3. El Niño Porrista y La Chica Gokú

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-Hidemi, vamos, llegarás tarde.- Reprochó Hano por décima vez, a lo que yo sólo le respondí con un bufido sin ánimos y un ademán de mi mano en señal de que me dejara en paz.
-No quería llegar a esto pero no me dejas elección.- Contestó resignado. Supuse que usaría las mismas tácticas de Yuri (Tirar de mi pie arrastrándome hasta caer al suelo) así que me tomé con fuerza del respaldo de la cama decidida a no soltarla ante ninguna circunstancia.
Para mi mala suerte, él había creado sus propios métodos.
Tomó el colchón desde abajo y lo levantó haciéndome caer al suelo dolorosamente.
-¡Hey, eso no vale!- Repliqué molesta.
-Lo siento, pero ya estás llegando muy tarde.- Se justificó. Me levanté del suelo casi ignorando sus preocupadas palabras y caminé hasta el baño a ducharme y demás.
Cuando terminé mis pendientes (vestirme, desayunar, preparar mis cosas, etc.) salí corriendo hacia la escuela. Hoy me hubiera venido bien la oferta de papá de llevarme en auto, sólo que el desgraciado se fue antes por que hoy comenzaba su primer día en el trabajo.
En el momento exacto, papá, en el momento exacto.
Llegué jadeando y con apariencia de haber corrido un maratón, aunque sólo corrí unas pocas cuadras.
Caminé sin mucha gracia por los pasillos, siendo consciente del murmullo a mi alrededor sobre mi cabello algo desarreglado por el viento que causaba mi velocidad al correr y mi ropa no tan espléndidamente hermosa y alineada como ayer.
Además, soy japonesa, es algo lógico pensar que hablarán de mí, ya sea de buena o mala forma. Aunque con Grace como amiga íntima aseguro que me basta y me sobra.
Entré al salón 7-C (sí, esto de el abecedario se me comenzaba a facilitar) y me senté en el mismo lugar de ayer, último asiento en la tercera fila, aunque esta vez un muchacho de cabellos castaños y de físico algo corpulento estaba sentado en el asiento de al lado.
No le presté atención y seguí leyendo mi novela ¡Kurosaki ya está por confesarle su identidad a Shizuko! ¡Kawaii!
El día transcurrió como ayer, aunque podría decir que sentí algo extraño esta vez, como si alguien me hubiera estado observando todo el día. No me alarmé pues, convengamos que estamos en Inglaterra, el país con más clase de todo el bendito universo, y eso implica la escasez (en su mayoría) de acosadores y variantes por el estilo.
Al salir de clases directamente fui hasta la caja con algo de esperanza de encontrar a Grace allí. Y allí la encontré.
-Grace, querida, ¿Cómo has estado?- La saludé como a toda amiga inglesa le hubiera saludado.
Ella maulló al verme e inmediatamente pasó de su posición apta para dormirse a una de alegría y energía, de... "Aquí estoy, grandísima tonta, vamos de party hasta desfallecer del cansancio".
Me reí al pensar en ello.
Tomé a Grace en mis brazos y me dispuse a llevarla conmigo.
-Hey...- Oí una voz masculina detrás de mí, seguidamente una mano gruesa y enorme se posó en mi hombro. Me volteé y vi al chico de esta mañana.
-¿Qué tal? Soy Tyler, siento no presentarme antes, me sentía cohibido por tu belleza celestial y...- Se detuvo de su discurso barato ante mi mirada de incredulidad y desagrado.
-Ahórratelo.- Lo interrumpí cortante.
-Oh, eres ruda, ¿Eh? Típica chica oriental de telenovela.- Argumentó con aires de superioridad. Enarqué una ceja de la incredulidad, ¿Este tipo era así de irritante siempre? Siento pena por su sombra.
-Y tú eres un baka, típico chico inglés de poco coeficiente intelectual.- Asemejé su acento británico (y molesto).
-Bien, ya que no te dejarás persuadir, iré directo al grano. Esa gatita es mía, y su nombre es Ponpón.- Replicó.
-Claro que no, se llama Grace, y si se supone que es tuya como dices, se nota que la cuidas mucho como para abandonarla en una caja.- Me negué a entregarle a mi amiga, después de todo no tenía intenciones de creerle a un chico bonito y popular.
-Mamá es alérgica, después de todo, tú también la abandonaste, ¿No es así?- Se defendió, por lo que me dejó un momento sin habla, pensando cómo responder (no soy muy astuta con las palabras, por si no quedó claro).
-Pues mi papá es un amargado "OdiaMascotasYFelicidadDeSusHijos", así que no tenía elección.- Me justifiqué aún con Grace en brazos.
Era extraño pelear con uno de los chicos populares por una gatita que él creía suya.
-Sin embargo, ella es mía, yo la adopté primero por ende me pertenece.- Dijo quitándola de mis brazos. Me enojé en serio.
-¡Hablas de ella como si fuera un objeto!- Lo acusé con la cara ardiendo y las mejillas hinchadas de la rabia.
-¡Bien!- Enalteció su voz para luego bajar a Grace y llevarse las manos a la cara en señal de impaciencia.
¿Él sentía impaciencia? ¡Ni se imagina cómo me siento yo ahora mismo!
-Mira, Chica Gokú -Habló destapándose la cara- Dime qué rayos debo hacer para que dejes en paz a Ponpón.- Refunfuñó con expresión harta.
-Bien, Niño Porrista...
-¡Soy mariscal de campo, no confundas las cosas Chica Sayayin!- Me interrumpió entre indignado (Oh, que gran calamidad) y furioso (No querría oír lo que pienso ahora mismo).
-Como decía, Niño porrista... -un gruñido salió de su boca- sólo te daré tres condiciones, las cuales si apruevas, no volveré a acercarme a Grace, ¿Qué me dices?- besé mi puño y se lo extendí, (este tipo de promesas la inventamos yo y los tsuin's una vez que se unió Kai y Mika al grupo tsuin)
El castaño, o como decidí apodarlo; el Niño Porrista, no pareció comprender cómo se hacía para aceptar el trato con mi tipo de gesto.
-Debes tomar mi puño.- Indiqué con una sonrisa burlona.
-¡Oh, cómo cuando saludas a alguien!- Creyó comprender, a lo qué contesté que no.
-Ahora llévatela a los labios.- Proseguí, él lo hizo para luego decir que era igual a como cuando un caballero se le presenta a una dama, a lo que negué espantada.
-Por último debes golpearlo dos veces contra tu pecho.- Añadí.
-¿Al pecho? ¿Por qué?- Cuestionó.
-Porque Grace seguirá siendo mi Grace, ¿Quieres eso, Niño Porrista?- Contesté ruda, él volteó los ojos pero finalmente lo hizo.
-Y para cerrar el trato, repite conmigo: Yo, el Niño Porrista...-
(Eso de repetir no era parte de la promesa, sólo quería bromear con él)
-Yo, el... Niño Porrista....- Repitió de mala gana.
-...Prometo demostrar...- Proseguir mi dictado.
-Prometo demostrar...- Volvió a repetir.
-Que Grace es mía...-
-Que Ponpón es mía...- Contrarrestó el Tonto nombre que insistía en que era el de Grace.
-O de lo contrario, le cederé su pertenencia...-
-O de lo contrario, le cederé su pertenencia...-
-A la linda y muy, muy envidiable, entre paréntesis, envidiada por mí, Hidemi Sensualona Takahashi.- Concluí.
Él rió eufóricamente.
-No diré eso.- Se negó entre risas.
-Bien, vámonos Grace.- Me dirigí a la pequeña que yacía aún el suelo observando nuestro debate.
Debería sentirse especial, en este punto de mi vida no sería capaz de luchar por cualquiera.
-Bien, bien; ... A la linda y muy, muy envidiable, entre paréntesis, envidiada por mí, Hidemi -Se tapó y la boca y balbuceó algo inentendible tratando de evitar decir el segundo nombre que yo sola me había puesto- Takahashi.-
-Disculpa, no oí mi segundo nombre.-
-Sbsnshfnola.- Balbuceo nuevamente.
-¿Qué?- Insistí burlona.
-¡Sensualona!- Enalteció su voz causando que el resto de los estudiantes volteara a observarlo.
Yo me contenía una buena y muy potente carcajada, ¡Se había humillado solo! No podía dejar de reírme y cuando dejaba de hacerlo era para tomar aire y seguir riendo, ¡Esto era épico! Y su cara... Vaya, su cara era la mejor parte, estaba enrojecido por completo y trataba de ocultar (inútilmente) su rostro con sus manos para no ser reconocido por los demás, ¡épico al doble!
-Okay, okay... -Traté de calmarme un poco- Nos veremos aquí mañana y tú me demostrarás las pruebas de que Grace es tuya, ¿Vale?- Sugerí, él asintió serio.
-Te veré mañana, pequeña fiestera. No quiero que vayas de fiesta sin mí, ¿Okay?- Le dirigí la palabra a Grace que ronroneando acarició mi mano con su cabeza. O tal vez yo acaricié su cabeza con mi mano, quién sabe.
-Y tú, bueno... Trata de que te arrolle un camión, ¿Okay?- Dije burlona, él me miró con sus ojos azules cielo y una sonrisa de lado, lo cual me hizo sonreír levemente.
Repito, le-ve-men-te.
Caminé hasta casa mirando distraídamente el suelo, y si no hubiera apartado la vista del suelo para ver la vidriera de una boutique para verme en su reflejo, probablemente no hubiera comprobado que tenía esa tonta sonrisa en mi cara, la cual borré al instante, por supuesto.
Llegué a casa, bueno, al apartamento, alias "Penhouse", y vi a Yuri tomando café frente al plasma de 98 pulgadas del living.
-Hola.- Saludé mientras ponía mi mochila en el perchero de mochilas.
-Hola, ¿Cómo estuvo tu día?- Preguntó haciéndome un ademán para que me sentara junto a ella.
-Bien, fue lo mismo, otro diez en historia, matemática y química.- Comenté partiendo por la mitad una de sus galletas para luego comérmela.
-Genial. Hano me contó que hiciste una amiga.- Contestó mirándome como si fuera mi... Mi madre.
-Sí. Es una buena... Un buen ser vivo.- Argumenté haciendo una leve sonrisa al recordar que ellos aún creen que Grace es humana.
-¿Y ya conociste a algún chico?- Preguntó de manera extrañamente incómoda.
-No... Bueno, sí, pero lo odio.-
-¿¡Cómo se llama!?- Se exaltó de repente.
-Olvidé preguntarle su nombre, lo siento.- Respondí alzando los hombros con desinterés.
-Eres increíble.- Dijo poniéndose en postura nuevamente.
-Lo sé, y me amas.- Bromeé para seguidamente marcharme a mi cuarto y cerrar la puerta detrás de mí.
Me tiré a la cama con intenciones de pensar en el muchacho castaño de ojos azul cielo y cuerpo espantosamente robusto, y , (aunque duela) debo admitir que sí es... Aceptable.
Repito, a-cep-ta-ble.

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