Capítulo 13

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Noah

La vida me había arrebatado los ojos cuando era muy pequeño, no me importó en su momento. No tanto. Pero cada día que crecía me daba cuenta que el no poder ver era algo feo, algo que la sociedad no estaba acostumbrada.

Me iba dando cuenta que no ver iba a ser impedimento para muchas cosas cuando sería mayor, como estudiar en una universidad, tener un empleo, incluso me pasó por la cabeza que sería un impedimento para crear una familia.

Odiaba salir a la calle, odiaba escuchar millones de sonidos deferentes de distintos ángulos; causaban dolores de cabeza. Salir y que por el simple hecho de separarte de tu acompañante te sintieses impotente, desesperado; más cuando estas en un lugar donde no es tu habitad, tu entorno.

Cuando iba a la escuela era algo divertido estar con las personas que sufren la misma discapacidad. Jugar con niños, correr libres por aquel patio, aprender a movilizarte por ti mismo a pesar de los obstáculos. Aprender cosas con el sentido táctil era algo increíble. Pero había miedos que crecían al mismo tiempo que tú. El no tener vista hacía que todos tus otros sentidos funcionasen mejor, y era cierto pero tenía sus defectos, también.

Y cuando ella llegó todo cambió. Con su voz nerviosa, con sus historias, con sus muletillas, con su sonrisa. Todo ella irradiaba. Nunca creí que de verdad iba a enamorarme alguna vez. Nunca creí que iba a desear algo tanto. Cuando la conocí solo deseaba dos cosas: 1- Ver, y 2- Ella. Era todo lo quería en el mundo, y lo que quiero.

Me había encariñado tan rápido, le había tomado tanta confianza que acabé contándole toda mi historia en días de habernos conocidos; se sintió como ser liberado de algo, se sintió bien contarle las cosas a alguien sin presión que no fuese como a los psicólogos o psicólogas. Y me hace sentir tan genuinamente bien que me parece tocar un pedazo de cielo cada vez que choca sus labios con los míos, tierna y suavemente con sabor a dulces, y su aroma, Cristo, ella era un jardín de olores.

La única que podía destrozarme y recomponerme era ella, solo ella hacía que miles de cosas se pasearan por mi cuerpo, hacía que sonriera como idiota, y cada segundo que no pasaba conmigo pensaba en ella, en su risa, en sus ocurrencias, en su amor. El único momento que no pensaba en Gianna, era cuando entrenaba con papá, aunque últimamente lo hacía por ella y creo que también cuenta. Porque si no podía verla, al menos ella obtendría un buen físico de recompensa.

Gianna es tan valiosa, tan única que me da miedo perderla porque si eso pasara, no creo volver a encontrar otra persona para amar. Y soy egoísta, porque la quiero para mí y le quitaba ese privilegio de que la vieran, el privilegio de que alguien la vea dormir, el privilegio de que la puedan admirar cuando se arreglara; además de que yo no tenía el privilegio de decirle cuan hermosa es cuando sonríe, no podía decirle que tenía los ojos más hermosos del mundo, no podría verla a los ojos cuando nos miráramos. Y eso dolía, pero no siempre.

Había cumplido todo lo que ella quería, la mayor parte al menos. Trataba de ser un novio que realmente la merezca, trataba de ser normal aunque me era difícil, trataba todo por y para ella, porque se había convertido en mi rayo de luz, en mi esperanza perdida, en la heroína de mi pueblo oscuro que luchaba contra mis miedos, en mi todo. Amaba a Gianna, me volvía loco por ella, era mi primer amor y según ella el primer amor siempre es dulce, intenso y doloroso, y lo era. Amar era doloroso.

Pasé tantos momentos con ella en poco tiempo, malos y buenos pero seguíamos luchando.

Sus clases habían comenzado y sentía que ya no había tiempo para Noah, y eso fue lo que me hizo dudar... pero suponía que así iba a ser mi vida si no hubiese perdido la vista, aunque si eso no hubiese pasado tal vez ni sabría de la existencia de esta chica. Dolía imaginar ahora una vida sin ella.

Te adoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora