía una nota en su lugar.
"No querida Chica Gokú:
A pesar de tu crisis bipolar, aún debo demostrarse que Ponpón me pertenece, por ende, te esperaré en la parada del bus junto a Ponpón antes de las cinco treinta, no llegues tarde o lo tomaré como victoria de mi parte, no quieres eso ¿Cierto?Como te habrás imaginado, tu "Niño Porrista"
Al terminar de leer la nota saqué mi teléfono y al encenderlo me encontré con que eran las cinco y veinticinco.
Genial.
Corrí casi perdiendo un pulmón en cada paso.
Al llegar a la parada vi al patético de Tyler junto a mi Grace, la cual se me acercó al verme y me acarició las piernas con su pelaje gris.
Es tan linda.
-Al fin, creí que no llegarías nunca.- Comentó con aires de superioridad el gran tonto, por lo que me dediqué a verlo de manera en que entendiera que lo único que quería hacer en éste momento era asesinarlo.
Minutos luego llegó el autobús a lo que me subí y pagué mi pasaje al igual que Tyler.
El autobús se encontraba vacío excepto por nosotros tres, cosa que agradecí porque claramente odio estar entre muchas personas, lo detesto mucho.
Me senté en uno de los asientos dobles y Tyler se sentó a mi lado.
-¿A dónde vamos?- Pregunté curiosa, pero a la vez dándole a entender que no confiaba mucho en él.
-Ya verás.- Se limitó a responder, por lo que quise ahorcarlo. Odio el misterio, razón por la cual rompí todos los libros de misterio de Hano.
-Te odio. - Bufé, a lo que él rió.
Me dispuse a mirar por la ventanilla, viendo como la ciudad iluminada iba haciéndose menos iluminada, e iba siendo sustituida por la vejetación y la oscuridad.
¿Acaso Tyler estaba secuestrándome?
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