Me desperté contenta y confundida a la vez; contenta porque por primera vez en toda esta insufrible semana al fin pude despertar luego de las once de la mañana, es algo que me hace taan feliz, y bueno, confundida porque recordé mi encuentro con Joun Piere ayer.
No pasó nada extravagante, la verdad, cuando me cambié y bajé a estar con él y reitero que se comportaba de manera extraña, es decir, se sonrojaba, tartamudeaba, hasta me regaló chocolates en una caja roja de corazón, fue algo muy dulce de su parte la verdad, sin embargo no comprendí el motivo de todo esto.
Supongo que es así de amable con todos...
Me senté en la cama dispuesta a levantarme de una vez pero la flojera me ganó y caí rendida nuevamente.
—Hidemi...— Dijo papá adentrándose en mi habitación.
Lo más seguro es que Hano y Yuri le hayan contado de mi crisis nerviosa del otro día y papá venga a hablarme de ello... ¡Rayos, debí haberla cerrado con llave!
—Tus hermanos me contaron lo del miércoles...— comentó sentándose a los pies de mi cama mientras yo sólo lo veía desde mi postura acostada.
—¿Qué te sucedió?— interrogó fingiendo interés, ¿Para qué finge ser buen padre si no lo es?
—No te importa.— Reproché molesta.
—Claro que me importa, Hidemi.— Dijo posando su mano en mi pie oculto tras la manta que lo cubría.
—Supongo que es un poco tarde para que te importe, ¿No?, Después de todo no te importó cuando te supliqué para quedarme en Tokio junto a mi familia.— Dije casi escupiendo las palabras, no podía evitarlo, me sentía rencorosa con él.
—Nosotros somos tu familia, Hidemi.— Contestó.
—Ustedes no son mi familia, mi familia era mamá, los tsuin's, ellos eran mi verdadera familia. A ustedes no les importa cómo me siento o qué pienso, sólo fingen...—
—¡Hidemi Takahashi, no permitiré que insulted así a tu familia!— Me interrumpió a los gritos, cosa que me asombró y asustó.
Sólo callé.
—¿Acaso consideras a las personas que ya no están tu familia? - Hizo una pregunta retórica- ¡Tu madre ya no está, Hidemi! ¡Ella ya está muerta!— Gritó alterado, sacando su lado siniestro a la luz. Mis ojos estaban abiertos de par en par, soltando lágrimas sin lograr procesar sus palabras, ¿Cómo podía decirlo sin sentirse mal, siquiera?
—¡Ahora yo debo cargar con ustedes tres! ¡Podría estar disfrutando de ésta vida como yo quisiera pero no! ¡Debo cargar con ustedes trio de bastardos! ¿¡Crees que yo quería ser padre?! ¡Todo fue culpa de tu madre!— Gritó furioso, caminando de lado a lado y lanzándome miradas asesinas de vez en cuando. Es cierto, él lo dijo, soy una de sus cargas, ¿no?, una plaga más en esta porquería de mundo, ¿Para qué necesito lidiar con todo esto? Ya lo he perdido todo, ¿Para qué vivir?
Finalmente mis nervios me traicionaron y salté bruscamente de la cama para encaminarme a la ventana.
Estaba dispuesta a arrojarme desde un séptimo piso con las únicas intenciones de dejarle algo de culpa a papá, que se arrepienta de algo en su vida por primera vez.
—¿¡Hidemi, qué estás haciendo?!— Interrogó asustado y furioso.
—Espero que con esto puedas cambiar.— fue lo único que dije antes de sentarme en el marco de la ventana blanca y pasar mis piernas para el exterior de ésta.
—¡Hidemi, déjate de berrinches! Vuelve aquí.— dijo más preocupado.
De pronto oí una voz allá abajo.
—¡Hidemi, ¿Qué estás haciendo?!— Gritó Tyler desde la distancia, lo miré asustada, ¿Qué hacía allí abajo justo en este preciso momento?, ¿Es que acaso el destino quiere que siga lidiando con mi padre egoísta y este mundo tan horroroso?
De repente recordé todo lo que tenía aquí y me sentí arrepentida.
—Hidemi, bájate de ahí...— Ordenó papá aterrorizado por la idea de ser él el causante de mi suicidio.
—¡Hidemi, aunque saltes de ahí te atraparé de todos modos!— Advirtió Tyler con expresión seria, por lo cual me sentí intimidada... ¿¡Qué rayos hago ahora?!
Y allí, sentada sobre el marco de mi ventana, debatiéndome mentalmente si debía volver adentro y sufrir las consecuencias de papá o dejarme atrapar por Tyler y confiar en que él no me dejará tocar el suelo, mis reflejos sintieron que papá se me acercaba lentamente, seguro para tomarme de la cintura y arrastrarse hasta adentro brutalmente.
No lo dudé un segundo.
—¡Hidemi!— Gritó papá, pero yo ya no lo escuché, yo ya había saltado, sólo cerré los ojos esperando a tocar los fuertes brazos de Tyler o el frío y duro suelo, lo que tocara primero.
Luego de eternos segundos en los que parecía caer en cámara lenta, recordando fugazmente mi vida, sentí cómo unos fuertes brazos me atraparon, haciendo que estos también cayeran al suelo por el impacto, pero de igual forma sin daños mayores.
—Te tengo...— Articuló entre algunos gemidos de dolor.
Yo no lo toleré, al verlo a él, protegiéndome, con expresión preocupada, mirándome como si no supiera qué decir para apaciguar mis cascadas de lágrimas sobre mis ojos, simplemente lo abracé, haciendo caso omiso al mundo entero que nos observaba atónito.
—¿En qué pensabas?— Preguntó dulcemente acariciando mis despeinados cabellos.
—Lo siento...— Me sentí una egoísta también, por no pensar en aquellos que también me querían... Ponpón Grace... Este chico, que en pocos días se volvió una persona a la que no odio tanto, y... Yo misma. Se supone que yo vivía para mí, y decidí por un momento tirar mi vida por la borda gracias a que papá no podía ser conciente de sus palabras, decidí morir más por él que por mí, y eso es egoísta hacia mí de mi parte.
Soy una tonta.De pronto me desperté exaltada, sudando como si hubiera estado corriendo una maratón dormida y con el corazón latiéndome a mil.
Todo fue una pesadilla.
Suspiré aliviada, nunca decidí suicidarme realmente, nunca caí en los brazos de Tyler y... Nunca lo abracé.
Eso último estrujó mi corazón, ¿Por qué? No lo sé, pero sé que por alguna razón me sentía atraída a hacerlo, a abrazarlo y estrujarlo contra mí, expresarle cuánto aprecio su compañía a la que no odio tanto y decirle cuán importante es para mí...
Un segundo... Dios, ¿Qué estoy diciendo? Ya, Hidemi, sólo fue una pesadilla, una mala jugada de tu subconsciente, nada más que eso, no exageres las cosas como si mañana mismo el muchacho fuera a morir.
Sin embargo, ese pensamiento no fue suficiente para apaciguar mi acelerado corazón así que tomé mi móvil el cual yacía sobre mi mesa de luz.
Busqué entre mis contactos su nombre pero tardíamente recordé que no tengo su número, nunca se lo pedí, así que me resigné a esperar despierta a que se cumplieran las ocho de la mañana para ir a la escuela.
Un segundo... ¡Hoy es sábado, no hay escuela! ¡Rayos!
¿Qué hago? Me urge hablar con Tyler (ni siquiera sé de qué quiero hablar con él pero necesito hacerlo, simplemente para ver si mi corazón dejaba de intentar salir de mi pecho).
Así empezaron las dos horas de pensar forzadamente, obligando a mi cerebro a pensar en una solución posible para mi problema.
Nada.
Lo único que se me ocurrió fue en esperar junto a Ponpón Grace al lado de su usual caja de cartón a ver si Tyler se pasaba a visitarla, fuera de eso, estaba totalmente seca.
De pronto, ya desesperada, me levanté de mi cama y caminé hasta la ventana, esperando así tener alguna idea. Sin expectativas miré el cielo, estaba bastante oscuro, sólo unas cuatro o cinco estrellas podían divisarse y entonces recordé el campo del abuelo de Tyler... Un minuto... ¡Eso es! ¡El campo del abuelo de Tyler!
Comencé a gritar chillonamente, dar saltitos en el lugar y reírme como una desquiciada. Gracias por darme la solución, estrellas. Gracias una vez más, estrellas. Mis celebraciones madrugadoras provocaron que Hano entrase a mi habitación adormilado y con una expresión asesina.
No te gustaría ser el que lo interrumpe entre él y su hora de dormir.
A mí no me gustaba serlo.
—Ya duérmete.— Refunfuñó molesto y sin espera cerró de un portazo.
—Entiendo, Señor Gruñón...— Murmuré para mí misma.
Me tiré a la cama con una sonrisa imborrable e imaginándome a mí y a Tyler viendo las estrellas, justo como aquella vez, sólo que esta vez sería a favor de mi voluntad.
Pasaron cuatro horas desde que me desperté y sólo eran las ocho de la mañana y la verdad me sentiría mal de desperdiciar un buen sábado en levantarme temprano así que la siguiente hora traté de conciliar el sueño, a lo cual fracasé, obteniendo así unas ojeras horribles y unos tantos bostezos. Sin embargo, yo tenía un plan y eso era suficiente para iluminar mi rostro haciendo caso omiso a las imperfecciones causadas por un mal sueño.
Nada podría arruinar esto, y aún no sé porqué me siento feliz por ello, es decir, Tyler sólo es una persona a la que no odio tanto, ¿Verdad?
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