El lunes volví a mi habitual horario, las ocho de la mañana. Amanda y Olivia aun no regresaban de su inesperado viaje de aquel día pero Camille me había dado una copia de la llave del portón.Preparé a Noah su desayuno, sándwich de jamón y queso con jugo de naranja, y yo comí mi barra de cereal de chocolate. A las nueve menos veinte un Noah recién levantado y sin camisa estaba en el umbral de la puerta de la sala.
Cuando lo vi se me hizo agua la boca y no quería dejar de mirarlo, pero en la forma que pronunció mi nombre me hizo estar en alerta. Me incorporé rápidamente del sofá y caminé hasta él.
-Gianna –volvió a decir susurrando. Aun había poca luz en la habitación pero pude notar que sus mejillas estaban húmedas.
No otra vez.
-Estoy aquí, ¿Qué sucede? –pregunté preocupada. Se asustó cuando mi mano posó en su pómulo y lo retiré rápidamente al darme cuenta que todo su cuerpo estaba mojado.
-Noah, que te sucede. –exclamé de nuevo.
-Yo... yo... tú dijiste. –él respiraba pesadamente y abrió los ojos, que no había notado que los traía cerrados fuertemente, irritados.
-¡Qué dije! –pregunté apretando sus muñecas. Él cerró los ojos de nuevo y los abrió segundos después.
-Necesito sentarme. –fue la cosa más rara que he vivido en mi vida.
El ahora calmado Noah, me pidió que lo acercara al sofá. Le ofrecí agua, el cual tomó de la botella que yo había traído. Al minuto estaba más calmado pero seguía derramando lágrimas. Ya estaba convencida de llamar a su mamá cuando habló.
-Dijiste que me querías.
Conmocionada respondí. -Te quiero, Noah.
-Dijiste que estarías aquí para mí.
-Estoy aquí para ti.
Pegué un susto cuando se puso de pie frente a mí, por poco y me caigo sobre la mesita. ¿Ahora que sucedía? ¿Hoy es el día que le dijeron que se quedaría ciego?
No es gracioso, niña.
Lo sé. Lo siento.
Su mano se apoderó de la mía y de nuevo, mi corazón latía con rapidez.
Ay Eros, ¿es hoy este día?
Alcé la vista a su rostro, pude notar que lentamente inclinaba la cabeza hacia mí. Oh, Dios, iba a besarme y yo quería hacerlo también. Se quedó a solo centímetros de mis labios, ladeó la cabeza y si no unía ahora a los míos, yo lo haría. Así que lo hice, pero en milésimas de segundos él tomó el control.
Estaba besando a Noah Galler y me sentía en el paraíso. Sabía a lágrimas, salado pero dulce a la vez. Soltó mi mano derecha llevando la suya a mi cintura, recorriendo la parte inicial de mi columna y con la otra me acercaba a su rostro, haciendo que levantara cada vez más la cabeza; ya estaba de puntillas contra él apretando sus fuertes brazos.
Necesitaba aire pero no quería separar mis labios de él. Mi mano derecha llegó a su cabeza y cuando le acaricié el cabello, sus dos manos estaban sobre mis gluteos y segundos después mis piernas rodearon su cadera y mis brazos, su nuca. Ahora yo era más alta que él y le tocaba estirar el cuello.
Oh, Eros, Venus, Cupido y todos los dioses se encontraban hoy conmigo y de mi lado.
Estaba en brazos y cuerpo de Noah Galler y él estaba sin camisa, como casi siempre. Aún no he salido de sus labios para respirar y en verdad lo necesitaba.
ESTÁS LEYENDO
Te adoro
RomanceGianna Migliore tiene 17 años. Junto con su mejor amiga, Tarah Jenner, buscan trabajo para sus vacaciones de verano. Los padres de Gianna le dicen que no es necesario que trabaje, pero Tarah le consigue uno no muy común en su país. Uno muy bien pa...